martes, 6 de octubre de 2020

Por encima de todo, Jesús y su amor

 Religión en mi Colegio: Encuentro de Marta y María

¿Qué es lo más importante que podemos hacer los hombres que queremos vivir la fidelidad a Dios? ¿Hacia dónde debemos encaminar nuestras preferencias y nuestras acciones para confirmar en nuestro corazón y en todo nuestro ser que queremos ser de Jesús y servir solo a Él? El itinerario de la fe lo conocemos en lo básico: reconocer a Jesús como nuestro Señor y nuestro Dios, como lo hizo Santo Tomás cuando se le presentó Jesús después de la resurrección: "¡Señor mío y Dios mío!"; mantener una unión espiritual con el Dios que es causa de la vida y fuente del amor, de manera que se haga efectivo el recibir la vida solo de Él y la conciencia clara de que fuera de Él es imposible recibir cualquier beneficio, ni siquiera la misma vida que se sostiene en su presencia y en su unión: "Yo soy la vid, ustedes son los sarmientos" ... "Cuando oren digan: 'Padre nuestro que estás en el cielo...'"; colocar como la meta primera de la experiencia personal de vida la vivencia del amor como lo que debe estar por encima de todo y sin lo cual no tiene sentido ni siquiera llamarse cristiano: "El primer mandamiento es éste: Amar a Dios sobre todas las cosas ... El segundo es similar a este: Amar al prójimo como a sí mismo"; escuchar, aceptar y asimilar el mensaje de la verdad y de la vida que nos ha transmitido, en el que nos invita a amar por encima de todo a nuestros hermanos al punto de dejar a un lado y abandonar las pretensiones de venganza y de revancha ante quienes actúan mal y a concederles un perdón total en el que no se enquiste ni el odio ni el rencor: "Perdona hasta setenta veces siete";  llegar al extremo de poner los intereses de los demás por encima de los propios: "A cualquiera que te pida, dale; y al que tome lo que es tuyo, no pidas que te lo devuelva"; celebrar la fe como el regalo extraordinario que se puede renovar cotidianamente en el que Jesús mismo es la donación central, la causa de la alegría y el alimento primordial por el que se mantiene la vida: "Tomen y coman... Esta es mi carne ... Tomen y beban... Este es el cáliz de mi sangre ... Hagan esto en conmemoración mía"; convertirse en anunciador entusiasmado de su palabra de salvación y de amor para todos los hermanos, haciendo que se acerquen también a Él y puedan sentir el gozo de saberse amados por ese Dios que ha entregado su vida por amor a todos: "Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará". Estas cosas son las que conforman las exigencias esenciales de la fe, en la cual los cristianos debemos desarrollar toda nuestra vida. Fuera de ellas, las demás cosas que podemos vivir y hacer serán siempre añadidos.

Pero aún así, los cristianos también echamos en falta lo que nos indique lo que está por encima de todo. ¿Qué sería aquello que tiene que estar siempre por encima y en la base, lo que jamás debe faltar, lo que indica que somos verdaderamente cristianos y que nos da la carta de identidad ideal a nuestro ser? Además de todo lo que se ha enumerado arriba, debe existir algo más que nos hace ser verdaderamente cristianos, auténticos hombres de fe, que tiene más que ver con lo que somos que con lo que hacemos. El riesgo que corre el que se preocupa solo por hacer lo que hace un cristiano es el de quedarse únicamente en lo formal, en lo exterior, lo cual no lo haría muy distinto a lo que hacían los fariseos a los que tanto criticó Jesús, que se quedaban solo en un cumplimiento formal pero muy alejados realmente de lo que era un ser conquistado por Dios. Los movía la apariencia y la búsqueda de reconocimiento, al extremo de que casi pretendían ser felicitados por el mismo Dios, si se lo hubieran permitido. Jesús nos da la clave en el encuentro con las hermanas Marta y María: "Entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Esta tenía una hermana llamada María, que, sentada junto a los pies del Señor, escuchaba su palabra. Marta, en cambio, andaba muy afanada con los muchos servicios; hasta que, acercándose, dijo: 'Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola para servir? Dile que me eche una mano'. Respondiendo, le dijo el Señor: 'Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; solo una es necesaria. María, pues, ha escogido la parte mejor, y no le será quitada'". Jesús afirma que la única cosa necesaria es estar con Él. Todo lo demás es accesorio. Más aún, todo lo demás será solo consecuencia de ese permanecer en su presencia. Para el cristiano la primera preocupación que debe existir es el discernimiento del lugar que ocupa Jesús en su corazón, por encima incluso de la cantidad de "tareas" de la fe que correspondería hacer. A Jesús le importa muy poco que Marta esté afanada. Incluso, podríamos decir que poco le importa que María esté echada a sus pies y más le importa lo que la motiva a hacerlo. Si María lo hubiera hecho simplemente para huir de los afanes que ocupaban a su hermana Marta, de ninguna manera Jesús le hubiera hecho un reconocimiento. Jesús va más allá del simple hecho externo de la acción, y barrunta lo que hay dentro. Alaba a María porque en su corazón descubría lo que en esa intimidad era su más profunda motivación, que no era otra que un amor entrañable, dulce y total a Jesús. Si Marta hubiera demostrado ese mismo amor, aun ocupándose de las cosas de la casa, hubiera sido también reconocida por Jesús. Lamentablemente, en Marta las cosas de la casa habían desplazado la primacía del amor a Cristo.

El cristiano es, entonces, quien vive para Jesús, quien se sostiene en su amor, quien lo ha colocado en el primer lugar por encima de todo, quien añora estar con Él en todo momento de su vida, quien ha llenado su corazón de su amor y no concibe ya otro estilo de vida diverso al que le da esa experiencia de amor que lo llena todo, quien ha escogido esa "mejor parte" y luchará por que nadie nunca se la quite para jamás perderla de modo que en todo lo que viva y en todo lo que haga solo Jesús será su forma de vida. Es quien, como San Pablo, llega a afirmar rotundamente: "Para mí la vida es Cristo", y ya nada fuera de Él lo conquistará. El mismo Pablo vivió la experiencia de esa conquista total del amor de Jesús, incluso dramáticamente, cuando por ese amor transformó totalmente su vida y comenzó a vivir para Jesús: "Ustedes han oído hablar de mi pasada conducta en el judaísmo: con qué saña perseguía a la Iglesia de Dios y la asolaba, y aventajaba en el judaísmo a muchos de mi edad y de mi raza como defensor muy celoso de las tradiciones de mis antepasados". La conquista del amor fue total. Habiendo sido radicalmente fiel al judaísmo, entendió que la fidelidad debida no era a la ley mosaica, sino al Dios que había sido enviado para la conquista del hombre que estaba perdido, entre los cuales estaba él mismo. Fue el amor demostrado por Dios en Jesús el que hizo que su corazón entendiera cuál era la única verdad posible, y que esa verdad le exigía una respuesta acorde, que no era otra que la de dejarse conquistar por ese amor y comenzar a vivir solo para él. Nada tenía más sentido que eso. El amor que Jesús había venido a derramar en el corazón de todos los hombres es lo que le daba sentido a todo: "Me amó a mí y se entregó a la muerte a sí mismo por mí". Es por ese Dios por el que vale la pena vivir. Es por ese amor que vale la pena todo lo demás, sea lo que sea. La vivencia del amor llena todo lo demás de sentido. Sea en los afanes del mundo o en la reunión con Jesús en la intimidad del corazón, todo cobra sentido por tenerlo a Él en el primer lugar. Es esta la primera ocupación que deben tener los cristianos. Ser de Jesús. Vivir para Él. Amar con su mismo corazón. En todo, tenerlo a Él en ese primer lugar que le corresponde y que no debe ser desplazado por nada más. Pablo, por su abandono al amor de Jesús, también "escogió la mejor parte": "Yo era un desconocido para las iglesias de Cristo que hay en Judea; solo habían oído decir que el que antes los perseguía anuncia ahora la fe que antes intentaba destruir; y glorificaban a Dios por causa mía". Esa debe ser la vida de todos los cristianos: una vida llena de Jesús, en la cual Él sea el primero, encaminada a sostenerlo para llenar todo de sentido, y que no persiga en nada de lo que hace otro fin sino ser solo de Jesús y vivir en su amor.

3 comentarios:

  1. Amado Señor, ayudanos a escoger la mejor parte q es tu amor☺️

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  2. Que toda mi vida gire alrededor de Ti, que tenga sentido en ti, que me privilegie solo en ti, abandonándome confiadamente en tus brazos, Señor!!!

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  3. Dios hace casi todo, nosotros hacemos casi nada pero si nosotros no hacemos casi nada, Dios hace casi todo. A florecer donde sea que tengamos que estar.

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