lunes, 23 de diciembre de 2013

¿Qué va a ser este niño?

Es la pregunta que se hacían todos los que estaban alrededor del nacimiento de Juan Bautista... Era natural que hubiera tal curiosidad, pues todo lo que se estaba tejiendo alrededor de él tenía sabor a misterio, a portento... Voy a intentar dar respuesta a la pregunta, pues por las noticias que ha de Juan Bautista en el Evangelio, podemos entresacarla y tener más o menos claro qué es de este niño que ha nacido...

Este niño es el que fue concebido de manera milagrosa. Sus padres, Zacarías e Isabel, ésta última pariente de la Virgen María, ya se habían resignado a no tener descendencia. Eran ancianos y la época de fertilidad, si la hubieron tenido, ya había pasado... Sólo les quedaba la ilusión de seguir sirviendo a Dios, pues Zacarías era sacerdote del templo, del turno de Abías. Fue mientras estaba en su servicio que se le apareció el Ángel para anunciarle que concebirá con su mujer un hijo... En ese diálogo con el Ángel se ve que tardó mucho, pues los que estaban a la espera de que saliera se extrañaban de que estuviera tanto tiempo dentro. El Ángel de Dios no era sólo el anunciador de la buena noticia, sino también el vengador de la incredulidad de Zacarías. Éste puso en duda lo que le era anunciado, y por eso fue castigado con mudez hasta que el niño naciera... Al salir, sin poder hablar, la gente pudo comprobar que Zacarías había tenido un encuentro misterioso en el lugar santo...

Este niño es el que sirve de prueba a la Virgen María de que para Dios no hay nada imposible. Cuando María pregunta a Gabriel cómo es posible que Ella vaya a concebir en su seno pues no conocía varón, éste le explica cuáles serán los caminos que Dios ha elegido para lograrlo. Y dice: "Ahí tienes a Isabel, tu pariente. Ya está de seis meses la que llamaban estéril. Porque para Dios nada hay imposible"... Isabel embarazada es para María el signo de que Dios lo puede todo, incluso aquello que el Ángel le ha anunciado a Ella: ser la Madre del Redentor, el que viene a salvar al mundo del pecado. Dios lo puede todo, pues la estéril Isabel ha concebido en su seno portentosamente, porque Dios lo ha querido así...

Este niño es el que, habiendo sido concebido en la ancianidad de sus padres, motiva a la Virgen a emprender un camino escabroso, estando ella también embarazada, para atender a su pariente Isabel. María hace gala de su solidaridad extrema, pues sin poner su propio embarazo como excusa, sale al encuentro de su prima Isabel para ayudarla en su embarazo, sobre todo en los últimos meses que le quedan por delante para el parto...

Este niño es el que reconoce en primer lugar quién es Jesús, ese ser maravilloso, Dios que se ha encarnado, que está en desarrollo en el vientre de María. Salta de gozo en el seno de Isabel, cuando se da el encuentro entre ambas mujeres... Y surgen las palabras de Isabel que son la primera confesión de fe del Evangelio sobre la figura de Jesús: "¿Cómo es posible que venga a visitarme la Madre de mi Señor? Apenas sonó tu saludo en mis oídos, la criatura saltó de gozo en mi vientre"... Juan reconoció a Jesús, su primo, y ese salto fue, en cierto modo, su peculiar manera de confesar él también su fe en Jesús, que es el Dios viene a salvar a los hombres...

Este niño es quien ya en su adultez comienza a cumplir su tarea, la que estaba anunciada desde antiguo: Él es la "Voz que clama: En el desierto, preparen camino al Señor; enderecen calzada en la soledad a nuestro Dios. Todo valle sea alzado, y bájese todo monte y collado; y lo torcido se enderece y lo áspero se allane". Juan inició su camino como heraldo de Jesús, como el que anticipaba su camino, como el que preparaba los corazones de los hombres para recibirlo, llamando a la conversión, a la penitencia. Y en esa tarea, a cada uno en particular que se lo pedía, le indicaba cuál era la ruta que debía emprender para tener bien dispuesto el corazón y el espíritu para recibir al Mesías...

Este niño es el que en el Jordán reconoce a Jesús cuando aparece en medio de todos los que eran sus seguidores: "Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo..." No se arrogó Juan ninguna tarea mesiánica, sino sólo la de "Voz que clama". Ese niño es el mismo que había dicho: "Detrás de mí viene uno que es más grande que yo, al que no soy digno ni siquiera de desatarle las sandalias". "Es necesario que él crezca y que yo disminuya..." Tenía perfectamente clara su misión: Ser quien indica quién es la Luz, hacia dónde hay que guiar los pasos...

Este niño es el que envía a sus discípulos al Maestro, para que los convenza de que es a Él al que estaban esperando y no a otro. No lo hace porque él tuviera alguna duda. Él sabía muy bien quién era el Mesías. Lo había percibido desde el seno de su madre, y lo había reconocido en el Jordán. Su interés es que sus propios discípulos no se empeñaran en seguirlo, sino que se fueran con el Mesías al que estaban esperando...

Y finalmente, este niño es el que por su fidelidad a la verdad y a la justicia, a la tarea de convertir los corazones a Jesús, entrega su vida heroicamente, pues denunciaba a Herodes el adulterio que cometía con la mujer de su hermano. Su misión no fue sólo de palabra, sino de acción culminante. Su última gesta fue la de la entrega de su vida por la fidelidad a Dios. No se casó jamás con la mentira o con la conveniencia, sino que fue firme. No era " una caña resquebrajada por el viento o un pábilo vacilante". Era la solidez, la firmeza, las que había ganado en todo el ministerio que había ejercido y que se habían curtido en la vida del desierto... Gritó no sólo con su voz, sino con su cuerpo entregado a la muerte por ser fiel. Su decapitación por fidelidad a la Verdad fue el grito más poderoso que lanzó...

Eso fue de este niño... A los que preguntan sobre Juan Bautista, hay que responderle como respondió Jesús: "Es el mayor entre los nacidos de mujer". Fue la Voz que gritó a todos la necesidad de abrir el corazón al Mesías Redentor, que venía a rescatar al hombre de las garras del pecado y de la muerte. Es el que presentó a Jesús al mundo en su primera aparición pública. Y el que selló su tarea con el broche de oro de la muerte por ser fiel... Juan Bautista es el Precursor, el que abrió el camino a Jesús, el que disminuyó para que Él creciera, el que muriendo por fidelidad a la Verdad y a la Justicia, cumplió perfectamente la tarea que Dios le había encomendado...

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