sábado, 11 de enero de 2020

Creo en ti, Señor, sé que puedes y me abandono a tu voluntad


Un encuentro entrañable que Jesús tiene en el Evangelio y que nos deja un sabor de gozo por cuanto nos confirma en su misión de tender la mano a los últimos de la sociedad, a los desplazados, a los rechazados, es el que tiene con el leproso que se le acerca y se dirige a Él con confianza. Este incumple con todas las reglas sociales que imperaban contra los enfermos de lepra que eran considerados inclusive excecrados de la vida social. Pero Jesús es el enviado de Dios a "sanar los corazones afligidos". Es el enviado a liberar a los oprimidos. Y la lepra era una opresión terrible de los hombres de entonces. Ya Jesús en la sinagoga de Nazaret había anunciado que había llegado el tiempo del anuncio de la llegada del reino de Dios, del año del gracia del Señor. Era el tiempo de la demostración del amor y del poder de Dios sobre el mundo. El leproso no está dispuesto a dejarse atar por convenciones sociales. Ya no tenía más nada que perder. Su interés era encontrarse con Aquel que podía ser su última esperanza y él no estaba dispuesto a dejarla pasar. 

La oración que hace el leproso es impresionante por su sencillez y su profundidad. "Señor, si quieres, puedes limpiarme". Tiene todos los ingredientes que debe tener cualquier oración cristiana. "Señor", significa que sabe bien quién es. Es el Señor, el prometido, el que ha venido a cumplir aquel tiempo idílico de acción de Dios en favor los más necesitados. Es el Señor que reconoce Isabel en el vientre de María en el encuentro con Ella. Es, por lo tanto, una confesión de fe en Dios poderoso y amoroso que está en el mundo. "Si quieres", es una demostración de humildad extrema. El leproso se sabe indigno de exigir delante de Dios. Se somete al arbitrio de su voluntad. Él tiene la última palabra. Sabe bien que ha venido acatando una orden de amor y que su voluntad se mueve solo en el amor infinito que demuestra siempre por el hombre. Pero también sabe que el amor es infinitamente libre porque Dios mismo es infinitamente libre. El "si quieres" es también una confesión del leproso en el Dios amoroso e infinitamente libre. "Puedes limpiarme", denota confianza y abandono en su voluntad. Lo que Jesús decida es lo mejor. Es el Señor, tiene el poder y ama. Acatar lo que Él quiera es mi mejor baza. La confianza del leproso es extrema. Su oración demuestra plena fe y confianza en Jesús y acata con humildad lo que Él disponga.

Es la oración que debemos hacer todos los cristianos delante de Jesús. Una oración en la que ponemos en sus manos todas nuestras lepras. Las que el mundo coloca en nuestras almas y las que nosotros mismos vamos añadiendo. Cada uno de nosotros sabe cuáles lepras son las que necesitamos que Jesús limpie en nosotros. Nuestra confesión de fe en Jesús es la que hará que su fuerza actúe. Con la fe y la humildad del leproso, nos acercamos a Jesús para que domine ese poder del mal en nosotros: "Queridos hermanos: ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?". Nuestra fe es fundamental en el proceso de curación de nuestras lepras. Jesús pasa por nuestras vidas continuamente. Tenemos que ser capaces de vencer las convenciones humanas para acercarnos a Jesús con valentía y decisión. Y hacer gala de nuestra fe en Él, de nuestra humildad y de nuestra confianza para que Él nos limpie y nos eleve de nuevo a la categoría de persona, con la cual podemos entrar de nuevo en relación con el mundo y con todos nuestros hermanos, a los que podremos dirigir a la búsqueda del Señor que puede limpiar todas sus lepras.

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