martes, 14 de julio de 2020

Demos lugar a la esperanza serena en el amor de Dios

Jesús recrimina a las ciudades ¡Ay de ti, Corozaín, ay de ti ...

El espíritu de inmediatez que se ha ido anidando en los hombres de nuestro tiempo nos está haciendo vivir una gran dicotomía. En los avances, impensables hace años, que se están dando en la tecnología, en la facilidad de acceso a las informaciones globales, en los nuevos métodos de comunicación con los que se cuenta, en la manera virtual de llevar adelante los pasos más comunes de nuestra vida, en todo ello, nos encontramos con soluciones instantáneas que hace apenas unos años atrás eran inconcebibles. Sin duda alguna, ha sido una gran bendición para la humanidad, pues estamos más conectados entre nosotros, tenemos soluciones más inmediatas para las dificultades, sabemos de la suerte que está corriendo buena parte de la humanidad de la que antes ni siquiera teníamos conciencia de su existencia, podemos promover un espíritu de solidaridad con los hermanos más necesitados de otras latitudes lejanas, nos enriquecemos con los conocimientos y avances que se dan en otras comunidades a las que antes no teníamos acceso y con ello nos animamos a ser solidarios poniendo nuestro granito de arena con la intención de dar rienda suelta a la fraternidad, nos enteramos al segundo de todo lo que pasa a nuestro alrededor y al tener mejores medios a la mano ponemos un empeño también inmediato en la búsqueda de apoyo y solución a los problemas que surjan. Con ser una sociedad que avanza tan velozmente, estamos viviendo como las primitivas aldeas en las que la vida de todos era la misma vida y todos tenían conocimiento de lo que vivía cada uno. La diferencia está en la magnitud. Antiguamente la aldea estaba conformada por unas cuantas decenas o centenas de personas. Ahora, nuestra aldea global alcanza los miles de millones de habitantes. Nuestra cercanía es innegable. Sin duda, es una bendición que ha hecho posible la inteligencia y voluntad con la que nos ha enriquecido nuestro Creador. Pero, lamentablemente, junto a la bendición que ello representa, se presenta también el inmenso riesgo que en ello existe. Así como todo lo bueno se esparce instantáneamente, también sucede con lo malo. El virus del mal que infecta el alma humana se esparce también con igual o mayor rapidez. Esa cercanía nos expone a ser contagiados y a sufrir su inoculación. Ya nos puso sobre aviso Jesús: "Los hijos de las tinieblas son más astutos que los hijos de la luz".

Nos hemos acostumbrado de tal manera a ese avance de la tecnología que nos ha faltado aplicar un antídoto o una inmunización oportuna a lo malo que nos puede traer. La sensación de inmediatez en la que vivimos la hemos querido imponer en todos los campos. Los hombres, además de materia, somos espíritu. Y queremos que así como en lo material lo vamos obteniendo todo al segundo, lo hagamos también en lo espiritual. Nuestras expectativas en la relación con Dios las queremos tener cumplidas en el acto. Si le hacemos una petición en medio de alguna necesidad, Dios debe escucharnos exclusivamente a nosotros y debe responder al segundo, al igual que como obtenemos respuestas, cuando las cosas funcionan correctamente, de nuestro banco, de nuestra empresa telefónica, de nuestro servicio de internet, del delivery de alimentación. De esta manera, Dios sería un componente más de la ingente cantidad de procesos en los cuales estamos inmersos y al cual recurrimos para tener soluciones inmediatas a los problemas. Sería la respuesta al 911 espiritual. Si damos rienda suelta a esta sensación, estaremos desaprovechando radicalmente los beneficios que nos da el haber aprovechado al máximo la bendición con la que nos ha enriquecido nuestro Creador. Todo ese avance debería confluir en una relación más personal y gratificante con Dios y entre nosotros mismos. No debe llevarnos a tecnificarnos de tal manera que Dios sea un botón más que podemos pinchar y que desechamos si no ha respondido al segundo. Nos lanzaríamos, de esta manera, por el abismo de la soledad espiritual, con la consecuente pérdida de lo que más nos caracteriza como hombres, que es la capacidad de añorar la trascendencia y apuntar a la vida comunitaria que nos hace sentirnos verdaderos hermanos entre nosotros. Este virus ya hacía su aparición en el espíritu humano desde antiguo en la relación de Israel con Yahvé: "Conserva la calma, no temas y que tu corazón no desfallezca ante esos dos restos de tizones humeantes: la ira ardiente de Rasín y Siria, y del hijo de Romelías. Porque, aunque Siria y Efraín y el hijo de Romelías tramen tu ruina, diciendo: 'Marchemos contra Judá, aterroricémosla, entremos en ella y pongamos como rey al hijo de Tabee!', así ha dicho el Señor: 'Ni ocurrirá ni se cumplirá'". Dios invita a no perder jamás la esperanza en su amor y en su poder. Aunque a la vista de todos aparente tardar, su palabra se cumplirá en el momento oportuno. Se debe tener siempre en cuenta la sentencia divina: "Mis caminos nos son los caminos de ustedes". El tiempo de Dios es perfecto y Él conoce mejor que nadie cuándo y qué es lo que nos conviene. Dios no está contaminado con el virus de la inmediatez.

En todo caso, la realidad absoluta es que la actuación de Dios es siempre oportuna. No deja nunca de estar a nuestro favor, queriendo atraernos y colocarnos junto a su corazón. Esa actuación apuntará siempre a convencer. Seguramente muchos hemos tenido la experiencia de ese amor de Dios que se activa a nuestro favor en el momento que Él haya creído más oportuno. Lamentablemente, en ocasiones nuestro corazón estará tan embotado en otras cosas, que estará distraído para descubrir al verdadero Dios, al que llena de amor y de misericordia, al que hace maravillas en nuestro favor, al que se empeña en las obras de amor para que abriendo los ojos podamos percibirlo claramente: "¡Ay de ti, Corozaín, ay de ti, Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en ustedes, hace tiempo que se habrían convertido, cubiertas de sayal y ceniza. Pues les digo que el día del juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a ustedes. Y tú, Cafarnaún, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al abismo. Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que en ti, habría durado hasta hoy. Pues les digo que el día del juicio le será más llevadero a Sodoma que a ti". El revestimiento que ha ido adquiriendo nuestra vida de todo lo tecnológico y su consecuente inmediatez, nos está llevando a exigirle a Dios "ponerse a la altura". Y al darnos cuenta de que Dios no está atado al arbitrio humano, mucho menos al de la tecnología, muchos se desilusionan y se alejan. Les falta el sentido espiritual de la esperanza, el sosiego interior en el que se dé un encuentro sabroso, bien degustado, aprovechado al máximo, con el Dios del amor. Les falta hacer consciente de que con Dios vale la pena estar, que vale la pena "gastar" tiempo en Él, pues esa inversión será ricamente recompensada. El tráfago de la vida, cuando se pretende estar en Dios, debe detenerse. No hay comparación entre un logro inmediato pinchando un botón y el momento inolvidable, en el que se suspende el tiempo, del encuentro de amor entre el corazón del hombre y el de Dios, que se conocen y se atraen, y que quieren vivir el sosiego entrañable que añora el espíritu que va demasiado rápido y busca el oasis refrescante del amor. Nada sustituye a la esperanza. Lo inmediato no lo logrará jamás. Dios quiere encontrarnos en la serenidad del espíritu, en esa que apunta a la complacencia plena de lograr lo añorado, lo prometido, lo que alimenta la esperanza en la que debe vivir siempre el hombre, y que apunta a una experiencia futura de amor eterno, que se inicia aquí en la vivencia del amor a Dios y a los hermanos, para lo cual es necesario el antivirus del sosiego para ese deseo dañino de la inmediatez espiritual.

5 comentarios:

  1. MI DIOS ES PERFECTO Y ES BUENO.Y SU VOLUNTAD ES AGRADABLE. ESE ENCUENTRO CON ÉL ES LO MÁS SABROSO Y PLACENTERO. PERO NUESTRO CORRE CORRE COMO DECIMOS ACÁ EN VENEZUELA NOS HACE OLVIDARNOS DE ESA CERCANÍA QUE TENEMOS CON. DE HABLARLE DE ORAR, CÓMO DECÍA SANTA TERESA, ORAR ES HABLAR DE AMISTAD CON AQUEL QUE YO SÉ QUE ME AMA.

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  2. Gracias mi dios ilumine sus caminos a la humanidad

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  3. "Gracias Padre.Dios ilumine siempre su vida"

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  4. Dios nos invita a no perder jamas su esperanza en su amor y en su poder, y nos dice mis caminos son diferentes a los de ustedes. Enseñame Jesús a confiar en tu reino!!!

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  5. Dios nos invita a no perder jamas su esperanza en su amor y en su poder, y nos dice mis caminos son diferentes a los de ustedes. Enseñame Jesús a confiar en tu reino!!!

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