jueves, 18 de marzo de 2021

Moisés nos enseña la fidelidad y nos invita a interceder por los nuestros

 Hay otro que da testimonio de mí...

Cuando se repasa la historia de Israel en su periplo por el desierto, no puede surgir otra actitud que la de la sorpresa por la conducta del pueblo ante el Señor. Israel ha sido la beneficiaria de las maravillas que Yahvé realizó para lograr su liberación de la esclavitud en Egipto. Asistió como testigo al envío de las plagas como advertencias al Faraón para que dejara ir a Israel a adorar a Dios en el desierto. Vio como las aguas del Mar Rojo caían sobre el ejército egipcio, con lo cual los salvó de una muerte segura y logró su liberación definitiva. Ya en la peregrinación por el desierto recibió de Dios los regalos del maná que caía del cielo, de la carne de aves, del agua que brotó de la roca. De esa manera, Israel se libró de morir de hambre y de sed en su camino hacia la tierra prometida. Dios no hizo otra cosa que favorecer a su pueblo elegido y lograr para ellos las mejores condiciones, hasta cumplir con la promesa de regalarles "una tierra que mana leche y miel". La sorpresa se presenta cuando, habiendo visto todas las maravillas que hizo Dios en favor de su pueblo, este mismo pueblo le da la espalda y se rebela contra Él, haciéndose ídolos a los que llaman su dios, atribuyéndole que es quien los ha liberado de Egipto. Es el colmo del absurdo, pues ellos mismos han sido testigos de la obra de Yahvé en su favor y saben muy bien quién es el autor de su fabulosa epopeya: "'Anda, baja de la montaña, que se ha pervertido tu pueblo, el que tú sacaste de Egipto. Pronto se han desviado del camino que yo les había señalado. Se han hecho un becerro de metal, se postran ante él, le ofrecen sacrificios y proclaman: 'Este es tu Dios, Israel, el que te sacó de Egipto'". La traición del pueblo a Yahvé es mayúscula. Por ello, Dios decide abandonar a Israel y dejarlo a su solo arbitrio, con las consecuencias de dolor y muerte sobre el pueblo que tendrá esa traición cometida.

Pero el gran Patriarca Moisés se coloca entre Dios y el pueblo. Se interpone y hace uso de una figura en la que descubre su gran amor por Dios y por su pueblo, que es la de la intercesión. Moisés es el gran intercesor que procura que Dios no abandone a su pueblo, a pesar de la traición en la que el pueblo ha incurrido, e implora su perdón y que no les aparte su favor: "El Señor añadió a Moisés: 'Veo que este pueblo es un pueblo de dura cerviz. Por eso, déjame: mi ira se va a encender contra ellos hasta consumirlos. Y de ti haré un gran pueblo'. Entonces Moisés suplicó al Señor, su Dios: '¿Por qué, Señor, se va a encender tu ira contra tu pueblo, que tú sacaste de Egipto, con gran poder y mano robusta? ¿Por qué han de decir los egipcios: 'Con mala intención los sacó, para hacerlos morir en las montañas y exterminarlos de la superficie de la tierra'? Aleja el incendio de tu ira, arrepiéntete de la amenaza contra tu pueblo. Acuérdate de tus siervos, Abrahán, Isaac e Israel, a quienes juraste por ti mismo: 'Multiplicaré su descendencia como las estrellas del cielo, y toda esta tierra de que he hablado se la daré a su descendencia para que la posea por siempre'. Entonces se arrepintió el Señor de la amenaza que había pronunciado contra su pueblo". La figura de Moisés se eleva ya no solo como la del liberador de Israel, sino como el gran intercesor ante Dios para lograr que siga demostrando misericordia por todos y llenándolos de sus beneficios. Cuando se recurre a Dios con humildad, con confianza y con esperanza, nunca quedará nuestra oración sin ser escuchada y atendida. Nuestro mundo hoy tiene en Moisés una llamada de atención. Ante el mal que impera y que aparentemente domina en muchos corazones, se necesita con urgencia quienes intercedan ante Dios por todas las necesidades, para poder vencer al mal con la fuerza del bien, poniendo a Dios de nuestra parte, para que sea el fundamento que dé solidez a las obras en favor del bien que queramos emprender. Debemos ser intercesores ante Dios de todos nuestros hermanos.

Y todo esto lo debemos hacer bajo la convicción de que seguimos a quien nos trae la plenitud. El enviado de Dios, el Hijo de Dios que se ha hecho hombre, es quien nos asegura su favor continuo. Su misma venida en carne humana ya es una demostración de que Dios está siempre dispuesto a ponerse a nuestro favor. A pesar de la continua traición del pueblo, que se plantea aún en nuestros días, su presencia entre nosotros es la demostración de que el amor de Dios está por encima del escarmiento que merece la humanidad. La misericordia vence sobre el juicio, dice el salmista. Y en Jesús se hace absolutamente patente. Él no da testimonio de sí mismo, pues ese testimonio de sí no sería válido. De la obra de amor de Dios en Jesús dan testimonio Juan Bautista, las propias obras que realiza, las Sagradas Escrituras, y finalmente, por encima de todo en importancia, el mismo Padre, que da el testimonio más sólido en favor de la figura de Jesús como enviado en la Verdad para el rescate de la humanidad traicionera. "No recibo gloria de los hombres; además, yo los conozco y sé que el amor de Dios no está en ustedes. Yo he venido en nombre de mi Padre, y ustedes no me recibieron; si otro viene en nombre propio, a ese sí lo recibirán. ¿Cómo podrán creer ustedes, que aceptan gloria unos de otros y no buscan la gloria que viene del único Dios? No piensen que yo los voy a acusar ante el Padre, hay uno que los acusa: Moisés, en quien ustedes tienen su esperanza. Si creyeran a Moisés, me creerían a mí, porque de mí escribió él. Pero, si no creen en sus escritos, ¿cómo van a creer en mis palabras?". El amor de Dios se pondrá siempre de parte de su pueblo. Pero requiere que ese pueblo que seguirá recibiendo los beneficios que Dios quiere donarle, se abra a ese amor, abandone la traición, interceda por todos aquellos que sirven al mal, y se rinda a la Verdad de Jesús, el Dios que se ha hecho hombre para rescatar a la humanidad de la lejanía del amor.

5 comentarios:

  1. Dios nuestro, nos ponemos en tú presencia porque queremos recibirte en nuestro corazón, ayúdanos a encontrar la verdadera felicidad en ti desinteresadamente☺️

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  2. Gracias amado Dios por tu amor inmerecido, y por escuchar nuestras oraciones.aumenta nuestra fe, esperanza y caridad.Amen🙏

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  3. La misericordia vence sobre el juicio y la vida que Dios quiere regalarnos viene, es por la fe que el quiere que le profesemos al creer en sus palabras..

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  4. La misericordia vence sobre el juicio y la vida que Dios quiere regalarnos viene, es por la fe que el quiere que le profesemos al creer en sus palabras..

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  5. La misericordia vence sobre el juicio y la vida que Dios quiere regalarnos viene, es por la fe que el quiere que le profesemos al creer en sus palabras..

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