martes, 15 de octubre de 2013

En el día de Santa Teresa de Jesús

Me pareció muy interesante colocar hoy estas tres poesías de Santa Teresa de Jesús, gran mística y maestra de la intimidad con Jesús, para ambientar el día en el que la recordamos en la liturgia...



NADA TE TURBE

Nada te turbe, 
nada te espante,
 
todo se pasa,
 
Dios no se muda;
la paciencia
 
todo lo alcanza;
 
quien a Dios tiene
 
nada le falta:
Sólo Dios basta.
Eleva tu pensamiento, 
al cielo sube,
 
por nada te acongojes,
 
nada te turbe.
A Jesucristo sigue 
con pecho grande,
 
y, venga lo que venga,
 
nada te espante.
¿Ves la gloria del mundo? 
Es gloria vana;
 
nada tiene de estable,
 
todo se pasa.
Aspira a lo celeste,
que siempre dura;
fiel y rico en promesas, 
Dios no se muda.
Ámala cual merece 
bondad inmensa;
 
pero no hay amor fino
 
sin la paciencia.
Confianza y fe viva 
mantenga el alma,
 
que quien cree y espera
 
todo lo alcanza.
Del infierno acosado 
aunque se viere,
 
burlará sus furores
 
quien a Dios tiene.
Vénganle desamparos, 
cruces, desgracias;
 
siendo Dios tu tesoro
 
nada te falta.
Id, pues, bienes del mundo; 
id dichas vanas;
 
aunque todo lo pierda,
 
sólo Dios basta.

VUESTRA SOY
Vuestra soy, para Vos nací,
¿Qué mandáis hacer de mí?
Soberana Majestad,
Eterna sabiduría,
Bondad buena al alma mía;
Dios, alteza, un ser, bondad,
La gran vileza mirad,
Que hoy os canta amor así.
¿Qué mandáis hacer de mí?
Vuestra soy, pues me criaste,
Vuestra, pues me redimiste,
Vuestra, pues que me sufriste,
Vuestra, pues que me llamaste,
Vuestra, porque me esperaste,
Vuestra, pues no me perdí.
¿Qué mandáis hacer de mí?
¿Qué mandáis, pues, buen Señor, 
Que haga tan vil criado?
 
¿Cuál oficio le habéis dado
 
A este esclavo pecador?
 
Veisme aquí, mi dulce Amor,
 
Amor dulce, veisme aquí,
 
¿Qué mandáis hacer de mí?
Veis aquí mi corazón,
Yo le pongo en vuestra palma,
Mi cuerpo, mi vida y alma,
Mis entrañas y afición;
Dulce Esposo y redención
Pues por vuestra me ofrecí.
¿Qué mandáis hacer de mí?
Dadme muerte, dadme vida:
Dad salud o enfermedad,
Honra o deshonra me dad,
Dadme guerra o paz crecida,
Flaqueza o fuerza cumplida,
Que a todo digo que sí.
¿Qué queréis hacer de mí?
Dadme riqueza o pobreza,
Dad consuelo o desconsuelo,
Dadme alegría o tristeza,
Dadme infierno, o dadme cielo,
Vida dulce, sol sin velo,
Pues del todo me rendí.
¿Qué mandáis hacer de mí?

Si queréis, dadme oración,
Sí no, dadme sequedad,
Si abundancia y devoción,
Y si no esterilidad.
Soberana Majestad,
Sólo hallo paz aquí,
¿Qué mandáis hacer de mí?
Dadme, pues, sabiduría,
O por amor, ignorancia,
Dadme años de abundancia,
O de hambre y carestía;
Dad tiniebla o claro día
Revolvedme aquí o allí
¿Qué mandáis hacer de mí?
Si queréis que esté holgando,
Quiero por amor holgar.
Si me mandáis trabajar,
Morir quiero trabajando.
Decid, ¿dónde, cómo y cuándo?
Decid, dulce Amor, decid.
¿Qué mandáis hacer de mí?
Dadme Calvario o Tabor,
Desierto o tierra abundosa,
Sea Job en el dolor,
O Juan que al pecho reposa;
Sea' viña frutuosa
O estéril, si cumple así.
¿Qué mandáis hacer de mí?
Sea Josef puesto en cadenas,
O de Egipto Adelantado,
O David sufriendo penas,
O ya David encumbrado,
Sea Jonás anegado,
O libertado de allí,
¿Qué mandáis hacer de mí?
Esté callando o hablando,
Haga fruto o no le haga,
Muéstreme la Ley mi llaga,
Goce de Evangelio blando;
Esté penando o gozando,
Sólo Vos en mí viví,
¿Qué mandáis hacer de mí?
Vuestra soy, para Vos nací 
¿Qué mandáis hacer de mí?
  
VIVO SIN VIVIR EN MI

Vivo sin vivir en mí
Y tan alta vida espero
 
Que muero porque no muero.
Vivo ya fuera de mí,
Después que muero de amor;
Porque vivo en el Señor,
Que me quiso para sí:
Cuando el corazón le di
Puso en él este letrero,
Que muero porque no muero.
Esta divina prisión,
Del amor con que yo vivo,
Ha hecho a Dios mi cautivo,
Y libre mi corazón;
Y causa en mí tal pasión
Ver a Dios mi prisionero,
Que muero porque no muero.
¡Ay, qué larga es esta vida! 
¡Qué duros estos destierros!
 
¡Esta cárcel, estos hierros
 
En que el alma está metida!
 
Sólo esperar la salida
 
Me causa dolor tan fiero,
 
Que muero porque no muero.
¡Ay, qué vida tan amarga 
Do no se goza el Señor!
 
Porque si es dulce el amor,
No lo es la esperanza larga:
Quíteme Dios esta carga,
Más pesada que el acero,
 

Que muero porque no muero.
Sólo con la confianza
Vivo de que he de morir,
Porque muriendo el vivir
Me asegura mi esperanza;
Muerte do el vivir se alcanza,
No te tardes, que te espero,
Que muero porque no muero.
Mira que el amor es fuerte;
Vida no me seas molesta,
Mira que sólo te resta,
Para ganarte, perderte;
Venga ya la dulce muerte,
El morir venga ligero
Que muero porque no muero.
Aquella vida de arriba,
Que es la vida verdadera,
Hasta que esta vida muera,
No se goza estando viva:
Muerte, no me seas esquiva;
Viva muriendo primero,
Que muero porque no muero.
Vida, ¿qué puedo yo darte
A mi Dios, que vive en mi,
Si no es el perderte a ti,
Para merecer ganarte?
Quiero muriendo alcanzarte,
Pues tanto a mi amado quiero,
Que muero porque no muero.

4 comentarios:

  1. Me impresiona mucho y me lleva a la reflexion como Santa Teresa estaba ta clara de que con la muerte iba a encontrar la verdadera vida.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Es cierto Carlos... Para ella esa era la manera de llegar a la verdadera vida... "Tan alta vida espero", la que da estar al lado de Dios y gozar ya eternamente, sin ninguna interrupción, de su amor y su felicidad... Dale mis saludos a Raquel y a las"niñas". Dios te bendiga

      Borrar
  2. Respuestas
    1. Sin duda, Teresa es una iluminada del Espíritu, Ma. Auxiliadora. También me regocijo leyéndolos... Saludos a tu familia. Dios te bendiga

      Borrar