viernes, 6 de junio de 2014

Un amor que borra lo malo

¿Por qué no ascendió Cristo inmediatamente después de haber resucitado? ¿Cuál es la razón de haberse quedado cuarenta días más después de la Pascua? ¿Qué era lo que tenía que hacer en esos cuarenta días que no pudo haber hecho en los más treinta años que vivió o al menos en los tres últimos en los que cumplió su ministerio público? Las apariciones del Resucitado a los discípulos, ciertamente, sirvieron para convencer a éstos de la verdad de su resurrección. La Magdalena en un primer momento lo confundió con el hortelano que cuidaba el sitio que estaba alrededor del sepulcro, pero luego, cuando lo identificó, fue la primera en anunciar la resurrección del Señor. Los dos discípulos de Emaús, después de haber caminado un largo trecho del camino hacia la aldea, sin reconocerlo, lo descubren sólo cuando ya está a la mesa cenando y lo reconocen por algún gesto que hizo Jesús que seguramente era muy propio de Él. A los apóstoles se les aparece por dos veces, la primera con la ausencia de Tomás, al que Jesús, en la segunda aparición convence al mostrar las huellas de la pasión... Luego se les aparece en el mar cuando están pescando, pero en un primer momento tampoco lo reconocen. Y Cristo, en un gesto de condescendencia tremenda, hasta se sienta a comer. Se supone que un cuerpo glorioso no necesita comer, pero Jesús, de nuevo, se rebaja, para entrar en "simpatía" con los apóstoles... Y así, fueron más las ocasiones en las que las apariciones a los discípulos en esos cuarenta días sirvieron para convencerlos de su verdadera resurrección...

No obstante, escudriñando más acuciosamente en los Evangelios, notamos dos hechos que llaman la atención, por cuanto no es el cuerpo glorioso del Señor el que logra convencer a los apóstoles de la realidad del acontecimiento de la Resurrección. El primero, cuando Pedro y Juan se dirigen presurosos al sepulcro, luego de la noticia que les da la Magdalena. El relato nos dice que llegó primero Juan y luego Pedro, pero es Pedro el primero que entra y verifica que el cuerpo de Jesús no está ya en el sepulcro. Juan relata que después entró él, y que al ver los dos los lienzos, la mortaja y el sudario sin el cuerpo, "vieron y creyeron". No es la visión del cuerpo glorioso de Jesús lo que los convence, sino su ausencia. La prueba para ellos fue que el sepulcro estaba vacío, no que habían visto al Señor... El segundo hecho es la aparatosa conversión de Pablo, al que una voz del cielo se le identifica como "ese Jesús, al que tú persigues", lo cual bastó para convencerse de la vida de Jesús. Esto fue suficiente para Pablo como evidencia. Tanto, que se convierte en el más acérrimo de los defensores de la Resurrección de Jesús, a la altura de cualquiera de los otros apóstoles, él, que fue llamado en la primera hora posterior a la llamada de los doce que estuvieron tres años con Jesús... Suponemos que Pablo habría visto alguna vez a Cristo, pero no tenemos ninguna evidencia de ello. Pudo no haberlo conocido. Pero lo cierto es que lo identifica perfectamente cuando Cristo se le descubre. Pablo "oyó la voz del Señor", y eso fue definitivo. No necesitó de más. No vio el cuerpo, sino que oyó la voz del Señor que lo llamó y lo atrajo para sí, para nunca más dejarlo ir de su lado. Se convirtió en el gran apóstol de los gentiles. Por eso se le acusa "sólo de ciertas discusiones acerca de su religión y de un difunto llamado Jesús, que Pablo sostiene que está vivo..."

Ahora bien, si no fue la visión del cuerpo glorioso de Cristo la que se necesitó para convencer a Pedro, Juan y Pablo de su verdadera Resurrección, lo cual, evidentemente, hubiera servido para todos los demás, entonces ¿qué hizo que Jesús se "quedara" cuarenta días más? Ya los anuncios del envío del Espíritu Santo habían sido dados anteriormente. La motivación, en mi elucubración personal, es puro amor. Jesús quería saborear hasta la última gota de su vida humana en la tierra. No quería perderse nada. A Jesús le gustó ser hombre, lo disfrutó, se hizo uno más no sólo en el sufrimiento, sino en el disfrute de la vida, de las amistades, de las alegrías, de las ilusiones y de las esperanzas... Por eso quiso disfrutar "un poco más" de su estancia, antes de subir al Padre y recuperar así la gloria que eternamente le correspondía tener, pero que había dejado entre paréntesis por el tiempo terrenal en el que estuvo entre nosotros. Jesús nos amó hasta el extremo estando en la tierra y quiso seguir haciéndolo por ese tiempo de resucitado...

Pero hay un detalle que a mí me llama profundamente la atención. Antes de subir al Padre, Jesús quiere tener un encuentro con Pedro, el que lo había negado tres veces al ser aprehendido. A pesar de que Él mismo le había advertido de que esto sucedería, y de que Pedro le asegura que jamás lo negaría -"Aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré"-, al final, claudica.. Es el mismo que había oído entusiasmado y secundado a Tomás al decir: "¡Vamos todos a morir con Él en Jerusalén!"... Pero, Pedro no cumplió su promesa. Lo negó tres veces delante de la gente. Y así se cumplió la traición que Jesús había vaticinado. El espíritu de Pedro quedó devastado, y "lloró amargamente" su negación... Jesús, en uno de esos cuarenta días después de su resurrección, se aparece en Cafarnaúm, y por tres veces le preguntó si lo amaba... "Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quería y le contestó: 'Señor, tú conoces todo, tú sabes que te amo'..." Tres veces afirmó Pedro su amor a Jesús. Tres veces lo había negado. El detalle de Jesús es entrañable, tierno, digno de quien ama. No quiere que quede la imagen del Pedro negador, sino del Pedro amante. Las generaciones deberán recordar que el mismo que negó a Jesús por tres veces, es el mismo que también lo afirmó tres veces. La negación fue producto del miedo, de la aprehensión ante lo que estaba presenciando. La afirmación es fruto de la plena convicción, de la rendición ante la evidencia, del amor al que había muerto y resucitado. Ese era el primer Papa que necesitaba la Iglesia. Por eso, Jesús le encomienda ya definitivamente: "'Apacienta mis ovejas. Te lo aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras'. Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios. Dicho esto, añadió: 'Sígueme'". Ese es el motivo más sólido que encuentro para los cuarenta días de Jesús después de la Resurrección antes de la Ascensión... Dejar bien claro de qué está hecho nuestro Pedro, nuestro primer Papa. Es el que pudo haber fallado, pero que al final se decidió completamente por Jesús, sin echar atrás. Tanto, que entregó su vida por amor a Él, por anunciarlo, por hacerlo llegar a los hermanos... Ese es Pedro. Y para que nos quedara eso claro se quedó Jesús cuarenta días más...

2 comentarios:

  1. Que Amor tan grande el que Jesus tiene por nosotros y que egoistas somos nosotros algunas veces, que no nos damos cuenta de eso o simplemente pensamos o sentimos que lo damos por hecho. Perdon te pido Señor y ayudame a amarte mas cada dia.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Así es Carlucho... Y lo hace siempre. Ni un solo momento deja de hacerlo... Saludos a Raquel y las niñas... Dios te bendiga

      Borrar