miércoles, 31 de marzo de 2021

Con la entrega de Jesús se cumple la promesa de rescate del Padre

 El Periódico de México | Noticias de México | Columnas-VoxDei | «Os aseguro  que uno de vosotros me va a entregar»

La presencia de Jesús en nuestra historia de salvación es determinante. En innumerables ocasiones, en el Antiguo Testamento, se hace referencia a Aquel que vendrá como enviado del Padre para cumplir la promesa hecha desde el inicio. Jesús es el descendiente de la mujer que va a pisar la cabeza de la serpiente, Aquel que el mismo Dios Creador había anunciado que vendría, para restañar la herida que había provocado el demonio haciendo caer al hombre en el pecado. No podía quedarse indiferente Dios ante el derrumbamiento de la obra que Él mismo había llevado a cabo y en la que había puesto toda su alegría, al realizarla con el mayor amor que surgía de su ser esencial. Para Dios fue un cambio de planes total, por cuanto su designio original era el de una vida de cercanía absoluta con su criatura predilecta, una amistad sin escombros ni obstáculos, una experiencia de encuentro continuo con él para intercambiar sus gestos de amor, una esperanza en una respuesta positiva a sus propuestas de amor, una fraternidad sin fisuras vivida entre todos aquellos que habían surgido de sus manos como hijos suyos y hermanos entre ellos. El plan de Dios tuvo que ser rediseñado inmediatamente, pues ante la debacle de la humanidad por el pecado, tuvo que establecer un nuevo itinerario en el que se incluía como elemento esencial el rescate que debía realizar de ese que se había alejado de su amor a instancias del engaño demoníaco. Pero a Dios no le costó nada reemprender una ruta diversa, pues su motivación principal es la del amor. Y el amor de Dios es todopoderoso, tierno, cercano y está siempre disponible para el hombre. Si se trata de la reestructuración de un plan que contemplaba una amistad profunda del hombre con Dios, no existe ninguna traba en el amor de Dios para llevarlo adelante.

Los anuncios de aquel momento culminante de la historia humana en el que se hará presente el que va a ser quien rescate al hombre de su tragedia, se repiten una y otra vez. La esperanza del pueblo fiel de Yahvé es sólida, pues tienen la experiencia de que ese Dios ni los ha abandonado, ni los abandona, ni los abandonará nunca. Además, de que el Dios de Israel cumple sus promesas con total fidelidad. Ese personaje que se va perfilando en la historia de la salvación, será ese enviado de Dios con poder para restablecer la amistad y la cercanía del hombre con Dios. Los patriarcas se saben prefiguración del gran Patriarca que vendrá. Los profetas, invariablemente, mantienen el gozo en el pueblo con los anuncios de liberación por la llegada del gran Liberador de Israel. El pueblo, en lo más íntimo de su corazón y de su espíritu, escucha los anuncios con esperanza y gozo, pues sabe que con ello, su situación de postración será transformada totalmente: "El Señor Dios me ha dado una lengua de discípulo; para saber decir al abatido una palabra de aliento. Cada mañana me espabila el oído, para que escuche como los discípulos. El Señor Dios me abrió el oído; yo no resistí ni me eché atrás. Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no escondí el rostro ante ultrajes y salivazos. El Señor Dios me ayuda, por eso no sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado. Mi defensor está cerca, ¿quién pleiteará contra mí? Comparezcamos juntos, ¿quién me acusará? Que se acerque. Mirad, el Señor Dios me ayuda, ¿quién me condenará?" La presencia del Salvador es la presencia de Dios que lo envía a salvar a la humanidad. No vendrá a hacer algo por iniciativa propia. Sus palabras y sus acciones serán las que le encomienda el Padre. Hará solo lo que el Padre ordene. Hará lo que visto hacer al Padre y dirá las palabras que le ha escuchado decir al Padre. El plan de salvación del Padre es el que viene a realizar fielmente. Por eso, es un plan de amor por el hombre que implicará la entrega de su amado por excelencia que es su propio Hijo: "Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su propio Hijo".

El plan de rescate, está dicho, es un plan que contempla el derramamiento de sangre del Redentor. Dios hubiera podido haber decidido otra manera de llevarlo a cabo. Pero escogió esta porque es la que deja más claro para el hombre el amor que Dios le tiene y hasta dónde es capaz de llegar para demostrar ese amor. Quien no comprenda la fuerza de ese amor, no ha entendido nada. La perspectiva para el Hijo de Dios encarnado no es nada auspiciable. Pero es también asumida con amor. Si el amor del Padre por el hombre se demuestra en el envío de su propio Hijo para entregarlo a la muerte -lo cual fue prefigurado en el gesto de Abraham que por amor a Dios estuvo dispuesto hasta a sacrificar a su propio hijo Isaac-, el amor del Hijo es también evidente cuando asume con garbo la tarea que le es encomendada, sabiendo cuál será el final de todo. La compensación definitiva será la de la resurrección como refrendamiento de la victoria sobre la muerte y sobre el mal, y la recuperación de su lugar a la derecha del Padre en la gloria absoluta de la naturaleza humana que está esencialmente unida a Él. Por ello era necesario que se cumplieran todos los pasos necesarios para su muerte: "Mientras comían dijo: 'En verdad les digo que uno de ustedes me va a entregar'. Ellos, muy entristecidos, se pusieron a preguntarle uno tras otro: '¿Soy yo acaso, Señor?' Él respondió: 'El que ha metido conmigo la mano en la fuente, ese me va a entregar. El Hijo del hombre se va como está escrito de Él; pero, ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado!, ¡más le valdría a ese hombre no haber nacido!' Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar: '¿Soy yo acaso, Maestro?' Él respondió: 'Tú lo has dicho'". La suerte estaba echada. El itinerario está claro. Jesús será entregado a la muerte por uno de los suyos para rescatar a la humanidad entera.

2 comentarios:

  1. Amado Señor, cuentanos entre los que quieren serte fieles, danos fortaleza y sabiduría para ser siempre fieles a ti. Pedire al Espíritu Santo la Misericordia de nuestro Señor☺️

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  2. Jesús es entregado a la muerte, se cumple el mandato del Padre" Tanto amo Dios al mundo que entregó su propio hijo" y así nos demostró hasta donde fue capaz de entregar a su hijo por la fuerza de ese amor a la humanidad..

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