miércoles, 3 de marzo de 2021

Somos elegidos para servir a Dios y a los hermanos. Nos compensa el amor

 25 de Julio, Santiago apóstol – Dios está con nosotros

El camino del elegido no es de ninguna manera un camino de pétalos de rosas. Muy al contrario, es un camino plagado de espinas. Aun cuando existen muchas compensaciones, sobre todo en el orden de la esperanza y del amor, quien se sabe elegido por el Señor debe tener plena conciencia de que por delante le esperan situaciones álgidas, dolorosas. Se presentarán oposiciones importantes, persecuciones, exclusiones, injurias, difamaciones, heridas e incluso la muerte. El servicio a la Verdad tendrá siempre como consecuencia la reacción de la mentira y de quienes le sirven. El servicio a la Verdad implica la denuncia del mal, de la injusticia, de la humillación de los débiles, del aprovechamiento fraudulento de los bienes que son de todos, del pisoteo de los derechos de los demás, de las heridas a la vida humana y al medio ambiente. Y principalmente implica la denuncia del abandono de Dios en que se incurre, de su amor, de la conexión con el origen de todo, de su deseo de que se cumpla su voluntad y de que se permanezca con Él, y también de su voluntad de ser justo y misericordioso con todos. El elegido lo ha sido para que se ponga del lado de Dios, del bien, del amor. Y cuando emprende su tarea, confiado en que quien lo convoca es el Dios del amor y del poder, lo hace ilusionado de servir a la mejor causa. Pero el mal, ese mal que denuncia con su palabra y con su misión, reacciona. Quienes están a su servicio no pretenden dejar que les sean arrebatadas las posibilidades de satisfacer sus ansias de poder, de placer, de riqueza. Al ver en peligro su privilegio, procurarán dañar al elegido y harán todo lo que sea necesario para mantener sus prerrogativas maléficas. El espejismo de bondades que presenta el mal enceguece y hace enfrentarse contra el bien. Se hace necesario, para conservar el estatus, quitar de en medio a quien estorba para que el camino hacia el abismo al que se encaminan absurdamente sea expedito. Aun sabiéndose elegido y enviado por Dios, por lo tanto, acompañado por la presencia de Dios, por su amor y su poder, quien se pone a la disposición de Dios debe estar consciente de su futuro. Tiene la seguridad del acompañamiento divino y de estar sostenido por su amor, por su providencia y por su poder, pero debe tener también la seguridad de que el mal no dejará de acecharlo y de buscar siempre hacerle daño.

Uno de los prototipos de este elegido de Dios para ser su voz de denuncia, perseguido a causa del bien que quiere propagar, por aquellos que se regodean en el mal, es el Profeta Jeremías. En su momento, todos los profetas del Señor fueron vilipendiados, perseguidos, injuriados. Incluso algunos fueron asesinados. Todo, pos servir a la Verdad, al Dios del amor. Contra Jeremías se concentran todos los males que se pueden procurar a quien es enviado por Dios: "Ellos dijeron: 'Venga, tramemos un plan contra Jeremías porque no faltará la ley del sacerdote, ni el consejo del sabio, ni el oráculo del profeta. Venga, vamos a hablar mal de él y no hagamos caso de sus oráculos'. Hazme caso, Señor, escucha lo que dicen mis oponentes. ¿Se paga el bien con el mal?, ¡pues me han cavado una fosa! Recuerda que estuve ante ti, pidiendo clemencia por ellos, para apartar tu cólera". Jeremías incluso había intercedido por sus oponentes, para que el Señor tuviera misericordia de ellos, y aun así, estos mismos por los cuales intercedía se levantan contra él. Jeremías implora al Señor su acción a su favor para que los planes de los malos no sea hagan realidad. La bondad es atacada y perseguida. La maldad urde planes para hacerla desaparecer. El malo prefiere el estiércol en el que se encuentra al bien que le es propuesto. Lo que le importa es su propia posición, por encima de cualquier otro interés. Dar rienda suelta al egoísmo que no tiene en cuenta el bien de nadie más, sino solo el propio. Y si es menester eliminar al bien que se opone a esta pretensión, no habrá ningún miramiento. Hoy podemos decir que nuestra situación no ha variado. El mal se enseñorea en el mundo y cuando percibe que hay alguna oposición a su pretensión se enfrenta con crueldad y destruye sin piedad a quien se interponga en su camino. Son muchos los buenos, incluso podríamos afirmar con certeza que superan con mucho a los malos. Solo que el mal tiene más poder y más recursos, tiene más publicidad, y por ello aparentemente gana. Pero no hay duda de que hay una lucha en la que estamos seguros que vencerá el bien, pues tiene a su favor el poder infinito de Dios, quien jamás podrá ser vencido.

Ante esta situación debemos tomar partido. Si los buenos somos más, debemos acercarnos más a Dios. No para que nos libere del dolor o del sufrimiento de los elegidos, pues sabemos que esa es una condición que se vivirá por buscar la fidelidad. Sino para saber que tendremos la compensación de la seguridad de su amor, de su consuelo, de su alivio, de la felicidad aun en medio de la persecución. Y sobre todo porque tenemos la vista puesta en la meta final que es la de la plenitud del amor que no conoce final y que será la situación que vivirá eternamente el elegido que ha sido fiel. No se buscan beneficios pasajeros ni efímeros. Se busca el beneficio final, el que está por encima de todo, que es la vida eterna junto al Padre, en un intercambio interminable de amor. Se debe evitar la confusión de los Zebedeos, que entendían los privilegios como puramente humanos, de gloria y de poder momentáneos: "Se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos y se postró para hacerle una petición. Él le preguntó: '¿Qué deseas?' Ella contestó: 'Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu Reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda'. Pero Jesús replicó: 'No saben lo que piden. ¿Pueden beber el cáliz que yo he de beber?' Contestaron: 'Podemos'. Él les dijo: 'Mi cáliz lo beberán; pero sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre'. Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra los dos hermanos. Y llamándolos, Jesús les dijo: 'Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre ustedes: el que quiera ser grande entre ustedes, que sea su servidor, y el que quiera ser primero entre ustedes, que sea su esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos". El elegido tiene claro cuál será el desarrollo de su vida, las dificultades que tendrá que enfrentar en ella. Y las asume pues sabe que esa vida está sólidamente fundada en Dios, en su amor y en su poder. Que vivirá compensaciones importantes sintiendo esa presencia y esa acción de Dios en lo cotidiano, pues jamás estará solo. Y que el final es el de la gloria, el de la plenitud, el de la felicidad que nunca se acabará.

2 comentarios:

  1. Los elegidos son para que se pongan del lado de Dios, del bien,del amor. Con esta fidelidad se busca el beneficio final que es la dicha eterna al lado del Señor en el reino de los cielos..

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  2. Los elegidos son para que se pongan del lado de Dios, del bien,del amor. Con esta fidelidad se busca el beneficio final que es la dicha eterna al lado del Señor en el reino de los cielos..

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