viernes, 20 de diciembre de 2013

Un amor que hace lo que sea necesario

Dios no dejará nunca de sorprender a los hombres, por una razón muy sencilla: Nos ama infinitamente... El amor es creativo y siempre buscará rutas nuevas para expresarse y para hacer entender al amado que se le ama... Esa es la historia de la salvación. En ella descubrimos las diversas y variadas rutas por las cuales Dios ha querido siempre demostrar a los hombres su inmenso amor. En primer lugar nos creó, nos trajo a la existencia, sin que hubiera ninguna necesidad de que existiéramos. No hubiera cambiado nada en Dios si el hombre no existiera. Dios sería exactamente el mismo, pues los hombres no aumentamos en nada su infinito tamaño, su poder absoluto, su sabiduría eterna, su omnipresencia. Dios será siempre exactamente el mismo, existamos o no... Una cosa es que lo glorifiquemos, en el sentido de que le rindamos la gloria que a Él le corresponde por ser Dios, y otra es que nuestra glorificación aumente su gloria. Glorificarlo nos engrandece a nosotros, no a Él. Su gloria nunca será mayor porque lo glorifiquemos. Nos hacemos mayores nosotros, al reconocer su infinitud, pues nos coloca en el lugar que nos corresponde y así nos hacemos dignos de su amor y de su misericordia...

Luego, cuando hemos pecado, la creatividad del amor divino diseñó el plan de restauración que necesitaba el hombre... Ese plan incluía a un personaje futuro que vendría a restablecer las relaciones que habían sido rotas por parte del hombre. No era un cambio en el amor de Dios, pues Él no puede cambiar, sino que había sucedido un cambio en el amor nuestro hacia Él. Los hombres decidimos ponernos de espaldas a Dios, despreciar su amor, amarnos más a nosotros mismos y a las criaturas que a Él... Habíamos distorsionado gravemente el orden que estaba establecido para que todo fuera "normal"... Hicimos "anormal" un orden que el mismo Dios había establecido y que, por haber surgido de Él, era perfecto... Desnaturalizamos el orden natural de las prioridades del amor y colocamos uno en el que los que salimos perdiendo fuimos nosotros mismos, pues no existe amor mayor y más enriquecedor para nosotros que el de quien es la fuente de todo amor... Ese personaje futuro hará la gesta heroica de restablecer un orden que nosotros habíamos dañado, infligiéndonos el mayor perjuicio y el más trágico que nos podemos imaginar... El amor de Dios hacia el hombre, sin embargo, no sufrió absolutamente ninguna transformación. Al contrario, Dios dejó que hubiera más amor, pues el pecado necesitaba ser curado. Y una herida se cura sólo con mayor atención, con mayor cuidado, con las medicinas necesarias. El pecado sólo puede ser curado, sólo puede ser borrado, con un amor mayor. La medicina para el pecado es el amor. Un amor que se transforma y se enriquece en piedad y misericordia, en clemencia y compasión... Y Dios no iba a pararse, pues si es necesario el amor infinito, el único que lo puede dar es Él... Por eso la salvación y el rescate necesario tenía que surgir también de quien es el amor mayor y de quien era el ofendido...

Y a lo largo de momentos puntuales de aquella historia de creatividad del amor de Dios por nosotros, encontramos un Dios que diseña planes sobre planes. La libertad del hombre, que lo hace equivocarse continuamente cuando la usa equivocadamente, requería del que es la Libertad absoluta y el Amor infinito, la creación continua de nuevos planes. Sin duda, el mal es creativo, pues es inimaginable la cantidad de cosas de las cuales es capaz de "inventar" el demonio y la cantidad de propuestas que en aquella creatividad maligna el hombre es capaz de aceptar... Pero la creatividad del amor es mayor, por lo cual el mal nunca podrá igualar su estrategia. Ese amor viene del que es la sabiduría infinita, por lo que a nuevos planes malignos, el amor responde con nuevas rutas para vencerlos... Así sucedió con Noé, con Abraham, con Lot, con Jacob, con Moisés, con Job... El poder del mal, habiendo obtenido algunas victorias, nunca pudo obtener el triunfo final. Sólo el amor creativo de Dios venció portentosamente en todas esas gestas. Dios no puede ser jamás vencido...

Y en la plenitud de los tiempos, "envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley"... Fue el culmen de la creatividad divina... Ya no eran personajes "enviados" por Dios para hacerse presente a través de ellos en la historia del pueblo, sino que Él mismo decide establecer "su morada entre nosotros". "El Verbo se hizo carne"... ¿Qué mayor creatividad puede existir en el hecho de que el que es el origen de toda idea, de todo plan, se haga presente en la historia pos sí mismo, ya sin intermediarios? Ya los hombres habían recibido algún atisbo de lo que sería ese futuro: "Miren: La virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa 'Dios-con-nosotros'". Pero esta profecía, casi con seguridad, no había sido tomada en su dimensión real. "Dios con nosotros", es decir, Dios que está entre nosotros, Dios que es uno más de nosotros, Dios que es como nosotros... "Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros..." La profecía fue plenamente asumida sólo cuando sucedió de verdad. La creatividad de Dios es tan extrema que sólo puede ser asumida cuando el plan ya se cumple... Es tan sorprendente Dios en su creatividad amorosa por los hombres, que llega hasta lo inimaginable sólo porque ama. El amor es capaz de todo, y Dios lo demuestra. El que es absolutamente trascendente y glorioso, omnisciente y todopoderoso, se rebaja tanto, que deja entre paréntesis todas sus prerrogativas divinas, simplemente porque nos ama...

Y esa creatividad alcanza su culmen, su cumplimiento, en la Anunciación del Ángel: "No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin"... El "Emmanuel, Dios-con-nosotros" que ha sido anunciado en el pasado, es el "Jesús, Dios-que-salva", que se encarna en el seno de María, la Virgen. El Dios anunciado es el Dios cumplido en el vientre de la Virgen Santísima... La historia nos prueba que Dios en su creatividad llegará a los extremos, y que no se guardará nada, con tal de cumplir su intención de salvación. No dejará de hacer absolutamente nada de lo que sea necesario para salvar al hombre, a su amado, al que ama infinitamente. Aunque el hombre no fue necesario en el principio para aumentar en nada sus cualidades propias, se convirtió en el más amado y en el que sería el objeto de las demostraciones más impresionantes de creatividad del amor. Ninguna cosa detendrá esa creatividad. Y estará siempre actuando en favor de cada uno de nosotros, pues Dios nos ama infinitamente y hará lo que sea necesario para tenernos a su lado...

No hay comentarios.:

Publicar un comentario