lunes, 26 de abril de 2021

Ser sal de la tierra y luz del mundo, con la Verdad de Jesús, es nuestra misión

 EVANGELIO DEL DÍA: Mt 5,13-16: Vosotros sois la luz del mundo. | Cursillos  de Cristiandad - Diócesis de Cartagena - Murcia

Jesús es un Maestro excepcional. Siendo Dios y, por lo tanto, teniendo la Sabiduría infinita consistente con su divinidad y que le hace tener siempre presente y con la máxima claridad todos los misterios que se pueden conocer y en los cuales se puede profundizar, lo cual estaría vedado para cualquier mente humana que podría en algún caso barruntar nadando en la oscuridad del misterio, pero quedándose siempre en la frontera de la nube oscura a la que le es permitido llegar por su limitación delante de Dios, Él conoce perfectamente la Verdad, pues, como lo ha afirmado Él mismo, Él es la Verdad. Se conoce perfectamente, pues el misterio de ninguna manera está vedado para Él, pues es el autor de todo y el conocedor absoluto de todo, y porque, además, Él es la Verdad en su esencia. Toda otra verdad surge de Sí mismo, origen y causa final de un todo que ha puesto en las manos del hombre. Y conociendo la limitación del hombre que ha surgido de sus manos todopoderosas, habiéndole permitido adentrarse en algo del misterio profundo de su Verdad, pues le dio la capacidad de pensar y de discernir al haberlo creado "a su imagen y semejanza", no ha dejado que sea solo el esfuerzo humano el que aparezca para entrar en la profundidad de ella, sino que ha querido acercar al hombre la luz para que pudiera bucear más profundamente en el misterio. Ya no será solo el esfuerzo humano el que se aplique para lograr conocer y comprender a la divinidad, tal como se dio claramente en la labor de los grandes filósofos griegos que llegaron a la conclusión de la necesidad de la existencia de un Ser superior, sino que es el mismo Dios el que se hace el encontradizo, se revela desde su amor a los hombres y les permite con su revelación que se adentren en su misterio, por supuesto, conservando aún para sí lo más profundo, que conoceremos solo en la eternidad, cuando lo veremos "tal cual es". Pero esta Verdad de Dios, revelada por Jesús, debía ser hecha a la altura de la comprensión del hombre. Por eso el Maestro Jesús, pedagogo excepcional, la acerca a los hombres de la manera más sencilla posible, haciéndolo con imágenes de lo cotidiano, pero desvelando con ellas las profundas verdades de la fe.

La sal que da sabor a la comida y la luz que dan las velas en la casa, son realidades en las que se mueven los hombres cotidianamente. El Maestro Jesús se aprovecha de ellas para dejar su enseñanza. No es desconocido este modo de actuar, que hemos visto ya cuando echa mano a las figuras del sembrador en el campo, de la viña y de la vid, del pastor de las ovejas, de los árboles que dan fruto, de la vid y los sarmientos, de los niños que tocan música en la plaza... Son incontables las ocasiones en las que Jesús echa mano de las figuras de la cotidianidad para dejar su enseñanza de la Verdad. Y estas imágenes de la sal y de la luz son usadas en una de esas ocasiones, para dejar clara la responsabilidad que tienen sus discípulos, aquellos que se han dejado conquistar por su amor y se han puesto de su lado, con el mundo en el que viven. La sal y la luz tienen una utilidad específica y el sentido de su existencia es que hagan aquello para lo que existen. Si no es así, deben ser desechadas. El discípulo de Jesús, además de disfrutar del inmenso don del amor y de la salvación, tiene como esencia el ser propagador de esta novedad de vida. No puede quedarse solo en el disfrute de la donación, sino que debe convertirse en multiplicador del don para los demás. Si no, su ser discípulo no tiene ningún sentido y deberá ser desechado como discípulo del amor: "En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: 'Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa. Brille así su luz ante los hombres, para que vean sus buenas obras y den gloria a su Padre que está en el cielo". La sal y la luz existen para algo concreto, y deben cumplir con eso, a riesgo de que sean desechadas. Así mismo los discípulos del amor.

Y esto deben hacerlo con la conciencia clara de su obligación, pero también con la de ser transmisores de una Verdad que no les pertenece, sobre la cual no tienen dominio, pues la han recibido de la fuente que los ha elegido y los ha enviado. Es la conciencia de instrumentalidad que debe tener todo el que es enviado a anunciar la Verdad de Dios, tal como la tuvo meridianamente clara San Pablo: "Yo mismo, hermanos, cuando vine a ustedes a anunciarles el misterio de Dios, no lo hice con sublime elocuencia o sabiduría, pues nunca entre ustedes me precié de saber cosa alguna, sino a Jesucristo, y éste crucificado. También yo me presenté a ustedes débil y temblando de miedo; mi palabra y mi predicación no fue con persuasiva sabiduría humana, sino en la manifestación y el poder del Espíritu, para que la fe  de ustedes no se apoye en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios. Sabiduría, sí, hablamos entre los perfectos; pero una sabiduría que no es de este mundo ni de los príncipes de este mundo, condenados a perecer, sino que enseñamos una sabiduría divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios antes de los siglos para nuestra gloria". San Pablo tenía clara noción de su misión y dejaba establecida su instrumentalidad. De no ser por la condescendencia divina y del inmenso amor del Señor por la humanidad, de ninguna manera tendría la posibilidad de acercarse a la Verdad, ni de ser instrumento de ella para la salvación de los hombres. Es por el amor de Dios por cada hombre y por cada elegido, que se da la ocasión de salvación del que escuche el anuncio de la Verdad y del amor. Y desde esa manera de actuar de cada discípulo del amor es que se dará la oportunidad de hacerse sal y luz de la tierra, y de servir para que el sabor de Dios y su iluminación le llegue a cada hombre del mundo, recibiendo así el amor y la salvación. El Maestro Jesús nos lo deja muy claro con las imágenes de la sal y de la luz.

3 comentarios:

  1. Amén padre. 🙂 gracias.
    Dios lo bendiga 🙏

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  2. Dios a concedido a todos la oportunidad de salvación para alcanzar la vida eterna,anunciando su verdad y su amor por los hombres y elegidos.

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  3. Dios a concedido a todos la oportunidad de salvación para alcanzar la vida eterna,anunciando su verdad y su amor por los hombres y elegidos.

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