jueves, 17 de diciembre de 2020

Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, Señor de la historia

 Oración del sábado: «Jacob fue padre de José, el esposo de María, de la cual  nació Jesús, que es llamado Cristo» - MVC

A lo largo de la historia ha habido personajes que han puesto en duda la verdadera divinidad o la verdadera humanidad de Jesucristo. Algunos han sido hombres de verdadera ilustración que han tratado de argumentar sólidamente sus afirmaciones. Con ello, en momentos álgidos de la historia de nuestra fe, se ha creado un clima de mucha tensión, pues evidentemente para los que fundan su fe en la verdad verdadera e irrefutable de la doble naturaleza de Cristo, estando esto por supuesto más que claro, ha representado la necesidad de emprender la tarea de buscar los argumentos teológicos que sirvan para refutar las negaciones. Se ha dado la lucha contra las llamadas herejías cristológicas, que son las que van directamente a la diana de la clarificación sobre quién es Jesús, cuál es su origen, por qué es el Mesías, cómo se ha convertido en el Hijo de Dios, por qué ha sido enviado por el Padre para rescatar al hombre, cómo ha cumplido su misión de rescate amoroso del hombre que se había perdido por su pecado, cuál fue la razón de haber asumido el sufrimiento extremo para ese rescate, por qué siendo el más santo y puro de todos los hombres ha sido capaz de cargar sobre sus hombros los pecados de todos siendo Él el único inocente entre todos los hombres, por qué tuvo que mostrar el mayor amor de Dios por los hombres en medio de los tormentos más crueles e inimaginables. Las verdades sobre el Mesías son tantas y de tal magnitud que la tarea de argumentación y de descubrimiento de ellas ha sido siempre inmensa y lo seguirá siendo, pues siendo Él verdadero Dios y verdadero hombre, es una fuente inagotable de Verdad y de vida, y nos ha permitido poder bucear en ella para que lo conozcamos cada vez mejor.

Entre otras muchísimas cosas más, Jesús es el Señor de la historia. En sus manos está el mundo entero, está cada uno de nosotros, está cada uno de los hombres. El anuncio de su venida, que llena de gozo el corazón del pueblo de Israel, ofrece el mejor sustento para vivir el gozo auténtico, al fundarse en la esperanza del cumplimiento de la promesa de eternidad feliz que se nos ha hecho. Desde antiguo, esa promesa está en la mente y en el corazón de Israel, y a través de él nos ha llegado a todos. El Patriarca Jacob, atisbando ese futuro, siendo instrumento de revelación para Dios, bendice a sus hijos, y especialmente a Judá, y le anuncia el gozo de la futura aparición de ese Redentor que vendrá sin duda a hacer efectiva la promesa: "En aquellos días, Jacob llamó a sus hijos y les dijo: «Reúnanse, que les voy a contar lo que les va a suceder en el futuro; agrúpense y escúchenme, hijos de Jacob, oigan a su padre Israel: A ti, Judá, te alabarán tus hermanos, pondrás la mano sobre la cerviz de tus enemigos, se postrarán ante ti los hijos de tu padre. Judá es un león agazapado, has vuelto de hacer presa, hijo mío; se agacha y se tumba como león o como leona, ¿quién se atreve a desafiarlo? No se apartará de Judá el cetro, ni el bastón de mando de entre sus rodillas, hasta que venga aquel a quien está reservado, y le rindan homenaje los pueblos". Alabando y bendiciendo a su hijo Judá, delante de todos sus hermanos, anuncia que el Mesías llegará como descendiente de su tribu, elegida para dominar sobre todos los demás, con el añadido de que de ella saldrá quien regirá sobre todo el orbe y llevará al mundo a su plenitud. De Judá saldrá quien será el Señor de la historia.

Jesús, siendo el Señor de la historia, comenzará a formar parte de esa historia por la iniciativa del Padre del Amor. Es el verdadero Dios que se hace verdadero hombre. Y quiere dejarlo muy claro desde el mismo inicio de su existencia humana. El inicio del Evangelio de San Mateo denota el interés del Evangelista por dejarlo bien claro. Jesús no es un advenedizo de la humanidad. Tiene una historia anterior que avala su condición de un hombre más que forma parte de la naturaleza humana. Son datos, además, históricos, pues el Evangelista ha hecho su investigación. Cada nombre de la larga lista de la genealogía de Jesús es verificable. No son invenciones. Y concluye con la afirmación del nacimiento virginal, con lo cual confirma además su antecedencia divina: "Libro del origen de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán. Abrahán engendró a Isaac, Isaac engendró a Jacob, Jacob engendró a Judá y a sus hermanos. Judá engendró, de Tamar, a Farés y a Zará, Farés engendró a Esrón, Esrón engendró a Aran, Aran engendró a Aminadab, Aminadab engendró a Naasón, Naasón engendró a Salmón, Salmón engendró, de Rajab, a Booz; Booz engendró, de Rut, a Obed; Obed engendró a Jesé, Jesé engendró a David, el rey. David, de la mujer de Urías, engendró a Salomón, Salomón engendró a Roboán, Roboán engendró a Abías, Abías engendró a Asaf, Asaf engendró a Josafat, Josafat engendró a Jorán, Jorán engendró a Ozías, Ozías engendró a Joatán, Joatán engendró a Acaz, Acaz engendró a Ezequías, Ezequías engendró a Manasés, Manasés engendró a Amós, Amós engendró a Josías; Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, cuando el destierro de Babilonia. Después del destierro de Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel engendró a Zorobabel, Zorobabel engendró a Abiud, Abiud engendró a Eliaquín, Eliaquín engendró a Azor, Azor engendró a Sadoc, Sadoc engendró a Aquín, Aquín engendró a Eliud, Eliud engendró a Eleazar, Eleazar engendró a Matán, Matán engendró a Jacob; y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo. Así, las generaciones desde Abrahán a David fueron en total catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce; y desde la deportación a Babilonia hasta el Cristo, catorce". Hay una historia real de la llegada del Dios que se hace hombre. Y es una historia sólida y con fundamento científico. Quien se atreva a negar la venida en carne humana del Dios Redentor tiene que sentirse muy atrevido para hacerlo, pues son argumentos prácticamente irrefutables. Por tanto, la verdad absoluta es que el mismísimo Dios ha venido a visitarnos para traernos en la Persona de su Hijo eterno su amor infinito e interminable. Y a través de Él, a traernos el cumplimiento de la promesa de la salvación añorada y la llegada de su Reino de amor que no se acaba, al que nos llama insistentemente desde que nos creó y nos prometió guardarnos eternamente en su corazón de amor para que sintamos para siempre su amor y la plenitud de la alegría.

2 comentarios:

  1. Dios nuestro, t suplicamos mantenernos siempre viva la disposición de seguirte con totalidad y desinteres ya q su Reino no se acaba☺️

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  2. El sigue siendo Dios y verdadero hombre, Jesús es el hombre de la historia, asumiendo la condición humana.Gracias Señor y Salvador por hacerte compañero de Jornada!

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