domingo, 7 de junio de 2020

Los Tres crean, los Tres redimen, los Tres santifican

Reflexiones Vicentinas al Evangelio: La Santísima Trinidad ...

El misterio de la Santísima Trinidad es el misterio más profundo de Dios, el que nos vino a revelar en su plenitud Jesús al cumplir la tarea encomendada por el Padre, por cuanto no era posible llevar adelante esa obra de redención sin dar a entender quién estaba detrás de todo ese hecho maravilloso. La frase que podría resumir con la mayor densidad y el mayor sentido esa obra portentosa de Jesús es la que utiliza San Juan como colofón de todo lo que ha ido sucediendo y lo que está por suceder en la vida de Cristo: "Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna". El mismo Jesús ubica perfectamente en el ámbito que deber ser comprendida la obra que lleva adelante. Todo tiene su origen en el amor de Dios Padre que toma la iniciativa para rescatar a la humanidad que había decidido darle la espalda traicionando su amor. Se lleva a cabo por la aceptación de la encomienda por parte del Hijo por amor al Padre y a los hombres, quien la asume desde su corazón de amor, aceptando que ese corazón tenga también carne humana, lo cual representará para Él el rebajamiento casi total de su condición divina "pasando por uno de tantos", ocultando toda su gloria en ese ser que inicia su vida desde la encarnación en el vientre sagrado de María, como cualquiera de los hermanos a los que viene a rescatar, como condición para asumir en sí esa naturaleza que tenía que ser rescatada -"Lo que no es asumido, no es redimido", dirán los teólogos-, hasta llegar a cumplir el ciclo vital de cualquier ser humano, "llegando incluso a la muerte, y una muerte de cruz". Y todo se sostiene con la presencia del Espíritu Santo, enviado por el Padre y el Hijo, desde el seno del Padre, para ser el alma de la Iglesia, instrumento por el cual se hará llegar a todos los hombres de la historia esa gracia salvífica que envió el Padre y que ganó el Hijo para los hombres, haciendo que fuera posible derramarla en el corazón de cada uno de los redimidos por la obra grandiosa que Él cumpliría en el tiempo de la Iglesia. Como se ve, cada persona de la Trinidad tiene una tarea muy específica que cumplir en esta obra de salvación del hombre, aun cuando este "parcelamiento" no significa que uno se desentienda de la obra del otro. Podríamos decir que es una manera de comprender mejor esa diversidad de personas, por la diversidad de obras que lleva cada una entre manos.

Nuestro empeño por conocer mejor a Dios nos lleva a querer explicar mejor lo que es cada uno de ellos. Esa comprensión jamás puede estar desvinculada de lo que es más esencial en Dios y lo que lo define más atinadamente en su ser. Es el amor. Así lo entendió la Iglesia naciente, gracias a la comprensión inspirada que tuvo San Juan en su momento más profundo de reflexión sobre el ser de Dios. Más que comprenderlo racionalmente, San Juan se empeñó en hacer continua aquella experiencia que tuvo en la Última Cena, al colocar su cabeza en el regazo de Jesús, gesto con el cual definió para cada uno de nosotros la mejor manera de acercarnos a Dios para saber quién es. Juan se definió a sí mismo como "el discípulo a quien Jesús amaba". Es el nombre que se puede colocar cada uno de nosotros, para entender mejor quiénes somos en el corazón de Dios, pero más allá, para conocer quién es Dios en el corazón de cada uno de nosotros. Es quien nos ama con el amor más puro y más intenso, el que nos ama más de lo que podemos amarnos nosotros mismos, quien por ese amor es capaz de despojarse de lo más preciado para Él, que es su propio Hijo, quien asume la tarea que le encomienda el Padre aunque represente para Él la humillación extrema, quien acepta la misión de acompañar a la Iglesia hasta el fin de los tiempos para que sea un ideal instrumento de salvación para todos los hombres, quedando así encadenado al tiempo y al espacio, aunque Él esté por encima de todo eso. Es el único Dios, que tiene una esencia única en el amor, que se moverá siempre únicamente por ese amor inmenso hacia su criatura, que es Uno y Trino, pero que en su unidad vivirá exclusivamente para procurar para el hombre lo mejor que siempre estará dispuesto a derramar en el corazón humano que es el amor. Dios no "asume" tres personalidades diversas, no se "disfraza" de tres diversos personajes. Es realmente tres personas que tienen su individualidad cada una, su libertad absoluta, su experiencia personal, su vivencia propia del amor. El Padre ama con amor creador. El Hijo ama con amor redentor. El Espíritu Santo ama con amor santificador. Y los hombres somos beneficiarios de estos tres tipos de amor, por los cuales existimos, hemos sido redimidos y avanzamos en el camino de la santidad. Por ello, aun cuando cada una de las tres Personas actúa propiamente con un amor totalizante, para cada aspecto de nuestra vida debemos colocar en las manos del que corresponda nuestra confianza.

Es ciertamente un misterio profundo, por cuanto no podemos excluir de ninguna de las obras a ninguna de las tres Personas. Donde está uno de los tres, están los tres, pues es un solo Dios. No es Creador solo el Padre. No es Redentor solo el Hijo. No es Santificador solo el Espíritu Santo. Los tres son creadores, redentores, santificadores. Pero en cada una de las etapas de esta historia de salvación, beneficiosa infinitamente para cada uno de nosotros, tiene mayor peso uno de los Tres. Cuando el Padre estaba creando, estaban también creando el Hijo y el Espíritu Santo. Cuando el Hijo estaba muriendo en la cruz, estaban también redimiendo el Padre y el Espíritu Santo. Cuando el Espíritu Santo está llenando de gracia a los hombres, están también santificando el Padre y el Hijo. Destaca uno, pero actúan los tres. Donde está uno, están los tres. Es una comprensión que tuvo ya la Iglesia primera, como lo atestigua el saludo final de San Pablo a los Corintios: "La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo estén siempre con todos ustedes". Los tres siguen actuando en la historia de la humanidad, y lo harán por toda la eternidad. La conversión que logre la Iglesia en esa historia que le es encomendada en el amor, debe desembocar en el bautismo, como lo manda Jesús: "Vayan, pues, y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo". Son los tres los que estarán siempre presentes en esa historia de conversión y de salvación. No puede ser de otra manera, pues lo que estará presente será siempre el amor de Dios. Esa es su identidad más profunda. Es el Dios de amor el que nos salva. Es Él el que procura para nosotros el hacernos hombres nuevos, mediante la nueva creación a la que somete por amor a toda la creación surgida de sus manos. Es Él quien nos conduce a través de la historia por el camino del encuentro consigo, de manera que no podamos perdernos, pues tenemos siempre el dedo indicador del Espíritu Santo que nos indica la ruta correcta para avanzar en él hasta llegar a ese encuentro maravilloso. Y todo estará siempre surcado por el amor, pues es el mismo Dios el que hará posible que lleguemos todos a la plenitud. Esa plenitud es la que nos alcanza el estar íntegramente en Dios, llenos de Él, respirando por Él, salvados por Él, redimidos por Él. Será el zambullirnos totalmente en su esencia de amor, haciéndonos nosotros mismos amor como Él, pues Él "será todo en todos". El "Dios es amor" que definía San Juan, se transformará en "el hombre es amor", pues todo quedará regenerado en Dios y su esencia será la esencia de todo. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo serán la razón definitiva de la existencia de todo, y harán que todo se mantenga en el amor que son los tres.

5 comentarios:

  1. Dios uno y trino y nosotros en El.Todo por amor...

    ResponderBorrar
  2. Que la Gracia de Ntro Señor Jesuxristo el Amor del Padre y la Comunion del Espiritu Santo estén siempre.xon nosotros. Que nos de la.sufiente Fe.de convertirnos en " Hombre es Amor" y para entender este hermoso, sublime e inintendible misterio de la Trinidad. Gloria al Padre, al Hijo y al Espiritu Santo. Amen amen

    ResponderBorrar
  3. Nos damos cuenta que nosotros somos beneficiados por tres tipos de amor por los cuales existimos.El Padre ama con amor creador el hijo con amor redentor y el espíritu santo con amor santificado. Viva Dios en los corazones de toda la humanidad! Amen..

    ResponderBorrar
  4. Nos damos cuenta que nosotros somos beneficiados por tres tipos de amor por los cuales existimos.El Padre ama con amor creador el hijo con amor redentor y el espíritu santo con amor santificado. Viva Dios en los corazones de toda la humanidad! Amen..

    ResponderBorrar