domingo, 14 de marzo de 2021

Solo por amor Dios nos entrega a su Hijo para salvarnos

 PASTORAL ABISAL: TANTO AMÓ DIOS AL MUNDO...

En opinión muy personal, la frase que resume perfectamente la obra de Dios, su actitud ante el pecado del hombre, su misericordia infinita por encima del escarmiento debido por la traición al amor en la que había incurrido el hombre, es aquella con la que resume idealmente el mismo Jesús lo que Dios se ha atrevido a hacer en favor del hombre pecador: "Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna". La historia del pueblo Israel en referencia a su relación con Dios es un compendio de desaciertos. Desde el pecado de Adán y Eva el camino se hizo tortuoso y pesado, pues era el camino sin Dios, en la vanidad y en el egoísmo extremo, en la búsqueda de regalos para exacerbar su individualismo, pretendiendo vivir sin referencias externas que los llamaran a algo distinto, algo que los elevara en vivencia personal, que los hiciera más y mejores hombres, que profundizara su experiencia comunitaria para vivir como verdaderos hermanos. El egoísmo radical los alejó de tal modo de Dios y de los hermanos que el panorama se oscureció totalmente y ante ellos se presentó solo un abismo de destrucción total. Ante esta elección de los hombres, a Dios no le quedó más remedio que, aceptando ese mal uso de la libertad que Él les había otorgado, asistir a la debacle que empezó a vivir como pueblo, siendo expulsados de la tierra bendecida, obligados a adorar ídolos extranjeros, prácticamente esclavizados de nuevo, viviendo una experiencia similar a la que habían vivido en Egipto. Los imperios poderosos de los alrededores se cebaron con Israel y lo subyugaron totalmente. El exilio babilónico, primero, y el persa, después, rememoraron la experiencia de esclavitud anterior de la cual Dios se había encargado de liberarlos. Y es un extranjero, Ciro, Rey de Persia, quien movido por Dios, se conduele de la experiencia espiritual de Israel, y les permite volver a la ciudad santa, e incluso reconstruir el templo como centro de la fe judía y restaurar así el contacto con Dios. Yahvé, habiendo sido testigo de la debacle que el mismo Israel se procuraba por su desprecio a Él, es quien hace posible que se rescate la experiencia de pueblo y la expresión religiosa en la relación con Él.

El amor de Dios por su pueblo elegido no le permitía quedarse de brazos cruzados, y siendo el Dios todopoderoso y lleno de amor por Israel, logra que las aguas vayan volviendo paulatinamente a su cauce. La culminación de esta accidentada historia que se desarrolla con el pueblo elegido llega con el envío de su Hijo al mundo. El rescate debe ser total, y solo Dios mismo es capaz de llevarlo adelante. La traición del hombre y del pueblo es tan brutal y de tal magnitud, que solo el ofendido, en este caso Dios mismo, es quien puede lograr la satisfacción por su obra de tan grande afrenta. El mal que se ha procurado el hombre, ofendiendo a Dios, traicionando su amor y enemistándose con su familia humana, solo podía ser restañado por una obra del mismo Dios ofendido. El envío del Hijo no es otra cosa que el reflejo claro de lo que es Dios en sí mismo: amor y misericordia. Siendo incapaz el hombre de restaurar lo dañado, el amor de Dios hace su parte, enviando al Hijo para que haga la labor que correspondería al hombre. El Hijo de Dios se encarna, se hace hombre, para, como hombre, realizar la tarea que corresponde a la humanidad para ser rescatada: "Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho vivir con Cristo –por pura gracia están ustedes salvados–, nos ha resucitado con Cristo Jesús y nos ha sentado en el cielo con Él. Así muestra a las edades futuras la inmensa riqueza de su gracia, su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque ustedes están salvados por su gracia y mediante la fe. Y no se debe a ustedes, sino que es un don de Dios; y tampoco se debe a las obras, para que nadie pueda presumir. Pues somos obra suya. Nos ha creado en Cristo Jesús, para que nos dediquemos a las buenas obras, que Él nos asignó para que las practicásemos". Nuestra compensación por haber sido perdonados y salvados será dedicarnos a las buenas obras con el corazón. Será responder al amor de Dios con todo nuestro ser y vivir la fraternidad con sentido amoroso y solidario.

El periplo a seguir es muy claro. Se trata de aceptar y de vivir ese rescate que Dios ha realizado a través de su Hijo enviado por amor, de modo que entendamos la altura en la que nos coloca. Dios no hace su parte por otra motivación distinta que la del amor. Ninguno de nosotros es necesario para Él. No le agregamos ni gloria, ni poder, ni tamaño, ni sabiduría. Existimos solo por un decreto totalmente gratuito de su amor. Pero eso no implica que no esté comprometido con nosotros. El amor con el que nos ha creado ya lo compromete en sí mismo y Él nunca dejará de honrar su compromiso. El amor nunca desaparece, así como nunca desaparecerá Dios. Por eso, nuestra certeza absoluta es que siempre estará a nuestro lado favoreciéndonos y haciendo siempre lo necesario para tenernos con Él. El auténtico amor nunca abandona y siempre está sustentando al amado. Así hace Dios con nosotros: "Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en Él tenga vida eterna. Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en Él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él. El que cree en Él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. El juicio consiste en esto: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra perversamente detesta la luz y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios". De esta manera, estamos llamados a dar respuesta a ese amor infinito. No podemos vivir impunemente ese amor que sabemos que Dios nos tiene y que nos lo ha hecho patente en el Hijo que muere y resucita por nosotros. Nuestra respuesta debe ser similar. Debe ser de amor a Dios y a los hermanos, de entrega, de buenas obras, de vida en fraternidad y solidaridad. Es la vida de los rescatados y salvados. Debemos vivir como salvados, conscientes del gran amor que Dios nos tiene.

3 comentarios:

  1. Gracias Señor, ilumina nuestro ser para poder irradiarlo a los demás😌

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  2. El auténtico amor nunca abandona, y siempre esta sustentando al amado.Gracias señor por tu infinita misericordia.🙏

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  3. Tanto nos ama Dios, que envió a su único hijo a morir en la cruz para salvarnos y darnos vida eterna.Nosotros debemos tener fe y creer en él y decir con todo el corazón " me ama y se entregó por mi"..

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