jueves, 4 de febrero de 2021

El Reino de Dios ya está entre nosotros porque Jesús ya está entre nosotros

 Jóvenes Papones De León - #EvangelioDelDía Lectura del Santo Evangelio  según San Marcos 6, 7-13 En aquel tiempo llamó Jesús a los Doce y los fue  enviando de dos en dos, dándoles

El relato que hace la Carta a los Hebreos sobre el nuevo Sacerdocio de Jesús abarca desde lo que ha sucedido con el antiguo sacerdocio superado por Cristo hasta los tiempos nuevos que serán inaugurados con su presencia que lo abarcará todo y le dará forma a todo el estilo de vida que se vivirá en la eternidad. La acción de Jesús ha sido una acción totalmente renovadora. En ella, aun cuando se habían experimentado acciones similares puntuales en la historia anterior, se va dando ya la confirmación definitiva de lo que se vivirá definitivamente, inmutablemente. Él es quien viene a hacer todo de nuevo y esa novedad será ya la que se tendrá por toda la eternidad. La finalidad de Dios, motivado por su amor a lo creado, es que todo alcance la plenitud. El mal que ha convivido con el hombre desde el principio, empezó a recibir sus derrotas más estruendosas con la obra de renovación del Verbo hecho carne. La muerte del Redentor en la Cruz fue, siendo como fue, cruenta y terrible, la jugada maestra de Dios para dar a entender al demonio que ya su tiempo había pasado. Esa "victoria" obtenida con la muerte de Jesús fue la trampa en la que cayó, pues el resultado de la resurrección posterior del Mesías Redentor logró que el mal, con su jefe al frente, quedara totalmente anulado y vencido para siempre. Aún hoy el gran derrotado es el demonio. Su poder está totalmente anulado cuando contemplamos al Crucificado muerto en el altar de la Cruz, pero luego victorioso y glorioso junto al Padre, habiendo dejado vacío y solitario al sepulcro. Y esa victoria es nuestra, pues así lo ha determinado Dios. El hombre, causante del mal por haberse dejado embaucar por el demonio y por haberse puesto a su servicio en contra de Dios y de sus mismos hermanos, sigue siendo beneficiario de una victoria de la cual había estado tan lejos. La obra de rescate del Salvador es obra de rescate incluso para aquellos que estaban lejos, o porque estaban engañados o porque se habían colocado en una situación de oposición frontal a la voluntad divina. En este caso, todos tienen entrada franca en el camino del restablecimiento de la relación con el Dios del amor. Basta que al percibir las acciones que Dios sigue llevando adelante, se convenzan de que no hay mejor posibilidad para la felicidad eterna que unirse a la obra de amor del Dios que lo quiere con Él.

Esa presencia de Dios en Jesús, nuevo Sacerdote de la nueva etapa de salvación, es una presencia que llena de júbilo. Atrás quedan aquellas acciones estruendosas de Dios, en la que en algunas ocasiones se presentaba ante el pueblo produciendo temor y llenando de portentos todo. Con Jesús las cosas son más sosegadas, pues apuntan a entender que ese nuevo tiempo es el tiempo de la felicidad serena. Hay que empezar a vivir ese gozo de saber que Dios está en medio de nosotros, produciendo todos los beneficios propios del Reino que se va instaurando. Esa presencia de Jesús entre nosotros no anula la presencia del mal, pero sí va haciendo que el hombre se vaya convenciendo cada vez más de que el camino de esa felicidad añorada debe irse avanzando con una mayor unión creciente con Él. Por un lado, el mal seguirá obteniendo algunas victorias pues algunos hombres seguirán estando a su servicio, y aun cuando no tiene ya el poder, tendrá el que el mismo hombre ponga en sus manos para seguir obteniendo victorias. Y por el otro en el presenciar la lucha del mal contra el bien, algunos de esos hombres irán haciéndose a la convicción de que no tiene sentido seguir sirviendo al mal, pues su derrota es evidente: "Ustedes no se han acercado a un monte tangible, a un fuego encendido, a densos nubarrones, a la tormenta, al sonido de la trompeta; ni han oído aquella voz que el pueblo, al oírla, pidió que no les siguiera hablando. Y tan terrible era el espectáculo, que Moisés exclamó: 'Estoy temblando de miedo'. Ustedes se han acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo, a millares de ángeles en fiesta, a la asamblea de los primogénitos inscritos en el cielo, a Dios, juez de todos, a las almas de los justos que han llegado a su destino y al Mediador de la nueva alianza, Jesús, y a la aspersión purificadora de una sangre que habla mejor que la de Abel". Quien se acerca así a Jesús, nuevo Sacerdote, se acerca a la fiesta anticipada de la alegría interminable.

Esa instauración del Reino, de sus valores, de las acciones amorosas de Dios, que son preludio de lo que se vivirá eternamente, comienza a tener algunos atisbos en la obra de Jesús. Cada uno de los discípulos de Cristo, aquellos que fueron convocados por Él para acompañarlo, para escuchar su mensaje, para ser testigos de las maravillas que iba realizando, no solo podían ser contempladores pasivos de lo que percibían. En la didáctica de Jesús, llegaba el momento de que también ellos fueran actores en ese Reino nuevo que estaba siendo instaurado. No podían quedarse solo como simple espectadores de lo que hacía Jesús. Jesús los quiso activos, instrumentos eficaces de la renovación. Y por eso los envía con una tarea que era la misma que Él vino a cumplir: establecer el Reino, sembrar sus valores, decir a los hermanos que estaba llegando algo nuevo, anunciar que la alegría prometida era una realidad total, pues ya la estaba viviendo cada uno de ellos con sus acciones. Era Jesús el que lo hacía posible. Ese tiempo ya estaba presente, porque ya estaba presente Jesús: "En aquel tiempo, Jesús llamó a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto. Y decía: 'Quédense en la casa donde entren, hasta que se vayan de aquel sitio. Y si un lugar no los recibe ni los escucha, al marcharse sacúdanse el polvo de los pies, en testimonio contra ellos'. Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban". Se estaba iniciando ese tiempo nuevo. Era el tiempo del Reino de Dios.

4 comentarios:

  1. Te pedimos Padre por las Familias creyentes, para que sean verdaderos testimonios para el mundo. Has que seamos ejemplos para nuestros hermanos☺️

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  2. En este nuevo Reino, te pedimos Señor, ayudanos a llevar en nuestra mochila solamente tu palabra liberadora y sanadora.

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  3. En este nuevo Reino, te pedimos Señor, ayudanos a llevar en nuestra mochila solamente tu palabra liberadora y sanadora.

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  4. En este nuevo Reino, te pedimos Señor, ayudanos a llevar en nuestra mochila solamente tu palabra liberadora y sanadora.

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