miércoles, 16 de diciembre de 2020

Jesús hace realidad el Tiempo Nuevo del Amor

 Parroquia Beato Álvaro de Córdoba: «¿Eres tú el que ha de venir o tenemos  que esperar a otro?»

La realidad sobre la que se sustenta nuestra fe está muy clara para todos, desde que Dios, después de crear al mundo, decidió también autorevelarse a los que había puesto en medio de la creación como sus criaturas predilectas. No quiso de ninguna manera el Señor que el hombre quedara en el mundo viviendo en la inconsciencia sobre quién era él en sí mismo, sobre por qué había venido a la existencia, sobre el decreto de amor que Dios había pautado para explicar la existencia del hombre y sin el cual su vida se vaciaría de todo su sentido, sobre la cantidad de dones maravillosos que le eran concedidos desde ese amor, y sobre su compromiso en el mundo para lograr y luchar por apuntar a lograr siempre lo mejor para sí mismo, para los demás hermanos y para el mundo que habita. El amor creador no se ocupó solo de crear, sino de rodear absolutamente todo de las mejores condiciones y de las exigencias naturales a quien ponía todo en sus manos. Está claro que Dios no quiere a su lado a quien no asume esto como esencia de vida. Por supuesto que en medio de todo, nunca se debe dejar a un lado la contemplación de que el tesoro de la libertad se mantendrá siempre inamovible, pues es el atributo divino que el Señor ha querido que posean los hombres, para que ejercieran con toda propiedad el ser "Imagen y Semejanza" suya, y porque su amor por ellos es infinito y eterno. De esa manera se explica el por qué en esa misma historia de beneficios que tiene a Dios como fuente, surge una historia paralela en la que el empeño de las criaturas va por la vía contraria, buscando liberarse de ese amor, con la única explicación posible de la soberbia y del egoísmo.

Dios se identifica con su pueblo. No quiere que camine en la oscuridad. La lealtad del Señor es extrema: "Yo soy el Señor, y no hay otro, el que forma la luz, y crea las tinieblas; yo construyo la paz y creo la desgracia. Yo, el Señor, hago todo esto. Cielos, destilad desde lo alto la justicia, las nubes la derramen, se abra la tierra y brote la salvación, y con ella germine la justicia. Yo, el Señor, lo he creado'. Así dice el Señor, creador del cielo —Él es Dios—, Él modeló la tierra, la fabricó y la afianzó, no la creó vacía, sino que la formó habitable: 'Yo soy el Señor, y no hay otro. —No hay otro Dios fuera de mí—. Yo soy un Dios justo y salvador, y no hay ninguno más. Vuélvanse hacia mí para salvarlos, confines de la tierra, pues yo soy Dios, y no hay otro. Yo juro por mi nombre, de mi boca sale una sentencia, una palabra irrevocable: Ante mí se doblará toda rodilla, por mí jurará toda lengua'; dirán: 'Sólo el Señor tiene la justicia y el poder'. A Él vendrán avergonzados los que se enardecían contra él; Con el Señor triunfará y se gloriará la estirpe de Israel". En esa historia paralela en la que se establece una competencia entre la fuerza de Dios y el poder que pueda llegar a tener el hombre, ambas fuerzas se hacen presentes y yendo por caminos distintos tratan de establecer su dominio. Dios lo hará siempre desde el amor por todo lo que ha surgido de su mano, razón última de la existencia de todo. Los hombres, los que quieren apartarse de Dios siendo absolutamente autónomos y egoístas, que no aceptan la invitación del Amor a estar con Él, buscarán alejarse más. Comienzan a surgir así las luchas intestinas entre hermanos, las injusticias, las humillaciones, los terribles cismas de la fraternidad y de la solidaridad que quedarán heridas, cuando más bien deberían ser conductas comunes entre quienes han surgido de la misma fuente del amor. El mundo se encamina así por rutas que jamás estuvieron contempladas en el diseño original de Dios.

Juan Bautista, ante esta debacle que el mismo hombre está procurando para sí, siendo la Voz que clama en el desierto, pidiendo que cada hombre y mujer de la historia comience a vivir en la esperanza de que todo está iniciándose para ser renovado por la obra de Cristo, y sabiendo que muchos aún son reticentes a recibir y a aceptar con gozo la llamada, respondiendo positivamente pues ponen sus expectativas no solo en lo que viven actualmente, que puede ser ciertamente entendido como un "ocultamiento" del amor, por las circunstancias de injusticia, de dolor, de enfermedad, de hambre, de injusticia que pueden estar viviendo, que los hacen llegar incluso a perder toda esperanza de que la vida será mejor y plena, insiste con insistencia clara. Quiere asegurarse de que no está nadando en vano. Se sabe elegido, pero quiere también seguridad y esperanza sólida. Y la quiere también para los suyos: "En aquel tiempo, Juan, llamando a dos de sus discípulos los envió al Señor diciendo: '¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?' Los hombres se presentaron ante Él y le dijeron: 'Juan el Bautista nos ha mandado a ti para decirte: '¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?' En aquella hora Jesús curó a muchos de enfermedades, achaques y malos espíritus, y a muchos ciegos les otorgó la vista. Y respondiendo, les dijo: 'Vayan y anuncien a Juan lo que han visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan, los pobres son evangelizados. Y ¡bienaventurado el que no se escandalice de mí!'" Juan está en su derecho. Y lo ejerce. Hay quien dice que envía a esta embajada de dos discípulos, más para que ellos mismos se convenzan y se queden con Jesús como sus discípulos. Lo cierto es que Jesús, en su testimonio vital no hace otra cosa que asegurarnos de que algo nuevo está sucediendo. El bien, como siempre, se ha seguido haciendo siempre. No puede ser de otra manera pues el mismo Dios es su fuente, y esa fuente jamás ha dejado ni nunca dejará de manar. La diferencia es que ya no hay intermediarios. Jesús es Aquel a quien se ha estado esperando desde el principio. Y Él mismo ha venido ha realizar la obra de amor con su propias manos, en la entrega incluso de su cuerpo por amor. Ciertamente ya se ha hecho presente quien hace nuevas todas las cosas. Será el tiempo nuevo. El que ya hemos empezado a vivir porque ha venido a nosotros nuestro Mesías. Y ya, y hasta que lleguemos a la meta, junto a nuestros dolores y anhelos, debe estar presente nuestra feliz esperanza de que los regalos de amor no se detendrán jamás, porque el amor de Dios por nosotros es inagotable.

4 comentarios:

  1. Abre Señor nuestro corazón, para q sepamos experimentar tu amor en esta meditación, pedimos tu gracia para poder reconocerte en los demás🙂

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  2. Ante la pregunta ¿eres tú el que tenía que venir o debemos esperar a otro? La respuesta de Jesús son sus obras, pero no todos fueron capaces de descubrirlo a lo él vuelve a decirnos ¡ Bienaventurado el no se escandalice de mí!

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  3. Ante la pregunta ¿eres tú el que tenía que venir o debemos esperar a otro? La respuesta de Jesús son sus obras, pero no todos fueron capaces de descubrirlo a lo él vuelve a decirnos ¡ Bienaventurado el no se escandalice de mí!

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  4. Buenas tardes:

    El Señor no le responde a Juan, sino que envía a los discípulos de Juan, con un mensaje evidencial, de lo que hace y sigue haciendo, para que el mismo se responda y también nosotros descubramos que el amor de Dios se manifiesta en nosotros,cuando coincidimos encontrándonos con él y haciendo para nosotros lo mejor.

    Siempre el amor de Dios nos reserva un momento para coincidir con él, convertirnos y creer en el mensaje de Jesucristo, nuestro señor. Amén 🙏.

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