martes, 29 de octubre de 2013

Todo era muy bueno, hasta que...

El libro del Génesis relata a su manera la creación del mundo y en él, del hombre. En total a Dios le tomó seis días crearlo todo. Cada día era como un escalón que subía la calidad de lo que iba existiendo... En los cinco primeros días, según el hagiógrafo, Dios constataba que lo que iba creando "era bueno". Ciertamente Dios se fue empeñando más en hacer las cosas bien, no porque hubiera podido ser de otra manera, pues todo lo que sale de la mano de Dios es perfecto, sino, fundamentalmente, porque Dios tenía en mente la creación como el hábitat natural para lo más excelso de su creación: el hombre...

Pienso en Dios creando todo para el hombre, y se me parece mucho a los padres que están esperando al niño que está por nacer... Con la máxima de las ilusiones, van arreglando todo para que al recién nacido no le falte nada... Arreglan la habitación en la que va a dormir el niño, la adornan con nubes, con móviles, con pinturas infantiles en sus paredes... Compran todo lo que van a necesitar: una cuna, un moisés, ropita, pañales, cremas, teteros, pañitos húmedos... Buscan que todo esté a punto para la llegada del momento en que el recién nacido ya esté entre ellos...

El Dios Creador es como el papá y la mamá que ven crecer la ilusión de tener entre sus brazos al que viene a alegrarles la vida... Un Dios lleno de ilusión en espera de aquél que saldrá de sus propias manos para hacer que todo lo creado llegue a su plenitud... Y al sexto día, "creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra lo creó". Y cuando ya existía aquél por el cual y para el cual Dios lo había creado todo, "vio todo lo que había hecho, y era muy bueno". Dios ya había hecho llegar todo a su plenitud, pues había creado al hombre, la razón última de todo lo creado. La creación había llegado a su punto más alto, pues ya estaba en ella el que le daba sentido. Por eso, esa pequeñísima partícula "muy", que se agrega a la constatación de Dios es extraordinariamente diciente. La creación ya no es simplemente "buena", sino "muy buena", lo cual sugiere la idea de plenitud. Con el hombre, las cosas ahora son óptimas, ya no hay mejor... Si no existiera el hombre, nada de lo que existe en el universo tendría sentido, pues ningún ser, aparte del hombre, puede gozar racionalmente de todo ello. Es paradójico, pero el único ser que disfruta racionalmente de lo que existe es el hombre, aunque todos los demás seres también lo disfrutan, aun sin saber qué es lo que disfrutan y por qué lo disfrutan...

El Dios creador y providente, infinitamente amoroso con el hombre, y por él, con todo lo creado, había hecho llegar a su zenit al universo. Dice San Bernardo que Dios había visto que todo era muy bueno porque ya estaba en medio de todo el que le daba plenitud, y era el hombre, al que Dios amaba por sí mismo, y al que podría en un futuro perdonar por amor. Es el hombre el único ser al que Dios ama por sí mismo, por lo que es y por la vida suya que Él le ha donado... En este sentido, Dios ama todo lo demás en cuanto está en función del hombre, en cuanto sirve al hombre, pues es él el que les da sentido a su existencia... Por lo tanto, a medida que mejor el hombre use de todo lo creado, que Dios ha puesto en sus manos, en cierto modo estará respondiendo mejor al plan de amor de Dios sobre todas las cosas...

Y es aquí donde se da la tragedia... Así como el hombre ha aprovechado las cosas creadas para su subsistencia, para el mejoramiento de sus condiciones de vida, en esa misma medida, paralelamente, ha habido también un abuso de lo creado, un persistente deterioro de ello, un daño progresivo de las condiciones ambientales que han perjudicado al mismo hombre. Ha sido como un boomerang que se ha vuelto contra el mismo hombre... Y la naturaleza se resiente, pues no es indiferente a lo que el hombre hace... Hoy somos testigos de grandes tragedias ambientales, consecuencia del abuso del hombre. Grandes inundaciones, terremotos, sequías mortíferas, huracanes... Gran parte debidas a que el hombre no ha respetado el buen uso que debe dar a la naturaleza... Y en el colmo de su locura, el hombre ha traído a la creación al pecado que él mismo cometió... Cosas que hay en la naturaleza radicalmente buenas, las ha llevado al mal. La energía atómica, la más barata de todas, la más limpia, a la que se le puede sacar mayor provecho, la ha convertido en el arma más mortal que existe. La planta de la coca, que ha servido desde tiempo inmemorial a los indígenas para obtener fuerzas para el trabajo a grandes alturas, la ha convertido en la mayor plaga del universo, destructora de vidas, principalmente entre los más jóvenes... La maldad del hombre, ha hecho mala a la naturaleza... Así como las cosas son buenas en cuanto sirven al hombre, se vuelven también malas en cuanto sirven al hombre malo...

San Pablo lo comprendió perfectamente cuando dice: La creación "fue sometida a la frustración, no por su voluntad, sino por uno que la sometió"... Y Dios, infinitamente amoroso con todo lo que salió de sus manos -el hombre y todo lo que puso en sus manos-, al diseñar el plan de rescate del hombre, incluyó, por supuesto, el rescate del universo... Por eso, también dice que esa creación tiene la esperanza de ser redimida, "liberada de la esclavitud de la corrupción, para entrar en la libertad gloriosa de los hijos de Dios"... En la mente de Dios todo debe ser libre. En primer lugar, el hombre, y en segundo lugar, con él, todo lo que está en sus manos. Esa es la plenitud, pues ese es el sentido que ha querido Dios darle a todo lo creado...

Por eso, en los últimos años, la Iglesia ha querido hacerse voz también de la naturaleza, llamando a un uso responsable de la creación. El Papa Beato Juan Pablo II acuñó el título de "Ecología Humana", a todo lo que se refiera al buen uso y al rescate de la creación. Se trata de que el hombre sea cada vez más responsable, pues el perjuicio o el beneficio del uso que haga de lo creado es para él mismo... El mundo, lo creado, todo el universo, lo creó Dios para él. Es su hábitat natural. Dañarlo es dañarse a sí mismo. Hacer un buen uso de él es beneficioso para sí mismo. No hay que ser muy inteligente para percatarse de que Dios ha creado todo para el bien, no para el mal. Que Dios ha ordenado todo para el mayor bien y la mayor felicidad de los hombres. Y que es el mismo hombre quien debe mantenerlo así, pues el mismo Creador lo ha colocado todo en sus manos en función de que le sirva para lograr mejores condiciones de vida, para que sea el camino que recorra para ascender a la plenitud absoluta, para que sea la escalera por la cual ascienda a aquella plenitud en la que vivirá la felicidad total, junto al Dios del amor y la providencia, que lo ha creado para Él...

2 comentarios:

  1. Tremenda reflexion. Ha medida que la iba leyendo me sentia abrazado por el infinito amor de Dios. Me encanto como interpretastes la creacioj. Me acorde de la gestacion y de nuestra preparacion para el nacimiento de nuestras cuatro hijas y estoy completamente contigo la mala forma como hemos tratado a nuestro ambiente y ademas, nos quejamos porque la naturaleza responde como lo hace. Creo que definitivamente tenemos que estarcerca mas cerca de nuestro Papa Dios.

    ResponderBorrar
  2. Así es Carlucho... Dios, según muchos autores, es Padre y Madre... Y tiene mucho sentido que así sea. En todo caso, nos ha creado con la ilusión de que todo nos encamine a su encuentro, y para eso puso todo lo creado en nuestras manos. Ojalá sepamos hacer buen uso de toda esa providencia... Saludos a Raquel y las chamas. Dios te bendiga

    ResponderBorrar