domingo, 27 de diciembre de 2020

Jesús, María y José, la Sagrada Familia humilde y sencilla, instrumento de salvación

 Mis ojos han visto a tu Salvador! – Grita al mundo

La Creación surgida de las manos amorosas y poderosas de Dios posee una cantidad de cualidades inusitadas que habla de lo extraordinario que es su autor. De esas manos ha surgido limpia, incontaminada, pura, sin mancha. En ella ha colocado todo lo que será necesario para la subsistencia feliz y sólida de la criatura a la que será ubicada en el centro, el hombre, en cuyo amor encontramos la razón última de la existencia de todo. Toda esa bondad de lo creado tiene un solo objeto: agradar al hombre, pues es por él que adquiere sentido el que Dios haya decidido salir de sí mismo y derramar su amor y su poder fuera de sí. Todo lo pone Dios en las manos del hombre. Su objetivo no es simplemente el que el hombre "viva bien", sino que apunta a que, siendo el receptor de todos los beneficios, reconozca a Dios como su hacedor, su sustentador, la única fuente de todos los bienes de los cuales disfruta desde su primer respiro. Este itinerario de enseñanza que emprende Dios para instruir a su criatura tiene un añadido que no puede ser dejado a un lado. Habiendo sido creado a "imagen y semejanza de Dios", tiene, además de todas las cualidades divinas que quiso Dios donarle, algo que en la intimidad divina es parte integral de su propio ser. Es la condición de ser comunitario. Dios no es un solitario. Es profundamente comunitario. Esa condición de ser comunitario es esencial. Dios en sí mismo es familia y ese sello lo ha dejado como impronta imborrable en el hombre. Si Dios quiere que el hombre se le parezca, lo marca con el sello de lo esencial de la vida comunitaria. Y si el hombre hace su esfuerzo por parecerse a Dios, igualmente debe asumir su condición de ser comunitario. El mismo Padre en el momento creador sentenció: "No es bueno que el hombre esté solo". Y en la plenitud del gozo humano, al haber sido creada la mujer, Adán exclama con alegría: "¡Ahora sí, esta es carne de mi carne y huesos de mis huesos!" El hombre estaba así completo. Comprendía que su plenitud estaba en la experiencia vital junto a otros, y no en una vida encerrada en sí misma, en el egoísmo y el rechazo a los demás.

Esta condición comunitaria del hombre tiene su expresión nuclear en la célula más pequeña, pero más importante de la sociedad. Lo más cercano al hombre y lo que tendrá más influencia en su vida, sin duda alguna, es ese núcleo básico de "los suyos". Es la familia humana la que se sumará como primer escalón en todo el tejido de la vida de la comunidad. La familia será el primer paso que se deba dar para iniciar la construcción de una nueva sociedad. En la base debe estar esa familia natural que es atractiva para todos, por encima de lo que nos quieran hacer creer otras voces culturales que apuntan a la anarquía y preferirían que fuera el caos el que reine. Nunca faltarán quienes vayan en contra de lo que es tradicional. Cuando hablamos de tradicional debemos alejarnos rápidamente de lo que entendemos como retrógrado, como lo quieren acentuar aquellos que buscan la destrucción de la sociedad. Lo tradicional, en todo caso, es todo aquello que ha ayudado a construir una nueva sociedad, que ha logrado mantener valores que son eternos y que nunca cambiarán, que nos hacen apuntar a la búsqueda de las mejores condiciones de vida para todos, apuntando a una vida de felicidad plena y de beneficios para todos. Eso es lo tradicional. Lamentablemente hay quienes, dejándose llevar por los criterios propios, por el egoísmo y la vanidad, van por un camino contrario que fatalmente nos puede estar conduciendo a una debacle de dimensiones inmensas. Aún así, Dios sigue actuando y nunca dejará de hacerlo, pues en su designio amoroso el final del camino es el de la plenitud, y nos invita a todos a hacer el esfuerzo por avanzar en estas rutas de riqueza en la vida de familia: "El Señor honra más al padre que a los hijos y afirma el derecho de la madre sobre ellos. Quien honra a su padre expía sus pecados, y quien respeta a su madre es como quien acumula tesoros. Quien honra a su padre se alegrará de sus hijos y, cuando rece, será escuchado. Quien respeta a su padre tendrá larga vida, y quien honra a su madre obedece al Señor. Hijo, cuida de tu padre en su vejez y durante su vida no le causes tristeza. Aunque pierda el juicio, sé indulgente con él, y no lo desprecies aun estando tú en pleno vigor. Porque la compasión hacia el padre no será olvidada y te servirá para reparar tus pecados".

Esa experiencia de vida comunitaria, marcada por el estilo familiar íntimo de Dios es el que se empeñaban en vivir los primeros cristianos, y el que ha querido la Iglesia que trascienda y sea el estilo de vida de los cristianos. No deberíamos apuntar a otro. Y esto debemos hacerlo incluso en contra de las voces que quieran convencernos de que existen caminos mejores. No existe nada mejor que lo que nos propone Dios en Jesús. Él añora que cada uno de nosotros alcance esa plenitud que nos regala su amor. Y eso pasa por una vida comunitaria sólida, concretada específicamente en una buena vida de familia. Jesús es el portador de las mejores noticias para los hombres. Por ello, ya desde niño se convierte en el anunciador de esas noticias que son insuperables para el gozo de los hombres. Simeón y Ana, aquellos ancianos que esperaban en el Templo la aparición del Mesías que se hacía presente en la historia, manifiestan el gozo de todo el pueblo. Se hacen portavoces de todos, anunciando el gozo de la llegada del Mesías que tanto añoraban: "Cuando se cumplieron los días de su purificación, según la ley de Moisés, lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: 'Todo varón primogénito será consagrado al Señor', y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: 'un par de tórtolas o dos pichones'. Había entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo estaba con él. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Y cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con Él lo acostumbrado según la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: 'Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel'. Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del Niño. Simeón los bendijo y dijo a María, su madre: 'Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción —y a ti misma una espada te traspasará el alma—, para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones'. Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, ya muy avanzada en años. De joven había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones noche y día. Presentándose en aquel momento, alababa también a Dios y hablaba del Niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén". Era un momento central de le experiencia de fe del pueblo. El gozo de la llegada del Mesías. Y Dios les concedió a estos dos ancianos el regalo extraordinario de vivirlo en carne propia... Procuremos nosotros también vivir el gozo del encuentro de ese Niño Jesús que viene a salvarnos. Él ha venido escoltado de la mano de sus padres María y José, la Sagrada Familia, que viven estos momentos con la perplejidad propia de los sencillos que se sienten sobrepasados de tanto amor. Sintámonos también nosotros sobrepasados de amor. Es un  amor infinito, que quiere Dios que sea nuestro y que lo vivamos en el estilo humilde y sin ruido de esa Sagrada Familia que ha cambiado la historia de la humanidad.

4 comentarios:

  1. Amado Señor, ilumina nuestra mente y corazón en esta oración y danos la fortaleza para cumplir la voluntad De Dios☺️

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  2. La familia humana, será el primer escalón en la construcción de la vida en comunidad, en esa familia Jesús aprendería a estar atento al Padre del cielo y a convertirse para muchos en signo de misericordia.Te pedimos Señor a mantener viva en las familias la llama de la fe, aún en tiempos de oscuridad.

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  3. La familia humana, será el primer escalón en la construcción de la vida en comunidad, en esa familia Jesús aprendería a estar atento al Padre del cielo y a convertirse para muchos en signo de misericordia.Te pedimos Señor a mantener viva en las familias la llama de la fe, aún en tiempos de oscuridad.

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  4. La familia humana, será el primer escalón en la construcción de la vida en comunidad, en esa familia Jesús aprendería a estar atento al Padre del cielo y a convertirse para muchos en signo de misericordia.Te pedimos Señor a mantener viva en las familias la llama de la fe, aún en tiempos de oscuridad.

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