martes, 24 de septiembre de 2013

Mi madre y mis hermanos son estos...

Alguien se le acercó a Jesús, acechado por el gentío que lo seguía... Su madre, María, y sus hermanos, familiares cercanos pertenecientes al clan familiar, lo buscaban con insistencia, pero no podían llegar a Él a causa del tumulto... "Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte..." Fue una voz compasiva, que sirvió de mensajero de la necesidad de María y de los otros para hacerle llegar a Jesús su deseo de verle. La respuesta de Jesús es llamativa, no tanto por inclusivo en referencia a todos los que lo escuchen y ponga por obra sus palabras, sino por lo supuestamente excluyente con la persona de su Madre María...

Los hermanos cristianos que no están en plena comunión con nosotros hacen fiesta con este "desplante" de Jesús a María. Y lo hacen por dos razones: La primera, porque Jesús reconocería que tiene hermanos, lo cual echaría por tierra la "pretensión" de la Tradición al afirmar que María no tuvo otros hijos y que, por lo tanto, habiendo tenido una concepción y un parto virginal, se mantuvo virgen por siempre... Y la segunda, porque Jesús prácticamente "negaría" querer tener algo que ver con María con la expresión que usa...

A fuerza de parecer repetitivo, atendiendo sobretodo a la repetitividad de la argumentación protestante más recalcitrante, cuyo honor parece estar sustentado en el logro de la desacreditación absoluta de la Madre de Jesús como personaje fundamental de la Historia de la Salvación, con lo cual nos tildarían a los católicos de idólatras, es necesario aclarar estas cuestiones que ellos mismos han hecho equívocas...

En primer lugar, la expresión "hermano" en el uso de las Escrituras no es reductiva sólo a los hijos de los mismos padres. Es harto conocida la mentalidad profundamente familiar entre los judíos. Todos los miembros del clan familiar son llamados no sólo "familia", sino "hermanos". Por ello, todos los miembros del mismo clan, basta que tengan una raíz común, son considerados hermanos. Un  ejemplo claro es el de Abraham, que se casa con su "hermana" Sara... No es un incesto el que se está cometiendo en este caso, sino que es el matrimonio entre dos miembros de la misma familia que no son estrictamente hermanos de sangre. Y en el mismo Evangelio está el caso de Santiago "hermano del Señor", que es hijo de "María, la de Santiago". Lo más probable es que María, la de Jesús, y María, la de Santiago, fueran primas o hermanas, y por ello, Jesús y Santiago son llamados "hermanos"... El hecho de que digan a Jesús "Tu madre y tus hermanos quieren verte" es, claramente, una referencia a familiares cercanos que estaban en busca de Jesús. Y tiene, además, continuidad con la lógica humana. María se había quedado ya sola. Al no aparecer José, su esposo, en la escena, suponemos que ya habría muerto... María se había quedado sola, y lo lógico es que estuviera viviendo en casa de algunos familiares, de algunos "hermanos"...

En segundo lugar, la expresión "Mi madre y mis hermanos son estos, los que escuchan la palabra de Dios y la ponen por obra...", lejos de ser en descrédito de la Madre es realmente una de las mejores alabanzas que ha podido hacer Jesús de María... Veamos... San Agustín, tremendamente realista en referencia a la condición humana pecadora (basándose en su propia experiencia), cuando habla de María dice: "María fue capaz de concebir al Verbo en su vientre, porque ya antes lo había concebido en su corazón"... Esto significa que la escucha de María a la Palabra, al Verbo de Dios, había sido pleno, perfecto, absoluto. Tanto, que ya lo había engendrado en su corazón como algo propio. Fue tan perfecta la escucha, que había hecho suya, definitivamente, la Palabra... Toda la vida de María nos habla de disponibilidad, de entrega, de servicio a lo que diga la Palabra de Dios. La respuesta que da al Arcángel Gabriel: "Hágase en mí según tu palabra", no es más que la expresión exterior de su actitud interior. En ningún momento hubo un atisbo de duda, de rechazo, ni siquiera de indiferencia, a lo que Dios le pedía. Por eso, ella misma reconoce: "El Señor ha hecho grandes maravillas en mí, ¡Gloria al Señor!" Para María, era fundamental ser humilde ante el Señor, por lo que era absurdo oponer algo a lo que Él dispusiera: "Ha mirado la humildad de su sierva". Y esa humildad la lleva a reconocer la grandeza de la que Dios la revestirá, no por ella, sino por la misma gloria divina: "Me llamarán bienaventurada todas las generaciones"... María es la mujer que más ha escuchado la Palabra de Dios y más la ha puesto por obra, y por eso se convierte en ejemplo para todos. Jesús, lejos de despreciarla, la propone de modelo para todos los que quieran ser sus seguidores...

Vale preguntarnos nosotros mismos: ¿Queremos ser familia de Jesús" ¿Queremos ser la madre y los hermanos de Jesús? Jesús mismo nos ha colocado el camino a la vista: Escuchar su Palabra y ponerla por obra, tal como lo hizo María. Si los cristianos nos llamamos "la familia de Jesús", debe ser porque somos los primeros, como María, en escuchar su Palabra y ponerla en práctica. No seamos cristianos "de pacotilla", que se quedan en la periferia solo contemplando y maravillándonos de los portentos que Jesús realiza, asistiendo a un "espectáculo", como simples "espectadores" de una gran obra que se representa ante nuestros ojos. Seamos actores y protagonistas de esa obra, inmiscuyéndonos de tal manera que no sólo nos sepamos el libreto, sino que "nos lo comamos", para hacer nuestra la Palabra de Jesús y vivir según lo que ella nos exige. María y los hermanos de Jesús lo hicieron, y por eso fueron actores importantes de la Historia de la Salvación que todos disfrutamos. Hagamos también nosotros lo mismo, y convirtámonos en los principales aliados de Jesús en esta obra de salvación, que es suya, pero en la que quiere que nos integremos todos como socios suyos para hacerla llegar a todos los hermanos...

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