martes, 3 de junio de 2014

Anunciar a Jesús y asumir todas las consecuencias

Siempre me ha impresionado muchísimo la total disponibilidad de los apóstoles. En ellos se cumplió perfectamente la palabra de Jesús en el Evangelio de Marcos, que premia a quien ha dejado todo por su causa: "En verdad les digo que no hay ninguno que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por causa de mí y del evangelio, que no reciba cien veces más ahora en este tiempo; casas, hermanos, hermanas, madres, hijos, y tierras, con persecuciones; y en el siglo venidero la vida eterna". La versión de Mateo tiene una ligera variante, muy propia de este evangelista, que hace desaparecer el anuncio de la persecuciones... La versión más creíble es la de Marcos, por cuanto Mateo es posterior y éste tiene una actitud siempre "correctora" respecto del Evangelio de Marcos, el cual seguramente conoció. Así dice Mateo: "Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna"  No hay ninguna referencia a las persecuciones que anuncia Jesús. Y que, finalmente, fueron verdaderas, pues la vida de los apóstoles y de los primeros discípulos de Cristo fue marcada por el sufrimiento, por el rechazo, por las torturas y hasta por la muerte...

Los apóstoles se hicieron realmente dignos de Jesús, por cuanto su seguimiento y fidelidad a Él, al anuncio de su amor al mundo, a la evangelización de todos llamando a la fe, a la conversión, al bautizo, lo hicieron sorteando todos los obstáculos terribles que se les fueron presentando en el camino... No se amilanaron ante nada. Habiéndolo dejado todo, se entregaron con ahínco a la causa del Evangelio de Cristo. "El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí". Ellos sabían perfectamente todo lo que les esperaba, y aun así, lo asumieron y siguieron adelante en su empeño por dar a conocer a Jesús, su Persona, su Amor, su Verdad, su entrega, su Redención.

Me impresiona cómo incluso siendo anunciada la inminencia del dolor, de la persecución, del sufrimiento, de ninguna manera buscan huir o resguardarse ni siquiera para sufrir menos, sino que van plenamente conscientes de lo que les viene pues el mismo Espíritu de Dios les va señalando el camino y las cosas que vivirán en cada uno de los sitios que van visitando: "No sé lo que me espera allí, sólo sé que el Espíritu Santo, de ciudad en ciudad, me asegura que me aguardan cárceles y luchas. Pero a mí no me importa la vida; lo que me importa es completar mi carrera, y cumplir el encargo que me dio el Señor Jesús: ser testigo del Evangelio, que es la gracia de Dios". Pablo es el apóstol de la gentilidad, el que ha sufrido torturas, apedreamientos, azotes, cadenas, tormentas, hambre... Una vez lo abandonaron dejándolo por muerto. Me imagino la paliza que le habrían propinado en esa oportunidad... Todo por Jesús. Pero aún así, va adelante en su tarea. Es la tarea que le encomendó Jesús, al que él en un principio perseguía, pero al cual luego se entregó plenamente. 

Y es que en su misión apostólica ellos habían asumido completamente lo que el mismo Jesús les había dicho: "No es el discípulo más que su maestro". Si al Maestro lo habían hecho sufrir de tal manera, lo habían hecho pasar por la peor pasión que jamás nadie haya sufrido, lo clavaron en un cruz, lo habían asesinado como a un delincuente, el discípulo no puede esperar menos...  Quizá, como Pedro, quisieron hacerse los desentendidos en un primer momento, pero después lo asumieron completamente: "Vayamos con Él a morir en Jerusalén"... Jesús cumplió su misión fielmente. Ella consistía en dar gloria a Dios con su obra: "Padre, ha llegado la hora, glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique y, por el poder que tú le has dado sobre toda carne, dé la vida eterna a los que le confiaste. Ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo. Yo te he glorificado sobre la tierra, he coronado la obra que me encomendaste". Jesús había cumplido la voluntad del Padre y con ello había llevado a plenitud la obra encomendada... Cumplió perfectamente. Ahora corresponde a los apóstoles. Y hoy nos corresponde a todos los discípulos de Cristo. A todos los cristianos. No podemos desentendernos de lo que nos corresponde. Como los primeros discípulos debemos asumir que la tarea de la evangelización está por encima de nuestras propias vidas... "Ay de mí si no anuncio el Evangelio", llegó a decir Pablo. Y lo asumió tan radicalmente que ya su vida no era suya, sino la de Cristo. "Para mí, la vida es Cristo, y una ganancia el morir... Vivo yo, mas ya no soy yo, es Cristo quien viven en mí"...

Hoy hacen falta estos anunciadores de Jesús al mundo, que no miren las consecuencias de lo que harán, sino que miren al amor que le tienen a Jesús, que debe ser conocido y vivido por todos los hombres. Sólo el amor puede motivar ponerlo todo en función del Evangelio. Sólo quien ama puede hacerlo sin pensar en sí mismo. Ya el mundo está añorando la obra de los discípulos de Jesús al mismo estilo de los primeros cristianos. Y ya estamos cansados de cristianos que no asumen su papel con seriedad, que se creen más que el Maestro, que se resguardan para no sufrir las consecuencias de la evangelización, que piensan en su fe sólo como un lecho de rosas y algodones en el cual nada los podrá tocar... Vale la pena Jesús. Toda alegría y todo dolor vivido por su causa se multiplica hasta el infinito, pues será causa de la eternidad feliz propia y la de los hermanos. No es buena inversión resguardarse...

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