jueves, 29 de abril de 2021

Dios es siempre para nosotros luz, misericordia y compasión

 LECTURAS DEL SÁBADO XXVI DEL T. ORDINARIO 3 DE OCTUBRE (VERDE O BLANCO) |  MISAL DIARIO

El amor infinito de Dios por su creación, en particular por su criatura predilecta, el hombre, se manifiesta de múltiples maneras. Para constatarlo solo debemos lanzar una ojeada a las Sagradas Escrituras, en las que nos encontraremos con la ingente cantidad de acciones de Dios en favor del hombre, en las que destaca la puesta en marcha de ese amor para colmarlo de sus beneficios, a pesar de que el hombre se hiciera cada vez menos digno de ellos por su pecado y por la continua traición a su voluntad divina. De ninguna manera podemos ser indiferentes a esta constatación, pues ella será la base para nuestra conversión y para el acercamiento que tengamos a fin de disfrutar plenamente de ese amor infinito por nosotros. El amor no será, de esa manera, solo una realidad constatada, sino que tocará la fibra más profunda de nuestro ser, pues logrará desmontar cualquier barrera de desconfianza o de desarraigo. Solo quien ama tanto podrá ser la razón del abandono de una vida de desencuentro o de alejamiento del hombre. El amor es el imán más poderoso que hará que el hombre sucumba dócilmente ante el Dios Creador que solo quiere su bien, pues lo ama infinitamente. Y ese amor, lo decíamos, se reviste de diversas facetas que tocan todo el entramado de la vida del hombre, desde ser la causa última y primera de su existencia, hasta la de su plenitud y su salvación en la eternidad. Todo el abanico de la vida del hombre está sumido en la experiencia del amor de Dios. Tan pronto es amor de creación, como amor de perdón y de misericordia. Tan pronto es amor de defensa, como amor de rescate. Tan pronto es amor de providencia, como amor de iluminación. Tan pronto es amor de compasión, como amor de solidaridad. No hay realidad de la vida humana que no esté subsumida en el amor eterno e infinito que Dios le tiene.

En efecto, no puede ser de otra manera, pues Dios en su esencia es amor. "Dios es amor" nos ha dicho magistralmente San Juan. Es decir, la identidad más profunda de Dios es el amor, y por ello todo lo que hace va bañado en lo que es su propio ser. "La persona se conoce en la acción", dijo el filósofo Karol Wojtyla, luego el Papa San Juan Pablo II. Pues bien, conocemos a Dios por el amor con el que actúa y el que derrama continuamente sobre el hombre y sobre el mundo. En primer lugar, siendo luz que ilumina nuestro caminar: "Este es el mensaje que hemos oído de Jesucristo y que les anunciamos: Dios es luz y en Él no hay tiniebla alguna. Si decimos que estamos en comunión con Él y vivimos en las tinieblas, mentimos y no obramos la Verdad. Pero, si caminamos en la luz, lo mismo que Él está en la luz, entonces estamos en comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia de todo pecado". Dios echa luces para que conozcamos la Verdad y vivamos de acuerdo con ella. No quiere de ninguna manera que seamos ignorantes de lo que es Él ni lo de que quiere para nosotros para beneficiarnos al máximo. Quiere que sepamos de dónde venimos y hacia dónde nos dirigimos, a lo que estamos llamados. No nos quiere caminando en las tinieblas y por ello nos llena de su luz. Y da un paso más adelante, pues no nos ofrece solo un amor de iluminación, sino que pone en nuestras manos el amor de misericordia, con el cual se ofrece no solo para darnos su luz, sino para reparar nuestra traición por el pecado: "Si decimos que no hemos pecado, nos engañamos y la Verdad no está en nosotros. Pero, si confesamos nuestros pecados, Él, que es fiel y justo, nos perdonará los pecados y nos limpiará de toda injusticia. Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos mentiroso y su palabra no está en nosotros. Hijos míos, les escribo esto para que no pequen. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no solo por los nuestros, sino también por los del mundo entero". Es impresionante la medida de este amor, pues no se queda mirando nuestra falta por nuestra debilidad, sino que mira antes a su corazón, donde descubre constantemente el inmenso amor que nos tiene, y por ello nos perdona en el colmo de la misericordia.

Este amor, y las acciones que lo revelan, alcanzan su zenit en Jesús. La concreción más clara está, evidentemente, en el colmo de su entrega al sacrificio por amor. La muerte y resurrección de Cristo es la muestra más clara de un amor que está y estará siempre de parte del hombre. "Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos", con el añadido de asumir esta entrega siendo totalmente inocente, en favor de los que sí son culpables. Por ello, el amor se convierte fácilmente en compasión por aquellos que son humildes y sencillos, de aquellos que sufren y son desplazados, de aquellos que solo tienen un objeto de confianza que es Dios, pues es el único que se pone a su favor: "Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar". En esta conversación emocionada de Jesús con el Padre, desvela su ternura por aquellos que necesitan más muestras de amor, pues son los olvidados, los desechados del mundo. Solo Dios sale como su valedor. El amor se convierte en compasión y es derramado en sus corazones. Por ello, en el colmo de esa compasión, sabedor de que probablemente sea el único consuelo que recibirán, Él mismo se ofrece como apoyo y sustento de vida: "Vengan a mí todos los que de ustedes están cansados y agobiados, y yo los aliviaré. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso para sus almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera". Es la culminación del amor. Es la manifestación más clara de su esencia de amor. En medio de los tormentos de la vida está siempre presente Jesús siendo apoyo y consuelo. Es un Dios que no se ha desentendido de la humanidad, sino todo lo contrario, pues habiéndola rescatado de la muerte, del mal y del pecado, sigue comprometido con ella para servirle de iluminación, de misericordia y de compasión, pues su esencia es la del amor y Él no podrá nunca dejar de actuar según lo que le sugiere siempre el amor.

4 comentarios:

  1. Gracias Señor, por la oportunidad que nos das para hacer oración, gracias por el Don de la vida, por tú amistad, danos la gracia de permanecer fiel a tu palabra☺️

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  2. Gracias Señor por tu AMOR Y TU Misericordia ERES NUESTRA LUZ QUE BRILLAS en nuestro camino.

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  3. "Dios es amor"lo dijo San Juan, es amor de creación, de perdón y misericordia se va convirtiéndo en la esencia, de las diferentes etapas por amor en las que pasa el hombre.Gracias Dios por ofrecernos su yugo y su carga ligera a nosotros como apoyo.

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  4. "Dios es amor"lo dijo San Juan, es amor de creación, de perdón y misericordia se va convirtiéndo en la esencia, de las diferentes etapas por amor en las que pasa el hombre.Gracias Dios por ofrecernos su yugo y su carga ligera a nosotros como apoyo.

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