miércoles, 10 de marzo de 2021

Lo que da validez a toda ley es el amor a Dios y a los hombres

 Catholic.net - No he venido a abolir la Ley y los Profetas

En la mentalidad de quienes queremos ser seguidores de Jesús, pueden darse ocasiones en las que entremos en confusión. Los enfrentamientos de Jesús con los fariseos, con los escribas, con los sumos sacerdotes, con los maestros de la ley, en los que dejaba muy mal parados a aquellos que centraban la fidelidad a Dios, a la religión, solo en el cumplimiento externo de la ley mosaica, y así lo exigían a todos los fieles, cargando un yugo legal sobre los hombros del pueblo que ni siquiera ellos mismos eran capaces de soportar, logrando así una sumisión total a ellos como autoridades religiosas, "guardianes" de la fidelidad a Dios, sin importar su propio comportamiento, que no hacían más que sacar provecho interesado con esa manipulación y subyugación de ese pueblo sencillo, ponían en evidencia su intención malsana de dominio de la gente por intermedio del uso ilegítimo de las exigencias de la ley, aunque fueran inhumanas. Daría la impresión, con estos enfrentamientos de Jesús con ellos, que la ley debía pasar a un segundo plano, y dejar de ser la norma a seguir. Esta es la confusión que se puede generar en el creyente. ¿Se debe tener en cuenta la ley? ¿Hay que cumplir con el yugo que está impuesto desde el principio, el de la ley de Moisés, a pesar de que Jesús les echa en cara a las autoridades el uso ilegítimo que hacen de esas exigencias? ¿Los seguidores de Jesús siguen atados a las exigencias de los Mandamientos, a pesar de lo que ha dicho el mismo Jesús? Se debe responder con toda contundencia que sí. El enfrentamiento de Jesús con las autoridades no apunta al contenido de la ley, sino al uso que han hecho ellos para sacar provecho narcisista y lograr así el control sobre la voluntad del pueblo sencillo. Jesús lo que busca es colocar las cosas en su debido lugar.

Para el perteneciente al pueblo de Israel, la ley es una cuestión de honor. Para ellos el que Dios haya dado normas de conducta es un gran gozo, pues lo entendieron como la manera de mantenerse como pueblo de Dios, beneficiarios de un amor que estaba por encima de todo, receptores de las indicaciones para avanzar por el camino de encuentro con Dios, hechos partícipes de un pacto que se firmaba nada más y nada menos que con el Dios todopoderoso y providente, el cual los comprometía, como parte del pacto, a ser cumplidores celosos de la parte que les correspondía: "Ahora, Israel, escucha los mandatos y decretos que yo les enseño para que, cumpliéndolos, vivan y entren a tomar posesión de la tierra que el Señor, Dios de sus padres, les va a dar. Miren: yo les enseño los mandatos y decretos, como me mandó el Señor, mi Dios, para que los cumplan en la tierra donde van a entrar para tomar posesión de ella. Obsérvenlos y cúmplanlos, pues esa es su sabiduría y su inteligencia a los ojos de los pueblos, los cuales, cuando tengan noticia de todos estos mandatos, dirán: 'Ciertamente es un pueblo sabio e inteligente esta gran nación'. Porque ¿dónde hay una nación tan grande que tenga unos dioses tan cercanos como el Señor, nuestro Dios, siempre que lo invocamos? Y ¿dónde hay otra nación tan grande que tenga unos mandatos y decretos tan justos como toda esta ley que yo les propongo hoy? Pero, ten cuidado y guárdate bien de olvidar las cosas que han visto tus ojos y que no se aparten de tu corazón mientras vivas; cuéntaselas a tus hijos y a tus nietos". La ley, en su origen para el pueblo de Israel era gala y orgullo. Jamás la entendieron como una imposición autoritaria de parte de Dios, sino más bien como la demostración fehaciente de su preferencia sobre los otros pueblos y de su amor por ellos. Vivir bajo esas normas de amor era una cuestión de sabiduría y de orgullo religioso.

Por eso Jesús, para evitar la confusión entre los discípulos, que habían sido testigos de todas las ocasiones en las que Él se enfrentó a las autoridades religiosas de la nación, insistiendo en la necesidad de colocar al hombre en el centro de todo, pues para él fueron declarados los mandamientos, por lo cual nunca la ley podía colocarse por encima del bien del hombre, ya que si fuera así sería inútil, vio necesario hacer la aclaratoria sobre la vigencia de la ley, bajo la perspectiva del amor y de la búsqueda del bien del hombre. Para Jesús, la ley tenía que estar sondeada por el amor a Dios y al hombre, pues la ley sin amor es simplemente dictadura, yugo, hegemonía, autoridad vil que busca simplemente someter y subyugar. En la comprensión de los cristianos debe estar siempre entendido que la ley debe apuntar a señalar el camino para el encuentro con Dios y con su amor, y para la experiencia de fraternidad entre los hombres, basada también en el amor mutuo. Si existiera una ley que hiera al hombre, que busque dañar a la vida, que pretenda impedir el encuentro del hombre con Dios, que busque enfrentar a los hombres entre sí, sería una ley ilegítima y no tendría ningún fundamento de validez, por lo cual puede ser simplemente rechazada y nadie estaría obligado a cumplirla. Al contrario, la obligación de los fieles sería combatirla hasta hacerla desaparecer. Las palabras de Jesús en referencia a la ley de Dios, surgida desde su amor, refrendan su absoluta validez: "No crean que he venido a abolir la Ley y los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. En verdad les digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley. El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos". La plenitud que viene a dar Jesús a la ley es la plenitud del amor. La ley, así, es la indicación que nos deja Dios en el camino para avanzar por la ruta hacia la plenitud que alcanzaremos, en la que la única ley será la del amor eterno.

2 comentarios:

  1. Dios nuestro, concédenos ser testigo de tu amor y auténticos seguidores, ya que El estará con nosotros hasta el final del mundo☺️

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  2. Tenemos entendido que Jesús vino a refrendar la ley que teníamos de Dios y los profetas,surgidas desde su amor con absoluta validez, diciendo no he venido a abolir sino a dar plenitud.

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