viernes, 15 de noviembre de 2019

Pierdo mi vida en ti, para recobrarla en ti

Resultado de imagen para llovio fuego y azufre y acabo con todos

El género apocalíptico en la Biblia es aquel que hace la revelación de lo que sucederá al final de los tiempos, cuando se dé el regreso triunfal de Jesús, y ya todas las cosas sean restituidas en Él y puestas a sus pies. Será el tiempo del reinado absoluto de Jesús sobre todas las cosas, en el que se vivirá la total concordia y la paz definitiva e inmutable, pues no habrá ya nada que se oponga a su poder y a su realeza. El mal habrá sido definitivamente vencido y el demonio habrá sido expulsado de la vida de los hombres. A este género pertenece principalmente el Libro del Apocalipsis, pero no exclusivamente él. Hay género apocalíptico también en el Antiguo Testamento, por ejemplo en el libro de Daniel, y lo hay también en el Nuevo Testamento, principalmente en los Evangelios de Mateo y de Lucas, cuando se refieren al juicio final y al final de los tiempos. Cuando leemos estos textos ponemos generalmente el acento en lo trágico que, sin duda, impresiona. Leer sobre destrucción, sobre desastres meteorológicos, sobre muertes, sobre dolor y sufrimiento, siempre dejará en nosotros un impresión sobrecogedora. Pero debemos esforzarnos también en escudriñar en los mismos textos para no quedarnos solo con la impresión negativa que produce la primea lectura, sino ahondar para poder percibir lo que Dios quiere transmitirnos de constructivo y atractivo.

El mensaje final que quiere hacer llegar Jesús a todos los hombres es el mensaje de salvación, que se basa en su amor infinito y en su misericordia por nosotros. De ninguna manera puede reducirse a un mensaje atemorizante que suscite solo terror y sugiera solo tragedia. Lo que debe quedar en la mente y en el corazón de los creyentes es una llamada de atención de Jesús hacia todos, para asumir responsablemente el papel que nos corresponde llevar adelante para alcanzar esa felicidad eterna a la que estamos destinados y llamados. La sentencia de Jesús es determinante: "El que pretenda guardarse su vida la perderá; y el que la pierda la recobrará. Os digo esto: aquella noche estarán dos en una cama: a uno se lo llevarán y al otro lo dejarán; estarán dos moliendo juntas: a una se la llevarán y a la otra la dejarán". "Guardar la vida" es asumir que la vida depende de uno mismo exclusivamente, sin referencia a la eternidad. "Perder la vida" es saber que ella está en las manos de Dios y a Él volverá. Es, por lo tanto, cuestión de optar, sin quedarse con la mira corta de la propia existencia temporal. Mirar con amplitud de mira, sabiendo que por encima de todo lo que existe, está el Creador de todo, hacia quien tiende toda la historia de la humanidad.

La invitación de la Sagrada Escritura es a no cometer la torpeza de quedarse admirando a la criatura -nosotros mismos u otra-, desdeñando a quien es la razón de la existencia de todo. "Eran naturalmente vanos todos los hombres que ignoraban a Dios y fueron incapaces de conocer al que es, partiendo de las cosas buenas que están a la vista, y no reconocieron al Artífice, fijándose en sus obras, sino que tuvieron por dioses al fuego, al viento, al aire leve, a las órbitas astrales, al agua impetuosa, a las lumbreras celestes, regidoras del mundo. Si, fascinados por su hermosura, los creyeron dioses, sepan cuánto los aventaja su Dueño, pues los creó el autor de la belleza; y si los asombró su poder y actividad, calculen cuánto más poderoso es quien los hizo; pues, por la magnitud y belleza de las criaturas, se descubre por analogía el que les dio el ser". Esta es la llamada de atención del Señor a todos. Lo que está anunciado significa la destrucción de todo lo que no es Dios, a lo cual muchos han decidido servir, despreciando al que es autor de todo ello. Quienes han optado, por el contrario, por reconocer a Dios como el Señor de todo lo creado, el sustentador y providente único, la meta hacia la cual se dirige la historia, y no han basado su confianza y puesto su vida en lo que no es eterno sino pasajero, serán los triunfadores. Será aquellos que recuperarán su vida, por cuanto la han puesto en las manos del único dueño de todo y de todas las vidas y por lo tanto, en el único que puede darla de nuevo. Es el final de la historia. Y es un final feliz. Pasará por una purificación, pero llegará a la meta de la felicidad plena añorada por quien ya había puesto su vida en las manos del Creador, adornándola con las buenas obras de la fraternidad, el amor, la justicia y la paz.

1 comentario:

  1. Buen Blog para leer y meditar, para.salir un poco de tanta conflictividad política, calma las ansias y obliga a la reflexión.

    ResponderBorrar