viernes, 9 de mayo de 2014

Jesús convierte a los malos y espera a los buenos

Dios suma "efectivos" a la causa de la salvación. Convierte a los malos y espera a los buenos. Se presenta como el Salvador del hombre, le explica qué es lo que quiere para él, trata de convencerlo de su amor y de su misericordia, le dice claramente que necesita unirlo a su causa para que su salvación alcance a todos... Y para ello utiliza métodos innumerables. El mismo hombre es su primer instrumento. "Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará". La salvación consiste simplemente en aceptar a Jesús, en servir a su nombre, en dejarse amar por Él y en vivir como rescatados en favor de todos los hermanos para rescatarlos a ellos también... Eso fue lo que hicieron los primeros apóstoles y los primeros discípulos. Ahí vemos a los once, a los 72, y luego a los siete diáconos. Cada uno cumpliendo perfectamente con la tarea encomen. Y logrando conversiones impresionantes con lo cual los seguidores de Jesús eran cada vez más. La persecución, lejos de amilanarlos, los acicateó. El nombre de Jesús fue más conocido a medida que los discípulos eran perseguidos, pues en todas las ciudades a las que huían se pronunciaba ese nombre salvador y se les hacía conocedores a todos del amor del Dios Redentor...

Evidentemente, esta tarea fue asumida con plena libertad. Era la fe lo que los movía. No había en ellos presión, obligatoriedad, sumisión vil... Lo que había era fe. Y por la fe había plena convicción en el amor de Dios, en la obra grandiosa de la redención por la pasión, muerte y resurrección de Cristo, en la destrucción total del poder del demonio, del pecado y del mal, en el triunfo total de la luz sobre las sombras, de la gloria sobre el abismo, de la vida sobre la muerte... Las evidencias eran tan claras que era innecesario obligar a nadie. Cuando uno se convencía del poder infinito del amor redentor de Jesús, simplemente caía rendido a sus pies y se ponía a su servicio.... No hay como una experiencia personal de amor para saberse subyugado, conquistado y totalmente entregado a la obra de ese mismo amor... El amor te une a tu salvador y te lanza a la vivencia de la fe con los hermanos...

Pero para Dios no todo fue siempre tan fácil. Ciertamente fueron muchísimos los conquistados a través de terceros. "Somos de ayer y lo llenamos todo", decían los cristianos entusiasmados de los primeros años cuando veían que eran cada vez más lo seguidores de Jesús. El mismo Libro de los Hechos de los Apóstoles constata que "el Señor agregaba cada día los que se iban salvando al grupo de los creyentes", por lo que eran cada vez más... Pero la respuesta a la fe seguía siendo libre. Si alguien respeta la libertad es quien la ha dado al hombre. No puede Dios violentar el libre albedrío con el que ha creado a los hombres, pues de hacerlo, se estaría negando a sí mismo... Y eso es absurdo... La fe es, sin duda, propuesta. Con evidencias irrefutables de la obra de salvación que realizó Jesús, ante las cuales es casi imposible negarse... Pero es propuesta al fin... Requiere una respuesta que parta de la convicción y del amor. De no darse la respuesta en este orden de la libertad, no tiene absolutamente ninguna validez. Y más duros para dar esta respuesta libre ante una propuesta diversa son los "buenos", pues consideran que no tienen por qué cambiar... Se aferran a su "bondad" para no aceptar otras verdades que son, inclusive, más sólidas...

Fue el caso de Pablo. Suponemos que era bueno... Él mismo se define como fariseo -santo, puro-, discípulo de Gamaliel, seguidor fiel y celoso de Yahvé... ¿Quién iba a convencerlo de que estaba equivocado? Nadie podía venirle con cuenticos bonitos de alguien que murió y resucitó, que se opuso a la autoridad religiosa en favor del amor, que decía que venía a establecer un nuevo orden en las relaciones de fraternidad y solidaridad... No podía permitir ser convencido de eso, y mucho menos que envenenaran a otros con esas ideas. Por eso había que perseguirlos y "neutralizarlos". Eso era lo que hacía el buen Pablo. No era malo. Estaba convencido que estaba en lo correcto. Por eso no aceptaba la fe cristiana... Hasta que Dios lo permitió... Usó mediaciones humanas hasta que pudo. Y tuvo que presentarse Él mismo para lograr la respuesta positiva de Pablo a la causa del cristianismo... La conversión de Pablo no fue obra de nadie más sino del mismo Jesús. La respuesta de Pablo fue arrancada por el mismo Jesús al que Pablo perseguía... Jesús logró la conversión del bueno de Pablo. No era malo. Sólo estaba equivocado. Y su intensidad en la vivencia de sus ideas fue excelente para la causa del cristianismo de los primeros tiempos...

Pablo se hizo discípulo de Jesús. De los mejores. Probablemente nunca lo vio físicamente, pero su experiencia de Jesús fue de las más intensas. Para Pablo Jesús pasó a ser la razón de su exsitencia. Empezó a vivir para Él, pues Él pasó a ser su vida para siempre. Se cumplió en Pablo lo que dijo Jesús a sus discípulos: "El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí". Desde el momento en que fue subyugado y conquistado por Jesús, no existió para Pablo otra razón de vida. Lo fue Jesús. Y se convirtió para todos nosotros en el modelo perfecto del convertido, del seguidor de Jesús, del que no deja nada para sí y lo entrega todo para dar a conocer el nombre de Cristo salvador a los hermanos...

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