miércoles, 17 de febrero de 2021

En nombre de Jesús y por su entrega, reconciliémonos con Dios

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Al inicio de la Cuaresma San Pablo nos hace un llamado perentorio a la conversión y a la reconciliación con Dios: "En nombre de Cristo les pedimos que se reconcilien con Dios". Pablo es como el padre de familia que sabe qué es lo mejor para sus hijos y con ternura, pero también con gran determinación, hace un llamado a lo sensato. La obra grandiosa que ha realizado Jesús al entregar su vida para rescatar al hombre de la oscuridad, necesita ser bien valorada y aceptada, para que produzca los frutos de plenitud que están en la mente del Padre para todos los hombres. Pero sobre todo, tiene que ser asimilada por el mismo hombre como la obra más maravillosa y que produce los mejores frutos para él, por cuanto apuntan a una eternidad feliz en el amor del Padre y son, en sí mismos, ya demostraciones apabullantes de ese amor infinito que Él siente por su criatura. El pecado separó al hombre de Dios, y su empeño en mantenerse alejado de Él es la autodestrucción más insensata que se inflige a sí mismo. En ese camino en el que se empeña seguir avanzando lo espera la oscuridad, la tristeza, la desaparición, la muerte eterna. No existe otra meta al asumir esta opción. Por eso Pablo, conocedor perfecto del amor reconciliador de Dios, llama imperiosamente a la conversión. Reconciliarse con Dios no es anularse a sí mismo. El mismo Dios, al crear al hombre le dio todas las capacidades para que fuera cada vez a más, para que se promoviera como hombre, como hermano, como constructor de un mundo mejor. Mal podría no querer que el hombre fuera más. Pero lo quería junto a Él, unido a Él, viviendo de su amor, haciéndose cada vez más hombre mientras se hacía cada vez más suyo. Un camino distinto era camino de perjuicio, de pérdida de sentido, de deshumanización. Alejarse de Dios implicaba hacerse cada vez menos hombre. La obra redentora de Jesús es la reapertura del camino de encuentro con el amor. Por eso Pablo le dice a los cristianos: "Ahora es el tiempo favorable, ahora es el día de la salvación". No se puede dejar pasar esta ocasión que nos presenta el amor de Dios en Jesús. Contemplar el amor que actúa siempre en favor del hombre, debería ser razón suficiente para emprender ese camino de reconciliación con Dios y disfrutar de las mieles de ese amor infinito.

Dios contempla al hombre en su ruta. Y una y otra vez percibe cómo yerra en ese caminar, prefiriendo vías que lo llevan a su destrucción. Su amor se duele de que el hombre no se termine de convencer de la riqueza que adquirirá manteniéndose unido a Él. Y va percatándose del daño que se autoinflige el hombre, centrando su vida en sí mismo, en sus ídolos, alejándose del amor a Él y a los hermanos. Espera que se dé el momento en que se dé cuenta de lo equivocado que se encuentra, pues ese camino de oscuridad de ninguna manera podrá proporcionarle la satisfacción que da estar esencialmente unido a su origen, alimentándose de su amor, procurando ser cada vez mejor en su presencia, acercándose con un verdadero sentido de fraternidad a los demás, construyendo un mundo mejor que disfrutará él mismo y que disfrutarán también los hermanos. Cuando el hombre cae en cuenta de todas estas bondades, debe acercarse a ese Dios de amor y colocarse con humildad delante de Él en la actitud de reconciliación que pide San Pablo, para obtener la posibilidad de reingresar como rescatado a ese grupo de discípulos felices de Dios en Jesús. Él, de ninguna manera, lo rechazará, pues está con los brazos abiertos, como buen Padre de amor que es, a la espera de ese regreso triunfal al amor: "'Ten compasión de tu pueblo, Señor; no entregues tu heredad al oprobio ni a las burlas de los pueblos'. ¿Por qué van a decir las gentes: 'Dónde está su Dios'? Entonces se encendió el celo de Dios por su tierra y perdonó a su pueblo". Ante la vuelta esperada del hombre, la única reacción que tendrá Dios será la del amor, la del perdón, la de la misericordia.

La única exigencia que pone Jesús para este acercamiento a Dios, en la reconciliación deseada con el Padre, es la de la autenticidad. Que no sea una simple palabra de los labios para afuera, como buscando una ventaja engañosa, sino que sea todo el hombre el que está comprometido en esa búsqueda de ese nuevo camino de renovación. La novedad de vida no puede ser un barnizado exterior y superficial que se hace el hombre para dejar todo igual por dentro. La conversión debe ser total, plena. En ella debe estar implicado todo el ser, sin dejar nada por fuera. Al fin y al cabo, Dios no podrá ser jamás engañado, pues conoce lo más íntimo de cada hombre. El camino de conversión que se emprenda y el esfuerzo de reconciliación que se haga, deben surgir del corazón de un hombre convencido de que ese es el camino correcto, el de su auténtica promoción humana, consciente de que será posible solo en la unión íntima y profunda con Dios. Por eso Jesús, a quien quiera emprender responsablemente este camino que lo compromete, le pone claras las condiciones que debe cumplir: "Cuídense de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tienen recompensa de su Padre celestial... Cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará... Cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo recompensará... Cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no los hombres, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará..." Jesús pide conversión de corazón. La reconciliación con Dios no es un disfraz que nos colocamos para parecer justos. Es el cambio de corazón y de mente, convencidos de que el camino de la verdadera felicidad es el que nos propone Jesús para llegar a esa plenitud eterna que el Padre quiere regalarnos a todos.

3 comentarios:

  1. Amado Padre, te pedimos crecer en el Amor recordando que polvo somos. Comencemos nuestro itinerario Cuaresmal🙏

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  2. Señor, enseñanos a ser auténticos y a no dejarnos llevar por las apariencias.

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  3. Señor, enseñanos a ser auténticos y a no dejarnos llevar por las apariencias.

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