jueves, 17 de abril de 2014

Coman y beban de mí, de mano de mis Sacerdotes

Entre las frases más impresionantes del Evangelio, se encuentra la que leemos en Juan al inicio del relato de la Cena Pascual de Jesús con sus discípulos: "Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo". Con ella, Juan nos describe el clima de intimidad y de sobrecogimiento que se vivía en esos momentos. Ya estaba cerca el momento en que Jesús llevaría su obra a culminación. Para Él estaba claro lo que sucedería inminentemente. Recuerdo siempre una frase que el P. Cesáreo Gil ponía en labios de Jesús: "Sé que tengo que irme, pero quiero quedarme... ¿Cómo lo hago?", y fue, en su razonamiento personal como se las ingenió para cumplir las dos cosas: Irse, quedándose... Así instituyó los dos sacramentos que daban la posibilidad de quedarse yéndose, o de irse quedándose...

El panorama es oscuro, pero la vivencia de ese momento es deslumbrante. El amor de Jesús hace que todo el resumen de la historia de la salvación se detenga ahí... Las miradas de todos los santos, de todos los ángeles, de todos los que tenían la esperanza de la salvación en la obra maravillosa de Jesús, por orden del Padre, se detenía reverentemente ante la mesa que Jesús presidía. Todo los apóstoles sienten que, realmente, este era un momento grave, denso, determinante. Lo que estaba por pasar resumía todo lo que Dios había hecho por miles de años a favor de Israel y de toda la humanidad... Todo lo que había sucedido, la elección de los patriarcas, de los profetas, de los jueces, de los ancianos encargados por Moisés en el desierto para ser su apoyo en los juicios y decisiones que había que tomar, de todos los grandes personajes del Antiguo Testamento, se estaba resumiendo en la elección de esos hombres que lo rodeaban como sus primeros Sacerdotes de la Nueva Alianza... Al decirles "Hagan esto en memoria mía", ya les estaba dando el testigo de todos esos acontecimientos. Cada momento de los que tenían que ver con la elección de los apóstoles, llegaba a su culmen hoy, cuando Jesús les encarga de ser los administradores de su memoria para todos los que quisieran seguirle, y de darles el alimento que Él estaba dejándoles en custodia...

Los apóstoles son los primeros Sacerdotes, los primeros que llevarán adelante el anuncio de la Ley del Amor que Jesús estaba instaurando, los primeros que harían las obras de caridad que descubrirían el espíritu que Jesús quería que se viviera en esa comunidad que les dejaba a su cuidado, los que iban a servir de instrumentos para ser los que iban a poner a funcionar los canales de la Gracia que dejaba en cada uno de los Sacramentos... Jesús se quedaba en cada uno de ellos. Se iba, pero se quedaba en cada Sacerdote de la historia, llevando adelante su obra salvadora hasta el fin de los tiempos... Sabía bien el riesgo que corría, por cuanto entre ellos iban a haber lobos. Lo sabía Él mejor que nadie, pero aún así, en atención a la inmensa mayoría de los que sí iban a asumir con fidelidad su tarea y a los millones de fieles seguidores que debían recibir todas las gracias que Él quería derramar en la historia, asumió el riesgo. Se fue, pero se quedó. Por su inmenso amor...

Y en plena celebración de la Cena pascual, hace el gesto más maravilloso que podamos imaginarnos. Se queda escondido en el pan y en el vino que estaban consumiendo. También en esto la historia de la salvación alcanza un zenit inimaginable.  Todas las gestas liberadoras, la salida de Egipto bajo la defensa valiente de la sangre del cordero, el maná salvador que recibe Israel en el desierto, la carne de las aves que da un mejor sabor al camino extenuante, la harina milagrosa que se multiplica en la cesta de la viuda, el pan y el pescado multiplicados para saciar el hambre de los seguidores..., son asumidos como el alimento espiritual más impresionante de todos: el mismo Cuerpo y la misma Sangre de Jesús. Es el alimento de los santos, de los fieles, de los que necesitan fuerzas para el camino, de los que quieren avanzar hacia la perfección. Es el alimento que da las fuerzas y la ilusión para poder seguir adelante, a pesar de todas las vicisitudes. Es el compañero de camino que jamás fallará, mientras haya un Sacerdote que pueda hacerlo presente... Jesús ismo se ofrece, en su Cuerpo y su Sangre, como la peña firma que dará la razón de ser a toda la vida cristiana. Sin eso no hay vida de Fe, no hay vivencia del Amor, no hay alimento para la Esperanza de eternidad. El "Yo estaré con ustedes hasta el fin del mundo" se cumple perfectamente en el Jesús que se queda en cada Sagrario del mundo como una Luz que ilumina el andar de los cristianos y como un Alimento que les dará las fuerzas para todas las rutas que deban emprender...

Unos momentos antes del inicio de toda su pasión cruel y dolorosa, Jesús realiza el gesto de amor, adelantado, de la entrega total. El Sacerdocio y la Eucaristía no son más que el resumen de lo que en horas hará. El Cuerpo que se entrega y la Sangre que sella esa entrega, las coloca en las manos de los primeros Sacerdotes para que en toda la historia haya un recuerdo fresco y hermoso de lo que Él hizo. "Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz, anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas", decimos los cristianos al celebrar la Eucaristía. Y es así. Y nos sentimos felices eternamente por ese gesto de amor que hace nuestro Dios hecho hombre. Y nos llenamos de fuerzas para seguir adelante queriendo llegar a ese momento culminante de nuestra propia historia en el que, habiendo sido alimentados por ese alimento de santos, que nos dan nuestros Sacerdotes, llegamos alegres a la meta, a las puertas del cielo, en las que nos espera con los brazos abiertos nuestros Padre que nos ama infinitamente, para vivir eternamente abrazados a su amor...

1 comentario:

  1. Doy gracias a Dios por ese talento que te ha regalado. Muchas gracias Senor por quedarte con nosotros en La Sagrada Eucaristia y en los Sacerdotes,

    ResponderBorrar