martes, 30 de marzo de 2021

Nosotros decidimos ser Pedro o ser Judas

 Uno de ustedes me traicionará (Juan 13:21-30) - Mundo Bíblico: El Estudio  de su Palabra

Pedro y Judas son personajes centrales en los hechos de la Pasión de Jesús. Existe un cierto paralelismo en las figuras de ambos, por cuanto ambos podríamos decir que son los primeros del grupo de doce apóstoles que el Señor había elegido para ser sus compañeros de camino en el cumplimiento de la tarea encomendada a Él por el Padre Dios. Al primero lo coloca como jefe del grupo y le augura ser el primero de la Iglesia que está fundando Jesús: "Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia", "Confirma a tus hermanos en la fe", "Te doy las llaves del cielo. Lo que ates en la tierra quedará atado en cielo; lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo". Son múltiples las referencias a esa primacía de Pedro sobre los demás. A él también le vaticina que en el momento álgido del prendimiento, su cobardía lo llevará a traicionarlo, negando conocerlo por tres veces: "Antes de que el gallo cante, me habrás negado tres veces". Al segundo, a Judas, lo nombra el ecónomo del grupo y por ello estaba encargado de llevar el dinero que necesitaban para subsistir. Y en un grupo humano aquel que está encargado de la administración es uno de los más importantes. Ambos, Pedro y Judas, ocupan de esta manera, los dos primeros lugares entre los apóstoles. También a Judas Jesús le advierte sobre su traición "Uno de ustedes me va a traicionar... ¿Quién Señor? Aquel que moja el pan en mi mismo plato". Judas ya había sido invadido por el mal y había acordado con las autoridades religiosas la entrega de Jesús, vendiéndolo como un esclavo. Debió haber sido terrible la experiencia vivida por Jesús, cuando se percata de que los dos primeros entre sus discípulos, son los primeros que claudicarán cuando se presenta el mal con sus fauces mortales.

Pero el fin de ambos es muy distinto. Judas es el traidor en su expresión más clara, pues aún percatándose del error inmenso que había cometido, arrepintiéndose de lo que había hecho, nunca dio por buenas las palabras de perdón y de misericordia que Jesús tantas veces había pronunciado, sino que desconfiando del amor de Dios y no permitiendo que su pecado, aun siendo tan grave, fuera puesto en las manos del Dios de misericordia y restañado en raíz en su espíritu atormentado por la culpa. Terminó su vida suicidándose, colgándose de un madero. A su traición añade un mal mayor, que es el de la desconfianza en Dios. No fue tan grave para él la venta de Jesús como esclavo, como el alejamiento de la misericordia de Dios. Aquello, en la dinámica del amor, hubiera podido ser perdonado. Jesús mismo en su Cruz pidió el perdón para quienes lo estaban asesinando: "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen". Su suicidio es aún más grave, pues es echar un muro infranqueable entre la culpa horrorosa que lo oprimía y la mano amorosa y misericordiosa de Dios que estaba tendida para él. El fin de Pedro toma una ruta muy diversa, pues es la ruta de la confianza en el perdón y la misericordia divinos. Después de haber negado a Jesús, habiéndole asegurado previamente una fidelidad sólida -"Simón Pedro le dijo: 'Señor, ¿adónde vas?' Jesús le respondió: 'Adonde yo voy no me puedes seguir ahora, me seguirás más tarde'. Pedro replicó: 'Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Daré mi vida por ti'"-, la mirada de Jesús, ya condenado, y la mirada de Pedro se encuentran, y no son necesarias las palabras para que Pedro pudiera entender que Jesús aceptaba su arrepentimiento y lo perdonaba de haberlo negado: "Y en aquel momento, estando aún hablando, cantó un gallo, y el Señor se volvió y miró a Pedro... Y Pedro, saliendo fuera, rompió a llorar amargamente". El pecado de Pedro siendo casi tan grave como el de Judas, pues era igualmente una traición, al ser reconocido por él, no obtuvo de Jesús ni siquiera una reprimenda, sino solo un derramamiento de amor en el perdón.

Las rutas de ambos tomaron burladeros totalmente contrarios. Judas, seguramente, no podemos afirmarlo con rotundidad pues nadie conoce la suerte de los que han muerto, fue condenado por su traición y por su falta de confianza en Dios y en su misericordia. No pudo ser perdonado porque no se acercó a pedir el perdón. Pedro fue rescatado de su culpa, gracias a su arrepentimiento, a su humildad, a su confianza en el mensaje de amor y de misericordia que tanto había repetido Jesús y en el que insistía continuamente. Incluso en un gesto inusitado de delicadeza de parte de Cristo, después de resucitado, le pregunta por tres veces si lo ama, a lo que responde Pedro sin dudarlo que sí. Las tres afirmaciones de su amor por Jesús cancelan por completo las tres negaciones de la pasión. En la mente de quienes meditarán en este misterio debe quedar la afirmación de Pedro, más que su negación. Nosotros hoy podemos decidirnos por ser Judas o por ser Pedro. Nuestra vida de pecado es prácticamente nuestra vida de normalidad. Aun cuando luchamos por nuestra fidelidad a Dios, nuestra debilidad nos hará trastabillar una y otra vez. No se trata de ser pesimistas ante nuestra vida de fidelidad a Dios, sino de ser realistas y de asumir nuestra condición de debilidad. Ante esto, podremos bajar la guardia en la batalla contra el mal y entregarnos a él, siendo vencidos incluso antes de luchar, y desconfiando de la gracia divina que nos acompaña para poder vencer en el enfrentamiento contra el pecado, y ser unos Judas más traicionando a Jesús, a su amor y a su misericordia, cometiendo un suicidio espiritual. O podemos ser como Pedro, asumiendo nuestro pecado, arrepintiéndonos de él y dejándonos abandonados en el corazón amoroso de Jesús que pugna por recibir a quien se humilla ante Él y por perdonar su culpa, por muy grande que sea.

1 comentario:

  1. Un discípulo lo traiciona y otro lo niega, nosotros por nuestra vida de debilidad ante el pecado, asumimos nuestro arrepentimiento y preferimos abandonarnos en el corazón amoroso de Jesús que conoce nuestros sufrimientos y necesidades, y que recibe a quien se humilla ante él y perdona las culpas por muy grandes que sean..

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