miércoles, 9 de abril de 2014

Cuidado con los manipuladores de oficio

La esclavitud no es sólo cuestión de cadenas físicas. Ciertamente, en la época pasada, cuando la esclavitud era un "comercio normal" y hasta "legal", se distinguía a los esclavos porque los llevaban encadenados para ser vendidos, y luego eran tratados como "cosas", muy lejos de ser considerados personas con derechos. Un esclavo pierde todos sus derechos, sólo tiene obligaciones. Y jamás debe ocurrírsele oponerse a los dictámenes del "amo", pues eso le acarrearía hasta la muerte. Una "cosa" que no sirve para lo que se compró, ya no es útil, y simplemente se desecha, se hace desaparecer... Gracias a Dios, esta tara inmensa que vivió la humanidad por tantos años, ha desaparecido... Pero lamentablemente, aun cuando ya no hay esta esclavitud física -al parecer hay algunos focos aún en algunas sociedades más primitivas, que pronto, seguramente, terminarán también desapareciendo-, hay una esclavitud más sutil, maquiavélica, goebbeliana, que precisamente por ser más sutil es más malévola...

Se trata de la esclavitud de las voluntades y las conciencias, la que domina no con cadenas físicas, sino con cadenas espirituales, psicológicas, insensibles... Es la manipulación de los poderosos que pretenden dominar  a los débiles con la mentira, con la manipulación, con las dádivas ocasionales, con el disfraz de amigo cuando en realidad son sus más grandes explotadores. Es, realmente, una esclavitud detestable, pues requiere de un muy bien programado artilugio que incluye sadismo, sufrimiento provocado, colocar al borde del abismo, crear necesidades primarias, suscitar esperanzas inmediatas para paliar pero no para resolver. Las mentes que planifican estas esclavitudes son, sin duda alguna, demoníacas...

En nuestras grandes sociedades, marcadas por el individualismo, por el egoísmo, por el aprovechamiento, por el mercantilismo, por el colectivismo que difumina y no deja identidad personal, esta táctica está inmensamente extendida. El capitalismo sin corazón se cansa de crear necesidades que no existían previamente, con tal de no perder a los clientes. No ha terminado de surgir alguna novedad que ha arrasado en el mercado, cuando ya está surgiendo otra que, según sus creadores, supera infinitamente a la anterior, y es imprescindible tenerla... Los compradores son como esas filas de esclavos que iban unos detrás de otros, azotados para aercarlos al gran templo que es el local comercial. Me impresiona realmente ver, cuando surge un nuevo producto, las colas de gente a las puertas de los negocios que los van a vender en exclusiva... Nada lo diferencia de las colas de esclavos... O el signo distinto, cuando se crean necesidades de productos de primera necesidad, y se asume la exclusiva de su distribución y comercialización, para dar la apariencia de ser los salvadores, los redentores, creando así una cadena que esclaviza y ata indefectiblemente, pues quien tiene necesidad sólo fija su mirada en quien se la pueda resolver. Esa apariencia de cordero, siendo en realidad un lobo feroz que engulle las conciencias y las voluntades, es realmente diabólica... El pobre, el humilde, el débil, no tendrá tiempo de discernir porqué se ha llegado a esa situación, pues la necesidad le obnubila la conciencia y simplemente buscará resolver la necesidad por la que pasan él y sus hijos...

Los manipuladores, los esclavistas, tienen muchos signos. Se acusan mutuamente, pero actúan de la misma manera. Se publicitan ellos mismos como los salvadores contra los esclavizadores, pero lo que proponen en el fondo es simplemente un cambio de signo de la esclavitud... Por eso, Jesús nos propone la Verdad como el arma más eficaz para lograr la libertad: "La Verdad los hará libres". Por definición, la Verdad es el acoplamiento de la percepción con la realidad. Y la realidad es múltiple. La Verdad ilumina a la realidad, la hace caminar por rutas correctas, la hace valer la pena cuando se la conduce por las vías de la plenitud. Por eso hará libre. Quien sigue a la Verdad tendrá siempre la posibilidad de ver el camino por el que debe andar con una óptica distinta, animadora, esperanzadora, pues llegará siempre a buen puerto, ya que la Verdad nunca engaña, porque es la Verdad en sí misma...

El imperio de los manipuladores es el de la mentira. Es el del sometimiento mediante tácticas maquiavélicas de la población. Es la técnica propia del demonio, que engañó a Adán y a Eva con la sugerente frase de "Serán como Dios"... Con eso ganó el apoyo de los débiles, de los manipulados, de los esclavizados. E inició la historia de la más terrible esclavitud del hombre, la de su espíritu. Desde ese momento, la debilidad extrema en la que quedó el hombre lo destruyó. Habiendo estado fundado en Dios, el Todopoderoso, quedó a merced del demonio, pues se fundó en sí mismo, criatura débil e indigente... Es el peor favor que se ha podido hacer a sí mismo: Abandonar a Dios, la fortaleza inexpugnable, y refugiarse en sí mismo, absolutamente débil y necesitado...

La Verdad libera. Y la Verdad es Dios. Pilato preguntó a Jesús "¿Y cuál es la Verdad?". No recibió respuesta. Jesús le respondió con su silencio. Pilato tenía la Verdad frente a él, y no fue capaz de descubrirla. La Verdad es Jesús mismo -"Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida"- y quien lo sigue a Él con fidelidad es verdaderamente libre. Nadie es libre si no sigue a Jesús... El único y verdadero liberador es Dios, en su Hijo Jesús. Los tres jóvenes fueron liberados del fuego por Dios al cual ellos se mantuvieron fieles. Mantener la fidelidad a Dios es tener a favor su poder liberador. No hay otra verdad que nos haga plenamente libres. Seguir a Dios es ser libres. Seguir a los manipuladores de oficio es la peor esclavitud...

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