miércoles, 7 de octubre de 2020

Nuestra Madre María está presente en todo momento de nuestra vida

 APA_Valdeluz on Twitter: "¡Buenos días! «El Espíritu Santo vendrá sobre ti,  y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va  a nacer será llamado Hijo

Todas las advocaciones de María tienen un atractivo singular. Cada una de ellas nos pone ante un aspecto diverso de la figura de nuestra Madre María, que nos coloca en una comprensión exacta de lo que Ella es y del papel que juega para cada hombre en esa historia de la salvación en la que Ella, siendo una beneficiaria más como uno de nosotros, pues al fin y al cabo, aunque en su caso haya sido anticipadamente por el papel principal que desarrollará, también es objeto de la Redención que trae su Hijo Jesús a los hombres, es también parte fundamental para que esa misma historia adquiera esa altura inmensa por su concurso. Así nos encontramos a la Virgen activa desde casi el mismo principio de la historia de la evangelización, incluso aún en vida, visitando a los apóstoles en el Pilar de Zaragoza en España, para animarlos a no desfallecer en su tarea y a no sentir de ninguna manera la desilusión por los contratiempos o el rechazo que sufrieran; o cuando la encontramos en Guadalupe en México manifestando su amor a sus hijos indígenas, en la figura de Juan Diego, y pidiendo ser venerada como la Madre que está allí siempre presente para animar al seguimiento de su Hijo Jesús y proteger a todos ante las fuerzas del mal; o cuando la vemos en Coromoto en Venezuela visitando a una familia entera de indígenas, el Cacique, su mujer y sus hijos, única figura familiar completa en toda la historiografía de las apariciones marianas, e invitándolos a acercarse a los blancos para que fueran limpiados con el agua del bautismo; o cuando en Fátima en Portugal visita a los tres pastorcitos y los invita, y en ellos, a todos los hombres, a orar insistentemente por la conversión del mundo y el fin de los conflictos; o cuando en Lourdes en Francia se acerca a aquella preciosa niña para que sea portadora de su voz que anima a la unión con su Hijo para obtener el perdón de sus pecados y la sanación de sus cuerpos; o cuando se aparece a la hermana Agnes, en Akita en Japón, insistiéndole en la necesidad de hacer mucha oración y penitencia para oponer la fuerza de la Gracia ante la persecución a los sacerdotes y ante las herejías en la Iglesia; o cuando la Madre del Verbo se apareció a los tres jóvenes africanos en Ruanda, África, para insistir en la necesidad de la conversión, la oración y el ayuno, implorando el fin de las masacres y el derramamiento de sangre... Todas las advocaciones, éstas y muchas más, nos hablan de la acción continua de nuestra Madre María que se ocupa de cada uno de nosotros y se seguirá ocupando siempre.

Desde el Antiguo Testamento ya se anunciaba la presencia de aquella mujer que sería fundamental en esta historia de amor y salvación que Dios diseñaba en favor de los hombres: "Miren que la virgen está encinta y dará a luz a un niño al que pondrán por nombre Emmanuel, Dios con nosotros". María es aquella hija de Sion en la que se hará presente el Dios que viene a salvar a la humanidad: "Alégrate y goza, Sion, pues voy a habitar en medio de ti —oráculo del Señor—. Aquel día se asociarán al Señor pueblos sin número; ellos serán mi pueblo, y habitaré en medio de ti. Entonces reconocerás que el Señor del universo me ha enviado a ti. Judá será la herencia del Señor, su lote en la tierra santa, y volverá a elegir a Jerusalén. ¡Silencio todo el mundo ante el Señor que se levanta de su morada santa!" Ella será la tierra en la que hará pie el Señor, será el lugar santo en el cual va a habitar Dios en medio de su pueblo. Su vientre se convertirá en el primer santuario en el que irrumpirá en carne humana el Dios que salvará a los hombres y será, de esa manera, la nueva Arca de la Alianza que sustituirá prodigiosamente aquella que había en el Sancta Sanctorum que existía en el Templo Santo, en la cual se guardaba celosamente la Palabra que Dios había dirigido a Israel, y aseguraba su presencia para siempre. Ahora ese sitio es el vientre de la Virgen que recibe la visita del Arcángel que, en nombre de Dios, solicita su aquiescencia para servir de puerta de entrada triunfal al Verbo eterno de Dios: "'Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo ... No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin ... El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios ... Para Dios nada hay imposible'. María contestó: 'He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra'". Su disponibilidad no es la que nos da la salvación, pero sí es la que hace que esa salvación entre por su vientre al mundo y alcance nuestra elevación total. Y es lo que sigue haciendo que nosotros sigamos recibiendo el favor que nos alcanza desde Dios, como lo ha seguido haciendo en el Pilar, en Guadalupe, en Coromoto, en Fátima, en Lourdes, en Akita, en Ruanda...

Hoy se nos presenta en su figura de la Virgen del Rosario, la que nos invita, en primer lugar a mantener la unión con Ella en la oración, no para mantenernos en Ella como fin, sino como puente que nos lanza a su Hijo. Sería muy triste para nuestra Madre María el que nos quedemos en Ella como fin, pues no es Ella el objeto de nuestra fe, sino su Hijo Jesús. Nuestra fe es mariana solo en cuanto es un acicate para que la llevemos a lo que debe ser, una fe cristiana. María no deja jamás de invitarnos a lo mismo que invitó a los criados de las Bodas de Caná: "Hagan lo que Él les diga". Y lo hace en cumplimiento de la encomienda que le dejó desde la Cruz: "Ahí tienes a tu hijo", con el deseo de que nosotros aceptemos su donación entrañable: "Ahí tienes a tu Madre". La Madre que nos deja Jesús desde la Cruz, es su Madre. No debemos perder nunca esta perspectiva. Nuestra Madre es la Madre de Jesús. Antes de ser nuestra Madre era la Madre de Cristo. Por eso, aceptarla como nuestra Madre implica y nos exige aceptar antes a Jesús como nuestro Salvador. No tiene sentido hablar de la maternidad de María si no se acepta y se habla antes de la Redención de Jesús. No tendría ninguna entidad aquello sin esto. Por eso, en la advocación del Rosario lo que debe imperar en primer lugar es la unión a nuestra Madre María que nos conecta a la contemplación de los misterios de la vida de Jesús. El Rosario es unión filial a María que nos toma de su mano y nos va haciendo dar un paseo por cada uno de los pasos de la vida de Cristo, como si en cumplimento de su función maternal nos va conduciendo por ellos para que los conozcamos mejor, los vivamos más intensamente y nos entreguemos más al amor que Jesús derrama en nosotros con su obra redentora. El Rosario no es una simple repetición de oraciones, sino una guía que indica el itinerario que se debe seguir para vivir y experimentar más la unión con el Hijo y con su amor salvador, llevados y conducidos suavemente por la mano de esa Madre que conoce perfectamente esos misterios de amor porque los vivió en carne propia. Nuestra Señora del Rosario es la misma Madre de Dios, elegida desde la eternidad para ser puerta de entrada para el Verbo eterno del Padre al mundo, la que le dio su aprobación para ser "invadida" por el Espíritu Santo, la que vivió cada acontecimiento de la vida de su Hijo en primera línea, la que recibió su encargo amoroso, la que lo cumple perfectamente en cada momento de nuestra historia hablándonos de esos acontecimientos y acercándonos a vivirlos entusiasmados cada vez que rezamos el Santo Rosario.

3 comentarios:

  1. Padre Santo, danos ese corazón de perdón cuando otros nos desepcione😌

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  2. La madre que nos deja Jesús desde la Cruz es su madre. Antes de ser nuestra Madre era la Madre de Cristo esto implica aceptar antes a Jesús como nuestro salvador, por eso ella nos conecta a travez del Rosario con los misterios de la vida de Jesús.

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  3. Excelente resumen de las diferentes advocaciones de Ntra Madre María. Y en cada una de ellas, en resumen Ella misma nos muestra que ha sido.y es un puente haciansu Hijo Jesucristo. Que al haber sido, el primer sagrario del Hijo de Dios, fue la primera apóstol pues era el mismo evangelio andante desde que se encarnó el Verbo. Luego como dice.el artículo de Mons Viloria, no nos podemos quedar en Ella como.fin, sino de su mano alcanzar a Jesús, como han sido todos los.mensajes de sus advocaciones. Amada Madre gracias por tu Fiat. Gracias por tu Fe inquebrantable que hizo posible la encarnación de Hijo de Dios hecho hombre. Llevamos a El, madre Dios y madre nuestra y ruega por nosotros ahora y en la hora de nuestra muerte amen amen amen

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