domingo, 8 de noviembre de 2020

La sabiduría nos llena de la belleza de hoy y nos hace añorar la belleza de la eternidad

 Las vírgenes necias y las prudentes.

Para los estructuralistas, los intelectualistas puros o los positivistas, la sabiduría se reduce simplemente a la adquisición de conocimientos, a lo que vaya añadiéndose al acerbo de cultura, con los más altos conocimientos, las más sólidas ideas, las más firmes argumentaciones. Para ellos, basta que una idea sea razonable, atraiga a la mente, posea excelentes solidez de argumentos, para que ya pase a formar parte del entramado cultural mental de los hombres y sea propuesta como verdad absoluta para todos. En cierto modo, esto es coherente con el origen que hay en la cantidad de dones con los que Dios ha favorecido amorosamente a los hombres. Los conocimientos que puede tener e ir adquiriendo el hombre en el ejercicio de esas cualidades que Dios le ha regalado y que no son de ninguna manera desechables, por cuanto están considerados en el el desarrollo posible de su vida, forman parte del deseo de Dios y de lo que quiere Dios que el hombre tenga para avanzar. Desde que Dios le dio la orden inicial: "Dominen la tierra y sométanla", tenía plena claridad en lo que estaba haciendo y de la riqueza que estaba poniendo en las manos de todos los hombres. Todos están llamados a vivir, a ser los primeros de toda la creación, a desarrollar su vida en la unión con los otros seres que eran como él, a procurar los propios bienes con los que haría su vida mucho mejor, a unir en esa procura de los bienes a los hermanos, de modo que ellos no solo fueran beneficiarios de todo, sino también artífices de los bienes que debían disfrutar todos, con la finalidad altísima y feliz de hacer del mundo un lugar mucho mejor para todos, de modo que la vida fuera más hermosa,  más atractiva, más a propósito para avanzar a una realidad futura que estuviera marcada por la bendición de Dios que en todo caso lo que busca es que todos estén llenos y sean receptores de la mayor bendición que podría recibirse jamás, que es la vida eterna en la que vivirá la humanidad entera y que será definitivamente el regalo final de la vida humana que haya avanzado con fidelidad e ilusión hacia lo mejor que Dios haya querido para todos. El enriquecimiento de los conocimientos que ha hecho posible Dios, de ninguna manera desprecia o desdeña la posibilidad que Él mismo ha regalado. De manera clara más bien ha hecho posible el avance del hombre cuando logra amar más al mismo Creador, lo une más a sus hermanos y lo hace responsabilizarse con más seriedad en la procura de un mundo mejor para sí mismo y para todos.

Por ello hay una insistencia básica en la Escritura que anima a los hombres a entender en el sentido correcto lo que es la sabiduría. No se queda en una comprensión reductiva de los conocimientos intelectuales, que son también válidos pero que se arriesgan a ser parciales. En Dios la Sabiduría no se reduce simplemente a las ideas intelectuales, sino que va a lo vital. La sabiduría llena de ideas, sin duda, pero se enriquece con la vida. Se conoce y se vive. No se conoce solo para aumentar el acerbo cultural, sino que aquello avanza a lo que debe ser vivido. Se conoce para vivir. Si el conocimiento se queda solo en lo intelectual es incompleto. La inteligencia debe manifestarse en la vida. El hombre puede conocer mucho y mejor, pero puede también no vivir nada de lo que ha adquirido en su mente. Incluso puede llegar a darse una injusticia aún más destructiva que es la del uso del conocimiento y de la sabiduría que incumple el bien para el que ha sido donado, y busca solo un aprovechamiento egoísta, incluso en daño de quienes deberían ser los primeros beneficiarios por voluntad divina. Una cosa es quedarse vacío en el solo conocimiento sin vida, pero otra peor y absolutamente dañina es no rendirse ante el bien que desde la sabiduría debe surgir para todos. Estas dos monedas del mal pueden hacer, y en efecto lo han hecho, mucho mal al mundo que Dios quiere que sea mejor para todos. El libro de la Sabiduría nos pone en la comprensión correcta de lo que debe ser esa sabiduría que enriquece al hombre y da de su riqueza a todos: "Radiante e inmarcesible es la sabiduría, la ven con facilidad los que la aman y quienes la buscan la encuentran. Se adelanta en manifestarse a los que la desean. Quien madruga por ella no se cansa, pues la encuentra sentada a su puerta. Meditar sobre ella es prudencia consumada. La sabiduría, evidentemente, no es solo entendimiento formal o intelectual de quien sabe mucho, sino que apunta a algo superior, que lo enriquece a sí mismo, pero que sale de sí hacia el otro y hacia el mundo, que serán definitivamente beneficiados de todo. La sabiduría no se queda solo en la actual, en la realidad de vida cotidiana, sino que nos hace elevarnos a lo eterno y nos ubica correctamente en la experiencia de eternidad a la que está llamado el hombre y el mundo. Así lo enseña San Pablo: "No queremos que ignoren, hermanos, la suerte de los difuntos para que no se aflijan como los que no tienen esperanza. Pues si creemos que Jesús murió y resucitó, de igual modo Dios llevará con Él, por medio de Jesús, a los que han muerto".

Jesús nos llama a esta vivencia de la sabiduría de la manera que debe servirnos para la comprensión de nuestra realidad cotidiana, en la que cada hecho de nuestra vida en el mundo debe apuntar a la obtención de una riqueza no material exclusivamente, sino vital, que nos haga mejores personas que nos lleven a disfrutar más bellamente de la propia vida en el disfrute de todos los regalos que el Señor ha puesto en nuestras manos, sino en la procura de que todos los beneficios que adquiramos se conviertan en riqueza para todos los nuestros, y haciendo que el mundo sea un lugar más hermoso, feliz y atractivo para todos. llenándonos de las riquezas que ha colocado Dios para nosotros. Se trata de no vivir con la inconsciencia de quien solo vive el día a día, sino asumiendo cada uno la responsabilidad que ha sido puesta en nuestras manos por el Dios del amor, no solo para nosotros, sino para cada uno, en lo cual todos tenemos la misión de multiplicar y de hacer llegar a todos. Es vivir en la alegría del hoy tan hermoso que Dios nos regala día a día, pero con la idea segura de que viene algo superior, que será infinitamente más rico y más hermoso y a lo que también estamos llamados como la culminación de todo lo bello y lleno de esperanza que nos espera en esa eternidad infinitamente hermosa que está preparada para todos. Así nos lo explica Jesús: "Se parecerá el reino de los cielos a diez vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran prudentes. Las necias, al tomar las lámparas, no se proveyeron de aceite; en cambio, las prudentes se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz: '¡Qué llega el esposo, salid a su encuentro!' Entonces se despertaron todas aquellas vírgenes y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las prudentes: 'Dennos de su aceite, que se nos apagan las lámparas'. Pero las prudentes contestaron: 'Por si acaso no hay bastante para ustedes y nosotras, mejor es que vayan a la tienda y se lo compren'. Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras vírgenes, diciendo: 'Señor, señor, ábrenos'. Pero él respondió: 'En verdad les digo que no las conozco. Por tanto, velen, porque no saben el día ni la hora". La sabiduría es la belleza que podemos vivir aquí y ahora, y la que nos abre las puertas para la experiencia sublime de la belleza eterna. No caigamos en su desprecio y hagamos de ella nuestra mejor aliada hoy y para la eternidad.

4 comentarios:

  1. Señor, danos el don de la prudencia, para estar preparados y recibirte con nuestras lámparas encendidas,cuando vengas a nuestro encuentro. Amén

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  2. No permitamos que nuestro Señor nos descocozca antes pidamos a nuestro Señor ser precavidos y no nos apartemos de El en ningun momento.
    Amén

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  3. Amado Señor, ayúdanos a mantenernos alertas para obrar siempre el bien😌

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  4. Dios nos quiere despiertos,atentos. Porque nos ha creado libres para vivir su reino.

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