jueves, 5 de diciembre de 2013

El Ingeniero Jesús

Es impresionante cómo Jesús sabe hasta de ingeniería... En sus conversaciones con los discípulos utiliza infinidad de imágenes para hacerles entender lo que quiere decir... Tan pronto habla de siembra, como luego de pastoreo. Les pone ejemplos de cocina y de vinos, al igual que de medicina. Habla de leyes, tan fácilmente como de viajes... Todas estas imágenes de la cotidianidad son fundamentales en su enseñanza, pues Jesús no sólo habla, sino que va como pintando un cuadro con lo que va diciendo, para que la gente se vaya haciendo una idea visual de qué es lo que les está diciendo y qué es lo que les quiere describir. Así, la cosa no se queda sólo en una charla magistral, sino en una experiencia en la que cada uno se ve envuelto...

Y Jesús se convierte en ingeniero... La idea de la construcción en Israel es una idea muy poderosa. Desde el mismo inicio de su historia Israel fue "edificada", de la mano de Dios, como Ciudad a la cabeza de la Tierra Santa que Dios ponía en sus manos.... Cada israelita tenía como orgullo propio la edificación de su propia morada y su orgullo era estar en "los umbrales" de la Ciudad Santa. "Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén". Estar en la Ciudad Santa, edificada bajo el auspicio de Dios, era estar en la Casa de Dios. Por eso, también para los israelitas era tan importante construir una casa para el mismísimo Dios, en la que se tuviera la certeza de que Él habitaba, y fuera la morada que aseguraba la presencia de Dios en medio del pueblo. Así, como colofón de esta certeza, era esencialmente necesaria la construcción del Templo de Jerusalén, la casa donde habitaba Dios y desde la cual seguía acompañando al pueblo de Israel en todas sus vicisitudes, desde donde los bendecía, los inspiraba, le daba las certezas que necesitaba...

Jesús mismo nos habla ya no sólo de las construcciones, sino de cómo Él mismo es parte de los "materiales" necesarios para la construcción. Haciéndose eco de lo que ya se había dicho en el Antiguo Testamento, Él mismo se descubre como "la piedra que desecharon los arquitectos, y que es ahora la piedra angular". En la idea de los constructores de la Ciudad Santa, la piedra angular es piedra fundamental para la construcción. Al ser una ciudad asentada sobre colinas, prácticamente todas las construcciones están hechas en pendiente. La piedra angular es la piedra que está en la esquina más baja de la construcción del edificio, por lo cual es la que carga sobre sí el peso de prácticamente toda la estructura. Por eso es muy importante que sea una piedra dura, resistente, grande. Es esencial que sea bien escogida, pues si se escoge una piedra débil, que se quiebre, que no resista el peso, llegará el momento en que toda la construcción se vendrá abajo. Más aún, jamás puede ser desechada una piedra angular, pues de ser así, la construcción no poseería absolutamente ningún sustento, y ni siquiera se podría empezar a hacer el edificio...

Pues bien, Jesús es la piedra angular de la construcción de cualquier edificio de fe. Cuando Él no está, no hay posibilidad alguna de construir nada. Quien pretenda edificar su vida espiritual sobre piedras distintas a Jesús, está colocando bases endebles y se arriesga  a que su espiritualidad esté siempre en la cuerda floja, pues no resistirá embates fuertes. Será continuamente una construcción en riesgo de caer estrepitosamente... ¡Cuántos quieren poner en la base de su espiritualidad piedras hasta absurdas! ¡Cuántos prefieren colocar hechizos, brujerías, rituales esotéricos... para edificar una espiritualidad que vacía totalmente de la solidez necesaria la experiencia de fe! ¡Cuántos no han sustituido a la Piedra Angular, que es Jesús, por ellos mismos, por cosas, por ídolos, sustentando el edificio de su vida sobre lo más endeble, que es la criatura creada! Los que así pretenden hacer quizá lo hacen con la idea de poder casi "dominar" el mundo espiritual.

Pensemos: El secreto de la Piedra Angular está en estar escondida en la base del edificio. Para quien no ve lo que está por debajo, la piedra angular permanece siempre en lo oculto, en el misterio de los escondido. Pero la solidez del edificio, cuando se ve su robustez y su estabilidad, convence que la piedra está ahí, que no falta, que el edificio ha sido construido sobre una buena base... Si alguien pretendiera hacer "evidente" la piedra angular, lo más probable que logre es que al despejarla, le quite toda su fuerza, la descoloque, la debilite... En el misterio está parte de la fortaleza de la piedra angular. Quien pretenda dominar absolutamente todo el misterio, debe pensar, en primer lugar, que está pretendiendo algo imposible, pues Dios siempre se reservará algo de su misterio insondable para el mismo bien del hombre. Y por otro lado, en la idea absurda del dominio de lo espiritual, el hombre llega a "perder el respeto", pensando que al dominarlo ya está en sus manos y puede hacer con él lo que le venga en gana. Eso jamás sucederá con Dios, pues Dios es absolutamente trascendente y permanecerá siempre en lo velado de la realidad inalcanzable. Como dice San Pablo: "Vemos como en un espejo..." Cierto que al final del tiempo, cuando ya estemos en la presencia definitiva de Dios, "veremos cara a cara, y conoceremos como somos conocidos..."

De nosotros depende lo que sucederá en ese futuro eterno. Si edificamos sobre la piedra angular, llegaremos al conocimiento pleno del misterio absoluto de Dios. Seremos iguales a Él, pues Él nos hará participar de toda su naturaleza plenamente... Pero si edificamos sobre arena, sin la piedra angular, nuestra edificación se vendrá abajo al primer embate de las aguas... Y no podremos seguir avanzando, pues no quedamos en esta vida a medio camino, pretendiendo que lo nuestro es más sólido que el mismo Dios, que el mismo Jesús, que es la piedra angular que habremos rechazado...

El ingeniero Jesús nos hace ver cuál es el secreto para la solidez de nuestra construcción. Edificar sobre Él, sobre su Palabra, sobre su voluntad. No existe nada fuera de Él que sea más sólido para construir nada. Sólo Él, la Piedra Angular da el sustento definitivamente sólido para lograr resistir los embates de cualquier fuerza contraria. Sólo es el Piedra Angular, por eso no debemos rechazarla... Hagámosle caso al Ingeniero. No seamos tontos y no nos quedemos con la debilidad de las piedritas arenosas que son las de nuestro ego, las de las cosas creadas, las que no tienen ningún sustento en sí mismas...

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