martes, 25 de marzo de 2014

Una historia de Amor eterno

La Anunciación del Ángel a María es la Encarnación del Verbo eterno en su vientre... Son dos los protagonistas de este acontecimiento: María y su Hijo, el Hijo de Dios... Además, como es lógico en todo portento divino, aparecen personajes que hacen tremendo el misterio, como llenando de un hálito de magnificencia todo lo que está sucediendo. Están el Ángel Gabriel, el enviado de Dios para ser el anunciador de las mejores noticias para los hombres y, por supuesto, el Espíritu Santo, que es quien "cubrirá con su sombra" a María para que en Ella sea engendrado el cuerpo del Verbo eterno de Dios...

La Virgen María es aquella que ha sido anunciada en las profecías: "Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa "Dios-con-nosotros". Dios mismo se había comprometido a dar esa señal a los hombres. Con ella, empezaba esa historia de amor concreto, en la cual el Hijo de Dios se encargaba Él mismo de entrar en la historia de la humanidad, ya no como Creador o Sustentador, sino como actor y protagonista principal de toda la obra. Y había sido elegida esta mujer sencilla y humilde para ser la puerta de entrada de ese Dios que venía a rescatar a la humanidad. Ella misma no tenía idea de lo que para todos significaría el paso que se estaba dando en la historia. En Ella ya se habían dado pasos fundamentales con los cuales Dios estaba preparando el momento culminante de su obra de rescate. Ella había sido pre-redimida, cuando había sido preservada del pecado original en el momento de su concepción. Su persona, que iba a ser depositaria de la presencia del Verbo eterno de Dios, tenía que ser una morada digna para contener toda la gloria de Dios. Era "repugnante" pensar en la posibilidad de que Dios viniera a un sitio que no era digno de Él. Había que purificarlo. Y Dios lo hizo, en atención a los méritos que con su muerte y resurrección ganaría su Hijo para todos los hombres en el futuro. Lo que hizo Dios fue traer lo que alcanzaría el Redentor unos 50 años después, y hacer que fuera efectivo en María anticipadamente. En Dios el futuro y el pasado son un eterno presente. Es todopoderoso, ama infinitamente a María, por ser la Madre de su Hijo, y por eso lo hace...

Esa mujer sencilla es la mujer que mejor podía ejercer el papel de Madre de Dios. Ella misma se reconoce como "la esclava del Señor". Anuncia, con toda su humildad, que será "proclamada Bienaventurada por todas las generaciones", no por Ella misma, sino porque "el Señor ha obrado maravillas en mí". Jamás se arroga a sí misma los méritos de lo maravilloso que le sucede, sino que se reconoce simplemente un instrumento fiel en las manos del Dios del amor. Ese "Fiat", "Hágase en mí según tu Palabra", es el principio de la historia culminante de amor de Dios en favor de todos los hombres. Es el decir a Dios: "Estoy dispuesta a servir para que todos mis hermanos reciban el regalo del amor, el perdón de sus pecados, la posibilidad de entrar como hijos en el seno del Padre en el cielo para toda la eternidad"... Es un paso felicísimo de una de las nuestras para alcanzara nuestra salvación...

El Verbo eterno es quien está eternamente presente ante el Padre. Es de quien dice San Juan: "Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su propio Hijo para el rescate de todos". Es la expresión de amor más pura y elevada que el mismo Dios ha podido hacer hacia la humanidad, habiendo sido infinitas ya todas las muestras. En esta entrega del Hijo, por amor del Padre, Dios estalla literalmente. Dios nos demuestra que ama infinitamente al entregarnos a su Hijo para nuestro rescate, para pagar el precio de nuestra redención, para satisfacer plenamente con su sacrificio lo que era necesario para salir de las tinieblas... Y el mismo Verbo eterno, delante del Padre, nos demuestra también su amor redentor y misericordioso, cuando le dice al Padre: "Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad". San Juan afirma el amor infinito de Jesús cuando dice: "No existe amor más grande que el de dar la vida por sus amigos". Jesús es el Verbo de Dios que asume un cuerpo humano para aprender el amor como hombre. Su experiencia personal es la experiencia de quien da sus primeros pasos. Era Omnisciente, por ser Dios, en lo divino. Pero como hombre tuvo que dar los mismos pasos de aprendizaje de cualquiera. San Palo dice que Jesús "aprendió, sufriendo, a obedecer".

El aprendizaje de Jesús fue total. El Verbo de Dios, el eterno en gloria y magnificencia, el todo portentoso, se redujo casi a la nada. Es un ser en gestación, un óvulo fecundado, un feto formándose en el vientre de su madre. Y todo lo asume por amor. Es el canto más maravilloso de la vida, pues es el autor de la vida el que se hace a sí mismo pasar por aquello que Él ha creado. Es la imagen más maravillosa que podemos tener a la vista, pues en el vientre de María está la explosión del amor divino. No hay imagen más entrañable que la de la Virgen Madre llevando en su seno, creciendo como ser humano, al que es el Autor de todo lo creado...

Ante ese gesto no nos queda más que prorrumpir, como María en un canto de alabanza al Dios que nos ama y nos regala a su Hijo para salvarnos, y al Hijo mismo que asume toda nuestra condición humana plenamente, desde el inicio de la existencia, como cualquiera, para darnos todo su amor redentor: "Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador... Su Nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación".

No hay comentarios.:

Publicar un comentario