lunes, 19 de abril de 2021

Lo material, con ser importante, nunca está por encima de lo eterno

 Trabajen por el alimento que perdura para la vida eterna» – Reporte  Católico Laico

Uno de los principales intereses de Jesús en la realización de su obra de amor en favor de los hombres, es el de darles una perspectiva de vida superior a la que viven cotidianamente. Desea Jesús que los hombres elevemos nuestra mirada y nuestro corazón a las cosas trascendentes, a las que no pasarán nunca, aquellas que, por ser eternas e infinitas, estarán siempre por encima de lo simplemente temporal o pasajero. No quiere Él que nos despeguemos totalmente de ello, pues al fin y al cabo son parte esencial de nuestra vida, la que Dios mismo nos ha donado, haciéndola compleja en sí misma, en el sentido de que tiene la doble componente de lo material y lo espiritual. La materia es parte esencial de nuestro ser. El hecho de que seamos seres corporales hace que naturalmente tengamos necesidad de ella para poder satisfacer nuestras exigencias básicas. Además, será de la misma materia de la que nos aprovecharemos para el bien y para la solidaridad con los hermanos menos favorecidos. La materia, en fin, es esencia y riqueza. Sin embargo, aun dando por sentado que su origen es bueno y que lo será siempre, pues ha sido un regalo de Dios a la humanidad, Jesús llama la atención para que no centremos nuestra vida solo en ella, evitando que tengamos la tentación de absolutizar lo temporal, como si fuera lo único importante. Esa fue la raíz del pecado, cuando el hombre puso la materia, la suya propia y la que tenía a su alrededor, en el centro de sus intereses, colocándose a su servicio, en vez de hacer lo que Dios quería: que él se sirviera de ella. Los Obispos latinoamericanos en Puebla definieron el pecado mortal como: "La absolutización de lo que no es absolutizable". Y eso fue lo que hizo el hombre. Y a eso quiere Jesús que el mismo hombre ponga fin. El único absoluto es Dios y su lugar no lo puede ocupar ninguna otra realidad, por muy importante que sea.

Por eso Jesús sentencia delante de aquellos que lo buscaban, no por un interés elevado de búsqueda de la Verdad, del Amor o del Bien, sino simplemente para poder satisfacer sus necesidades físicas: "En verdad, en verdad les digo: ustedes me buscan no porque han visto signos, sino porque comieron pan hasta saciarse. Trabajen no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que les dará el Hijo del hombre; pues a este lo ha sellado el Padre, Dios". Es necesario que el hombre que busque a Jesús lo haga no solo para sacar un buen provecho material, es decir, por un interés solo crematístico, sino que la motivación debe ser la de la obtención de una riqueza espiritual que satisfaga no solo lo corporal, sino que apunte a lo trascendente. Y no es que lo material no sea importante. Jesús ha venido a redimir a todo el hombre, en su integralidad. Para Él esa realidad material es también susceptible de redención. Por ello su obra es totalizante y abarca toda la realidad del hombre. Ese interés lo ha demostrado apenas momentos antes cuando ha multiplicado los panes y los peces para dar de comer a más de cinco mil hombres. La miseria, la explotación del hombre, el hambre y la sed que sufren tantos, la falta de insumos básicos que necesitan tantos hermanos para poder sobrevivir es, a todas luces, una situación antievangélica contra la cual los cristianos estamos obligados a actuar. Pero no por una simple inspiración sociológica, sino por la que es propia de nuestra fe, que es la del amor, la de la caridad, la de la solidaridad y la de la compasión, siguiendo las mismas huellas de Jesús. Nosotros, como primer interés, debemos apuntar a esa verticalidad en la búsqueda de Jesús. Que Él se convierta en nuestra prioridad. Y que, hallándolo, lo hagamos parte de nuestra existencia para llevarlo a los demás, procurando que también ellos lo pongan en el primer lugar.

Así entendieron siempre los primeros discípulos que debían actuar. Sin despegarse de su realidad, hacer a Jesús el huésped principal de su ser y llevarlo con delicadeza y amor a todos los hombres que tienen el derecho de conocerlo y de amarlo como ellos. Hacerles la misma invitación a todos a no centrarse solo en el día a día, como si todo terminara allí, como si la realidad se redujera solo a preocuparse por el qué tener para comer, dónde vivir, cómo disfrutar, sino que el interés para esforzarse por algo, fuera más elevado, apuntando a lo que no pasa, a lo trascendente, a lo eterno. La materia no puede, de esta manera, agotarlo todo, ni colocarse en el centro de la vida del hombre. Al fin y al cabo, eso pasará. Es necesaria la elevación de la perspectiva hacia lo que no pasa ni termina. Cuando los apóstoles y los primeros discípulos lo comprendieron, adquirieron una perspectiva totalmente nueva, llena de atractivo, que les dio la ilusión de saber que servían a quien debían servir y que estaban haciendo en favor del hombre lo mejor que podían hacer, que era procurar que también todos ellos tuvieran la misma perspectiva que los elevara. Por eso eran capaces de colocarse a sí mismos en un lugar secundario. El primero lo reservaban para Dios y para los hermanos: "En aquellos días, Esteban, lleno de gracia y poder, realizaba grandes prodigios y signos en medio del pueblo. Unos cuantos de la sinagoga llamada de los libertos, oriundos de Cirene, Alejandría, Cilicia y Asia, se pusieron a discutir con Esteban; pero no lograban hacer frente a la sabiduría y al espíritu con que hablaba". No les importaban las consecuencias que pudiera tener su entrega, pues sabían claramente a quién servían. Y lo asumían con la mayor de las ilusiones: "Entonces indujeron a unos que asegurasen: 'Le hemos oído palabras blasfemas contra Moisés y contra Dios'. Alborotaron al pueblo, a los ancianos y a los escribas, y, viniendo de improviso, lo agarraron y lo condujeron al Sanedrín, presentando testigos falsos que decían: 'Este individuo no para de hablar contra el Lugar Santo y la Ley, pues le hemos oído decir que ese Jesús el Nazareno destruirá este lugar y cambiará las tradiciones que nos dio Moisés'. Todos los que estaban sentados en el Sanedrín fijaron su mirada en él y su rostro les pareció el de un ángel". Su gozo no era la aprobación de los hombres, sino la de Dios y saber que estaban haciendo lo que se esperaba de todo discípulo, conquistado por el amor de Dios y el amor a los hermanos.

5 comentarios:

  1. Amado Jesús, que no tengamos miedo de pedirte las cosas para darte la mayor gloria☺️

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  2. Señor que pueda reconocerte como aquel que quiere para nosotros nuestro mayor bien: LA VIDA ETERNA... 🙏♥️

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  3. Lo que Dios espera de nosotros es que crean en su enviado Jesús,y a quienes más amó hasta dar su vida por los más débiles y necesitados que son los más hambrientos de pan y justicia.

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  4. Lo que Dios espera de nosotros es que crean en su enviado Jesús,y a quienes más amó hasta dar su vida por los más débiles y necesitados que son los más hambrientos de pan y justicia.

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  5. Lo que Dios espera de nosotros es que crean en su enviado Jesús,y a quienes más amó hasta dar su vida por los más débiles y necesitados que son los más hambrientos de pan y justicia.

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