lunes, 22 de febrero de 2021

San Pedro sigue siendo la piedra que sostiene a la Iglesia

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La figura de San Pedro es una de las figuras emblemáticas de nuestra Iglesia, y se convierte así en prototipo del cristiano. Son muchísimas las consideraciones que podemos hacer sobre este elegido por Jesús parar llevar adelante la barca de la Iglesia. Es, en primer lugar, modelo del llamado, por cuanto es convocado por Jesús desde la total anonimia, pues era un simple pescador que estaba a las orillas del lago arreglando los aperos después de la jornada de labor. Es un personaje que, estrictamente hablando, no se diferenciaría de alguno de cualquiera de nosotros: Rudo, trabajador, desconocedor de Jesús, impetuoso, espontáneo, entusiasta, demostrando una valentía que luego desaparecerá cuando sea exigido. Su misma espontaneidad le hará entrar en situaciones en las que seguramente él mismo jamás se imaginó. Tan pronto dirá que defenderá a Jesús y se entregará dando su vida por Él, como saldrá luego a esconderse y lo negará cuando llegue ese momento de la entrega. Tan pronto lo confesará como el Hijo de Dios, como luego le reprochará cuando anuncie la obra redentora que tendrá que llevar adelante con su muerte. Son conductas y actitudes que surgen en San Pedro, pero que pueden también estar presentes en cualquiera de nosotros. No podemos criticar su conducta, pues nosotros mismos hubiéramos actuado de manera similar e incluso hasta peor. Y aún así, es el elegido por Jesús para ponerlo al frente de su Iglesia: "Ahora yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos". Pedro es el primer Papa de la Iglesia y sobre él recae toda la responsabilidad de su guía, con la misma autoridad que tenía Jesús. Es el "Vicario de Cristo", es decir, el que hace las veces de Cristo cuando ya Él no está físicamente presente en el mundo.

El Papa ejerce su tarea, en obediencia a la indicación de Jesús a Pedro, desde ese momento hasta nuestros días. Desde el libro de los Hechos de los Apóstoles nos percatamos cómo los otros apóstoles se acercaban a Pedro en atención a su autoridad, respetando la decisión de Jesús. Él ejercía su autoridad y mantenía la unidad de esa Iglesia que estaba naciendo. Su palabra era indicadora del camino que se debía seguir y lo que se decidía era refrendado por su autoridad. Desde Jerusalén, y luego desde Roma, era escuchado y seguido por los cristianos. La mayor muestra de su fidelidad a la tarea que puso Jesús en sus manos fue su misma muerte, por la Verdad de Jesús que proclamaba la Iglesia bajo su guía. Su autoridad no fue la de un déspota, sino la del pastor que llevaba a cada cristiano sobre sus hombros y que daba testimonio de su amor a Jesús y a cada fiel de la Iglesia. Con su palabra quiso conducir a la Iglesia por el camino de la Verdad. Incluso se preocupa de animar a los presbíteros (que significa "ancianos", los que estaban al frente de las comunidades nombrados como guías) a que se pusieran al frente de sus fieles, animándoles en medio de las persecuciones y sufrimientos para que entendieran que el camino de la fe no era un lecho de rosas. Así animaba a los pastores de las comunidades: "Queridos hermanos: A los presbíteros entre ustedes, yo, presbítero con ellos, testigo de la pasión de Cristo y participe de la gloria que va a revelar, los exhorto: pastoreen el rebaño de Dios que tienen a su cargo, miren por él, no a la fuerza, sino de buena gana, como Dios quiere; no por sórdida ganancia, sino con entrega generosa; no como déspotas con quienes les ha tocado en suerte, sino convirtiéndose en modelos del rebaño. Y, cuando aparezca el Pastor supremo, recibirán la corona inmarcesible de la gloría". Con el cumplimiento de su tarea animaba en el camino de la santidad. En esa Iglesia que nacía buscaba que todos fueran unificando la práctica de la fe, mediante la organización de las estructuras necesarias y la celebración sobre todo de la Cena del Señor, recordando el último encuentro con Jesús en el que dejó el regalo de la Eucaristía. Aquel Pedro que negó a Jesús en el momento de la cobardía, asumió con la mayor responsabilidad la tarea que Jesús mismo le encomendó, hasta las últimas consecuencias.

Hoy, San Pedro es Francisco. No hubiera sido razonable que la figura del Pedro que quiso Jesús poner al frente de su Iglesia, desapareciera cuando éste muriera. La piedra sobre la que se construye la Iglesia -"Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia"-, no podía desaparecer, pues entonces se hubiera venido abajo toda la estructura. El Papa sigue ejerciendo su misión, exactamente con la misma autoridad que Jesús puso en las manos de Pedro. Se equivocan radicalmente quienes afirman que ya esa figura de Pedro no tiene importancia y que solo la tuvo en el momento histórico en que existió. Si así fuera, no existiría la posibilidad de la unidad, uno de los deseos más intensos de Jesús y que expresa claramente en su oración sacerdotal delante del Padre: "Que todos sean uno, como Tú y yo, Padre, somos uno". El Papa es hacia quien se anuda esa unidad deseada por Jesús, que se afinca en el amor y en la solidaridad humanas, y por supuesto en el amor y la fidelidad a Dios. El Papa anima a todos los fieles a vivir en la Verdad de Jesús y los impulsa a profundizar y conocer cada vez más en su conocimiento. Su palabra orientadora ilumina el camino de la Iglesia y de cada fiel cristiano. Basado en la Verdad del Evangelio, va extrayendo de él el tesoro de la Verdad y lo pone a nuestra vista para que lo vivamos con mayor conciencia. Nos anima a vivir la fraternidad cristiana echando luces sobre los problemas actuales y sobre las soluciones que pueden tener a la luz del Evangelio y de la Doctrina Social de la Iglesia, en las cuales es experto. No impulsa una Iglesia separada del mundo o del hombre, sino profundamente comprometida, pues es a ese mundo y a ese hombre a los que sirve. Anima a los cristianos a una unión más profunda, consciente y madura con Dios, viviendo una vida en santidad que no desplaza la realidad, sino que invita a un compromiso de unión con Dios haciéndolo tangible en la unión con los hermanos. De esta manera, entendemos que Jesús no se ocupó solo de los discípulos en su momento histórico, sino que nos dejó bien resguardados bajo las alas del Papa, a quien debemos aceptar como el Pedro de todas las épocas.

5 comentarios:

  1. Amén 🙏.

    Jesús es mi antes, en la acción. Está por delante de nosotros y es nuestro paso seguro. Es el amor que nos protege y nos guarda, siendo generosos y con la práctica de la caridad. Amén 🙏.

    Feliz día Monseñor.

    Salud a los que la necesitan y por nosotros, por ese mismo Jesús que nos ama. Amén 🙏.

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  2. Señor, danos la gracia de creer, comprender, vivir y ser testigos de este amor. Que la Fe sea el oxígeno de nuestras vidas😌

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  3. Excelente, somos parte de la única iglesia que Cristo fundó sobre la roca que es Pedro y que por la sucesión apostólica se ha mantenido en el tiempo.

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  4. Aquel Pedro que negó a Jesús tres veces en un momento de cobardía,fue el que fundó la Iglesia con la responsabilidad que asumió, de la tarea que Jesús le encomendó, recordando siempre la última cena, donde nos dejó como regalo la instauración de la Eucaristía.

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  5. Aquel Pedro que negó a Jesús tres veces en un momento de cobardía,fue el que fundó la Iglesia con la responsabilidad que asumió, de la tarea que Jesús le encomendó, recordando siempre la última cena, donde nos dejó como regalo la instauración de la Eucaristía.

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