martes, 24 de septiembre de 2019

Concibo a Dios en mi ser, como María, para darlo al mundo

Resultado de imagen de mi madre y mis hermanos son los que hacen la voluntad de mi padre

La figura del Templo de Israel en el Antiguo Testamento es prefiguración del Templo del Nuevo Testamento. Así como para Israel el Templo de Jerusalén se erigió como centro que aseguraba la presencia de Dios en medio de todos, reafirmando así la alianza de Yavé con el pueblo elegido, el Templo en el Nuevo Testamento adquiere diversas connotaciones que podemos descubrir en la teología que nos presenta la doctrina evangélica y apostólica. Ya no se reduce todo a la edificación sólida y preciosa que dedica Israel a Dios como su morada, como quería David desde el inicio y concretó Salomón con la edificación del primer Templo, sino que trasciende con mucho esta significación. Además de ser, en la nueva era de la Alianza de amor realizada por Jesús, el lugar del encuentro con el Dios creador y todopoderoso, se suman diversas significaciones. En efecto, Jesús mismo defiende en primer lugar al Templo como la casa de Dios, a la cual se va a un encuentro de intimidad con Él, confirmando la importancia primaria que sigue teniendo la edificación como lugar teológico. "Mi casa es casa de oración, y ustedes la han convertido en cueva de ladrones", espeta a los mercaderes que invadían los alrededores del Templo en su tiempo. El edificio como tal tiene su importancia y hay que mantenerlo como lugar privilegiado para el encuentro con Dios.

Pero Jesús asimila otros significados esenciales a la realidad del Templo. No es un sitio que pueda acaparar la presencia de Dios. Dios no puede ser contenido o confinado a las paredes del Templo, por cuanto Él es infinito. Es el dueño de todo y nada de lo que le pertenece lo puede limitar. "Llega el tiempo en el que los que adoren a Dios, lo adorarán en espíritu y en verdad". Los confines del Templo no serán suficientes para restringir su adoración. El Templo de Dios, en todo caso, siendo el edificio el lugar más emblemático, se abre a la realidad del mundo total. Toda la creación es el Templo en el cual puedo encontrar a Dios, descubrirlo, conocerlo y amarlo. Además, por otro lado la presencia en el mundo del Dios que se ha hecho hombre, donde reside Dios en toda su plenitud, eleva la consideración del cuerpo de Cristo como el Templo por excelencia. Él mismo reta a los fariseos: "Destruyan este Templo y en tres días yo lo reconstruiré". Evidentemente la reconstrucción no será de cemento y ladrillos, sino una de mayor significación y trascendencia, por cuanto es con la entrega y recuperación de su vida y su glorificación. "Él hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús". Se trata de la ruta de pasión, muerte, resurrección y ascensión que seguirá Jesús. Él se erige en el Templo nuevo que asegura la presencia de Dios en toda la historia, en su Iglesia.

Y San Pablo nos lleva más allá en esta consideración. Su teología sorprendente, basada en las enseñanzas sublimes del Maestro, lo lleva a concluir que el Templo de Dios preferido en el mundo somos los mismos cristianos: "¿No saben que ustedes son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes? Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él, porque el templo de Dios es santo, y eso es lo que ustedes son". Los hombres somos el lugar donde por excelencia Dios quiere habitar. Es allí donde quiere asegurar su presencia en el mundo y desde el cual quiere irradiarse a todos. En nosotros quiere habitar y desde nosotros quiere llegar a los demás. Podríamos afirmar que Dios no tiene ningún interés en habitar en algún templo de piedras, incluso que Jesús no tiene ningún interés en hacerse Templo a sí mismo, si cada uno de nosotros no llegara a hacerse verdadero Templo en el cual Ellos habiten. De nada sirve un edificio, de nada sirve Jesús como Templo, si Dios no llega a reinar en el corazón de cada uno de nosotros.

Es así como nuestra principal meta debe ser hacernos Templos de Dios. Como lo hizo nuestra Madre María, en la cual Dios habitó plenamente. La invitación del Ángel a María era a hacerse Templo privilegiado en el cual se hiciera presente Dios no solo espiritualmente, sino en carne y hueso. "El Espíritu del Señor vendrá sobre ti y te cubrirá con su sombra, y concebirás en tu vientre y darás a luz un Hijo al que pondrás por nombre Emmanuel, Dios con nosotros". Dios entra al mundo por la puerta que abre María. Por ello Ella es Puerta del Cielo, como bellamente la llamamos en las Letanías. Ella era la preferida pues había estado desde siempre a la disposición de Dios: "Aquí está la esclava del Señor, que se cumpla en mí según tu palabra". San Agustín lo describe perfectamente: "María pudo concebir en su seno al Dios Redentor, porque ya lo había concebido antes en su corazón".

Por eso Ella es el modelo perfecto que debemos seguir todos los cristianos que nos queremos erigir en Templos de Dios en este mundo. "Mi madre y mis hermanos son éstos: los que escuchan la palabra de Dios y la ponen por obra". Ella fue la primera que escuchó la Palabra de Dios y la puso en práctica. A tal punto, que la concibió en su vientre: "Y la Palabra de Dios se hizo carne y habitó entre nosotros". María no sólo escuchó al Ángel, sino al mismo Dios. Era la Palabra que se dirigió a Ella y la escogió como su morada privilegiada. La concibió y la regaló al mundo, nos la regaló a todos. Su Sí es el Sí de la humanidad que quiere ser redimida. Y que quiere ser como Ella, Templo en el cual habite Dios y desde el cual llegue a todos los hombres. Escuchando y poniendo en práctica la Palabra de Dios nos convertimos en Templos de Dios, lo concebimos en nuestros cuerpos, nos encontramos con Él en la intimidad de nuestros corazones y lo dejamos llegar a nuestros hermanos. Como lo hizo María.

1 comentario:

  1. ¡Hágase!
    Gusto volver a saber de usted, Amado Monse. Ruego a Dios y La Virgen Madre, continúen iluminando y guiando su caminar. El Señor, le conceda abundancia de bendiciones y su Gracia en, Salud, Sabiduría y Santidad. Bendición. Abrazos. De COLORES!

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