sábado, 15 de marzo de 2014

Perdonar, pero luchar contra el mal

Nunca está de más insistir en lo bueno. No lo hizo Jesús. Mucho menos, sus discípulos, los enviados por él al mundo a predicar su mensaje, podemos hacerlo. Si Jesús insistió una y otra vez en la necesidad de amar a todos, y puso el acento particularmente en demostrar al mundo que no estamos llamados a amar "normalmente" sino heroicamente, no podemos nosotros dejar de gritarlo a los cuatro vientos... El amor fue y sigue siendo el mensaje principal de Jesús, pues esa era su misión. No se entendería todo lo que hizo si se saca de este contexto. Por amor se hizo hombre. Por amor asumió toda nuestra realidad humana sin dejarse nada por fuera, sólo el pecado. Por amor hizo discursos maravillosos invitando a todos a vivir como hermanos y con la máxima entrega por los demás, especialmente por los que más necesitan. Por amor realizó portentos asombrosos en medio de los hombres, para curarlos, auxiliarlos en sus necesidades, perdonarles los pecados, hasta devolverles la vida... Por amor hizo la entrega póstuma de su propia vida, perdonando incluso a quienes lo estaban asesinando, y pidiéndole al Padre, llegando al extremo del amor, que no les tuviera en cuenta ese pecado... Por amor a los hombres venció a la muerte con su resurrección gloriosa, de modo que quedara bien claro que el amor no podía ser vencido jamás ni por la muerte, ni por el envilecimiento de los malos, ni por la indiferencia de los "buenos", ni por la oscuridad. El mal, aparentando haber tenido un momento de gloria, fue definitivamente y para siempre derrotado por el amor... Esta es la verdad del mensaje de Cristo, que no puede ser ni ocultado ni ignorado. Somos altavoces de ese mensaje...

Por eso, este mensaje de Jesús no puede ser jamás silenciado. Seríamos traidores de Jesús. Y si queremos ser beneficiarios de ese mismo amor, debemos ser fieles a él... En el mensaje central de Jesús está la exigencia mayor del amor, como Él mismo lo vivió: "Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos". Es un mensaje englobante, que se resume en que Dios hace salir su sol sobre todos, buenos y malos... Pero en ese mensaje no debemos quedarnos sólo con lo extraordinario de la exigencia, que es alta y debemos cumplirla, sino en el reconocimiento expreso que hace Jesús: El mal existe, existen los malos, hay quienes nos consideran sus enemigos y nos persiguen... Es a ellos a los que debemos amar y perdonar. Pero Cristo no nos pide que nos hagamos la vista gorda ante el mal que hacen los malos, ante la injusticia de la persecución, ante el daño y la muerte que la maldad siembra en el mundo... Eso sería la exigencia de un dios que aplaudiría el mal, y ese no es nuestro Dios...

Para saber bien cuál debe ser nuestra actuación, debemos fijarnos en el ejemplo que nos da el mismo Jesús. Una cosa es que perdonemos y amemos y otra muy distinta es que aceptemos el mal. En el encuentro de Jesús con la mujer adúltera, tenemos el prototipo perfecto de cómo debemos actuar. Esa mujer, ciertamente, estaba cometiendo pecado, una acción mala. Y fue presentada a Jesús para que aprobara su muerte a pedradas... La frase final nos da la clave: "Yo tampoco te condeno. Vete y no peques más". Jesús condena el pecado, el mal que se estaba cometiendo, pero jamás condena al pecador. La persona es susceptible del perdón, no la mala acción... Lo malo siempre es rechazable... Así lo dejó entender cuando expulsa a los mercaderes del templo. No tuvo contemplación alguna con lo que se estaba cometiendo contra el sitio sagrado de Dios... Y los nuevos templos de Dios somos los hombres. Desde nuestro bautismo somos sitios sagrados en los cuales Dios habita, somos templos suyos. Por eso, Jesús estaría dispuesto a expulsar, incluso a la fuerza, todo lo que quisiera hacernos daño... Él mismo le reclamó al soldado cuando lo golpeó en la mejilla, pues consideró que era injusto lo que le había hecho. No se quedó callado ante la injusticia y por el contrario se rebeló ante ella y se opuso al ofensor... En ninguna de estas acciones de Cristo quedó en entredicho el amor y el perdón que Él promovía, sino que lo colocó en el justo lugar. El perdón no acepta la injusticia. La denuncia y la pone en evidencia, y lucha para que no se cometa más...

Se equivocan de plano quienes creen que el perdón cristiano es una llamada a ser tontos, a dejarse avasallar por el mal, a quedarse de brazos cruzados ante lo malo que sucede alrededor. Jamás ese ha sido el mensaje de Jesús. Quien así lo ha entendido no ha entendido nada de lo comprometedor que es el amor. El amor procura y promueve el bien. Y así mismo se opone al mal, decidida y valientemente. En el mensaje de Jesús está la llamada a ser mansos como las palomas, pero también astutos como las serpientes. No a quedarnos callados y a dejar pasar el mal como si no hubiera pasado nada. Él mismo no lo hizo. Y nos pide a todos, con su conducta y con su ejemplo, que hagamos lo mismo. De lo contrario, el mundo no podrá nunca ser mejor. El silencio ante lo malo no es perdón, es complicidad. Y lo menos que quiere Jesús es complicidad ante el mal... Él quiere que procuremos el bien, y eso significa también oponerse decididamente al mal. Tenemos que hacerlo...

El Papa Francisco, en una de sus recientes intervenciones nos lo dijo claro: Jesús quiere que seamos como corderos, pero no tontos. En el cristiano, el mundo debe encontrar a los primeros que están dispuestos a perdonar y a amar. No hay duda de eso. Y esto no excluye que ese mismo mundo quiere vivir el bien y sacar el mal de su interior. Los principales promotores de esta cruzada en favor del bien y en contra del mal somos los cristianos. Y debemos hacerlo por amor al mundo, asumiendo responsablemente el compromiso que nos trae amar y ser de Jesús y de los hermanos. Nunca estaremos cumpliendo bien nuestra misión, la que nos encomienda el mismo Jesús, si no lo entendemos y hacemos así...

2 comentarios:

  1. "El silencio ante lo malo no es perdón, es complicidad" Me quedo con esta frase. He visto a muchos guardar silencio en nombre de la tolerancia... me han decepcionado, figuras representativas de la Iglesia. No lo juzgos, pero me entristece. No se si hago mal pero es lo que vivo. El detenerse y defender lo justo, no siempre es fácil, lo he hecho tal vez mas con las entrañas que con la razón, pero ya voy calmandome y tomando otra aptitud, indudablemente que estar en la presencia de Dios ayuda mucho. Gracias Monseñor.

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    1. Gracias Ma. Auxiliadora... Esto demuestra sencillamente que eres humana. Sin duda, ante la injusticia siempre quisiéramos respuestas contundentes, de acuerdo a lo que pensamos. Pero no ha faltado la respuesta, quizá menos contundente de lo que esperamos, pero se ha dado... En estos momentos lo menos que podemos hacer es perder la serenidad, sin perder la contundencia ante lo injusto. La palabra debe ser siempre sabia y convocadora, que llame a la conversión y no que simplemente condene... Es lo que ha hecho la Iglesia, que no ha dejado de estar activa en estos momentos... Un abrazo. Saludos a tu familia. Dios te bendiga

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