lunes, 16 de junio de 2014

Difamar es matar

El quinto mandamiento es "No matarás". Su referencia directa es a procurar arrebatar a otro la vida, a asesinar a alguien. Si los mandamientos en general se resumen, como lo hizo Cristo, en el mandamiento del amor -"Amarás a Dios con todas tus fuerzas, con toda tu mente y con todo tu ser, y al prójimo como a ti mismo"-, el mandamiento de No matarás es implicación directa al respeto por la vida porque se ama a Dios y al prójimo. Sólo el amor bastaría para cumplir todos lo mandamientos. Los que se refieren directamente a Dios y los que se refieren directamente al prójimo. No se necesitaría más. Pero, lamentablemente, los hombres necesitamos de "ayas" para poder avanzar en esta comprensión. El amor, muchas veces y tristemente, no es el fuerte de muchos. Por eso son necesarios los mandamientos, en el sentido de propuestas que hacen tener claridad en el aprecio que debemos tener por Dios y por los demás, en todos los sentidos. A fuerza de cumplirlos debemos caer en la cuenta de lo importante que son y de su fundamento principal que es el amor...

Para Jesús el centro de todo es el hombre. Él mismo nos lo ha dicho: "No es el hombre para el sábado, sino que es el sábado para el hombre". Incluso desde el mismo gesto creador del Padre en el Antiguo Testamento, podemos concluir que el hombre es el centro. Allí fue colocado por el mismo Yahvé en el sexto día de la creación, después de haberlo creado todo. Todas las cosas creadas fueron puestas en sus manos, para que él las administrara e hiciera uso de ellas para su propio progreso. Debía echar adelante el mundo, todo lo creado, estando él mismo en el centro. Sin embargo, el hombre, al parecer ha entendido mal el mensaje de Dios. Al haber sido colocado en el medio de todo como centro de gravitación, se consideró a sí mismo como insuperable. Se llenó de soberbia y, colocándose él mismo en ese centro, todo lo puso simplemente bajo su dominio, incluso a los otros hombres... Cuando Dios coloca al hombre en el centro no lo hace para que se crea superior, sino para que se crea servidor de todos. "Yo estoy entre ustedes como el que sirve", ha dicho Jesús, quizás el que más tenía derecho a "sentirse superior". "No he venido a ser servido sino a servir"... "Lo que he hecho lo he hecho para que ustedes hagan lo mismo entre ustedes", dijo después de haber limpiado los pies a los apóstoles. Estar a los pies de los hermanos... A eso se refiere Dios cuando nos dice que estamos en el centro. No a colocarnos allí de modo que vengan a servirnos, pisoteando a los demás, creyéndonos superiores a nadie...

Al comprender bien esto, entendemos entonces que el "No matarás" no se refiere sólo al respeto por la vida física, sino por la vida en general. Todo lo que haga el hombre en función de la búsqueda del bien de los hermanos, en cierto modo va directamente en favor del mandamiento. Y todo lo que haga que dañe a los demás, va contra el mandamiento. Se incumple el No matarás cuando, evidentemente, asesinamos a mansalva. Pero también cuando difamamos, cuando mentimos sobre otra persona, cuando le impedimos por nuestras acciones el acceso a una mejor calidad de vida, cuando promovemos acciones que favorecen a unos sobre otros o contra otros, cuando nuestros intereses personales están por encima e incluso en contra de los intereses generales o de alguien en particular.

El ejemplo de Jezabel en el Antiguo Testamento es clarísimo al respecto. Propone a su esposo, el rey Ajab, escribir un decreto contra Nabot para hacerse de su viña, a lo que se había negado Nabot por ser la herencia de sus padres. El mandato decía así: "Proclamen un ayuno y sienten a Nabot en primera fila. Sienten en frente a dos canallas que declaren contra él: 'Has maldecido a Dios y al rey'. Lo sacan afuera y lo apedrean hasta que muera". Es el colmo de la difamación y de la mentira. El colmo de la búsqueda de privilegios y de satisfacciones personales. El colmo del odio y del ensañamiento contra quien se cruza en el camino de los propios objetivos... Al final, Nabot es asesinado y Ajab queda satisfecho por haber logrado lo que quería. No importaba cómo. Importaba simplemente el qué...

Aun siendo un ejemplo terrible, somos muchos los que seguimos el mismo procedimiento. Nuestras ansias de poder, de riquezas, de privilegios, nos llevan a seguir este mismo itinerario. Nuestro mundo está lleno de muchos Ajabs y de muchas Jezabeles. Pero, dolorosamente, para que hayan muchos Ajabs y muchas Jezabeles, deben también haber muchos Nabots. ¡Cuántos hermanos nuestros han sido pisoteados, hasta procurarles muertes físicas, psicológicas y morales, con tal de obtener los privilegios que se persiguen! Quien así actúa está atentando directamente contra el "No matarás". No se mata sólo asesinando físicamente. Se mata hablando mal del prójimo, mintiendo, difamando, pisoteando famas y nombres de muchos... Quien así actúa, no sólo está asesinando, sino que se está suicidando, pues Dios saldrá en defensa de quien ha sufrido el agravio. Es directamente Él quien defiende al desvalido, al humillado, al perjudicado. El asesino no queda impune, gozando de su victoria mal habida, sino que será escarmentado terriblemente por la ira del Dios que ama a los humildes...

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