viernes, 15 de mayo de 2020

Me has liberado, Jesús, para vivir en la libertad del amor

Miradas al cielo: NO SOIS VOSOTROS LOS QUE ME HABÉIS ELEGIDO, SOY ...

Los hombres hemos sido enriquecidos con un don sobrenatural inmenso que se ha erigido en el tesoro mayor por el que debemos luchar en nuestra vida terrenal. Se trata de la libertad, por la cual podemos decidir sobre nuestra propia vida, sin presiones de ningún tipo, ni internas ni externas. La libertad es la que hace posible que nuestra vida avance, por cuanto por ella vamos colocándonos metas y proponiéndonos a nosotros mismos ideales a alcanzar, y vamos poniendo en su procura nuestras fuerzas. Por ello, una persona libre es la que tiene plena posesión de sus facultades, por las cuales puede conocer y discernir y posteriormente decidirse y perseguir el bien. Se trata de poner a tope el funcionamiento de esas dos cualidades divinas que el Señor ha colocado en nosotros como donación sublime de aquellas que son cualidades propias de su naturaleza: la inteligencia y la voluntad. Éstas son cualidades propias de Dios que, al crearnos y al discurrir en su infinita intimidad nuestra creación "a su imagen y semejanza", imprimió en cada hombre y en cada mujer, siendo exclusivamente suyas, colocándolas en nuestro ser como regalos amorosos. Ningún otro ser de la creación las posee. Todas las demás criaturas surgidas de la mano del Creador tienen impreso en su ser un código por el cual rigen sus vidas y contra el cual jamás serán capaces de ir. El instinto que está impreso en cada una de ellas marca las pautas de sus conductas y jamás veremos a ninguna de ellas actuar contra ese código. Representaría un total absurdo por lo imposible. Jamás veremos a un perro maullando o a un gato ladrando. Tampoco veremos a un árbol de mango dar mandarinas. Nunca se nos presentará a la vista un viñedo cambiando por sus propias fuerzas el lugar en el que ha sido sembrado. No es posible ver la luz del sol por la noche porque el sol haya decidido en algún momento dejar de salir en la mañana y salir en la noche. Son cosas que no entran ni cuadran en nuestro razonamiento. Ninguno de esos seres tienen la capacidad de tomar decisiones, y mucho menos de ir contra lo que está escrito naturalmente en sus códigos de existencia. Existen para lo que existen y para nada más. Ellos no poseen ni inteligencia ni voluntad. Actúan como actúan porque es lo que les dicta su naturaleza. No son libres. En cambio, el hombre, al poseer inteligencia y voluntad, a pesar de tener también un código de conducta natural, ha sido favorecido con una capacidad de progreso, de perfeccionamiento, de dominio de sí y de todo lo creado, que no posee ningún otro ser. La inteligencia y la voluntad con la que ha sido enriquecido representan para él un verdadero tesoro, por cuanto por ellas puede ser cada vez mejor, puede perfeccionarse, puede ser cada vez más hombre. Puede tomar de todo lo que existe en la creación para mejorar su estilo de vida, para hacerla más cómoda, para vivir mejor la fraternidad, para facilitar los procesos, para elevarse e ir al encuentro de ese Dios que es su meta. La libertad es, ciertamente, la capacidad de ser más.

Esa libertad ha sido puesta en nuestras manos por el mismo Dios y nos la ha confiado de modo que con ella podamos realmente ser más hombres. Si usamos bien de ella, el progreso que vayamos alcanzando será signo de una libertad creciente. Usar bien de la libertad nos hace más libres. A mayor uso correcto de la libertad, mayor libertad. La meta del hombre es llegar a ser completamente libre, y desde esa libertad alcanzada en plenitud, llegar a decidir colocar la propia vida en las manos de Dios, fuente de nuestra libertad. La libertad alcanzada nos hace regresar a la fuente de la libertad, lo cual sería llegar a la libertad absoluta, en la cual nada ni nadie nos hará sucumbir ni renunciar a ella. Llegar a la fuente de la libertad es llegar a la plenitud de la libertad. Por tanto, nadie es más libre que aquel que coloca su vida plenamente en quien es la fuente de esa misma libertad. El hombre verdaderamente libre es el hombre que ha puesto su vida en las manos de Dios. Algunos creen lo contrario. Afirman que si se nos ha hecho libres es para que hagamos con nuestra vida lo que nos venga en gana. La verdad es que no somos libres para el mal, sino que lo somos para el bien. Usar la libertad para el mal es desnaturalizar la libertad, por lo tanto es hacerla desaparecer. Quien pone su libertad al servicio del mal logra exactamente lo contrario, es decir, se esclaviza. El mal va dominando de tal manera al hombre que paulatinamente lo va haciendo dependiente de él, metiéndolo en una maraña, una especie de tela de araña, que lo va envolviendo al punto de que, cuando quiera zafarse de ella, se le hará imposible. Llega a un punto en el que ya no es libre, pues está totalmente invadido y dominado por el mal. Se requiere entonces de la fuerza sobrenatural de la Gracia para lograr desenredarse de esa madeja y recuperar su libertad. No podrá el hombre esclavo liberarse por sus propias fuerzas, sino que requiere del uso del poder divino para lograrlo. Esto explica la razón de la encarnación del Verbo. Era necesaria la presencia de Dios en la vida práctica de los hombres para poder liberarlo de la esclavitud mayor, la del pecado, que le había suprimido totalmente la libertad. Jesús entrega su vida en pro de la libertad de los hombres. Su sacrificio ha sido una ofrenda muy valiosa, la más valiosa de todas las que han sido hechas, para liberar al hombre al que Dios había creado libre, pero que por su propia torpeza se había convertido en esclavo.

Aquello que había sido tan costoso para Dios, el rescate del hombre y su liberación de la esclavitud por la entrega del Hijo, no podía ser dejado al arbitrio del mismo hombre. "Para vivir en libertad nos liberó Cristo", ha dicho San Pablo. Y cuando se encuentra con atisbos o intentos de procurar una nueva esclavitud en aquellos a los que ha liberado, Dios mismo reacciona y sale en defensa de esa libertad que Él les ha ganado a los hombres. Por ello, en aquella Iglesia naciente que disfrutaba de esa libertad reestrenada, Dios sale en defensa de ella. Ante la pretensión de la atadura a la ley mosaica de la circuncisión sobre los paganos, la Iglesia se hace verdadero instrumento de Dios y defiende la libertad: "Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros, no imponerles más cargas que las indispensables: que se abstengan de carne sacrificada a los ídolos, de sangre, de animales estrangulados y de uniones ilegítimas. Harán bien en apartarse de todo esto". Incluso, entendemos que hay aún algunas exigencias que se podrían explicar como intentos velados de no ofender en exceso a los judaizantes. Veremos cómo incluso algunas de esas exigencias serán suprimidas pues van contra el espíritu de la libertad absoluta que quiere Dios. El fundamento de esa libertad es el amor. Y ese será el contenido principal que regirá el discernimiento de los pensamientos y acciones de los cristianos. Quien ama vive el verdadero espíritu de la libertad. El amor es el que hace plenamente libre al hombre. Así lo entendió San Agustín, cuando proclamó la actitud que rige a la libertad: "Ama y haz lo que quieras". El amor nunca hará nada malo, nunca esclavizará al mal. Por ello, quien ama puede hacer lo que quiera, pues siempre actuará según le dicte el amor, la medida máxima de la libertad. Es, además, el fundamento de la elección de Jesús. Jesús elige para amar, para que amen: "No son ustedes los que me han elegido, soy yo quien los he elegido y los he destinado para que vayan y den fruto, y su fruto permanezca". El fruto de la elección es el del amor. Haber sido elegidos por Jesús y ser enviados al mundo es la invitación a hacer el mejor uso de la libertad, poniéndose a la disposición del amor, proclamándolo a los cuatro vientos, sembrándolo en todos los ambientes, invitando a los otros a vivir la libertad que produce el amor. El hombre libre siembra libertad. Se pone a la disposición del amor e invita a todos a vivirlo para ser plenamente libres.

5 comentarios:

  1. El Amor es un regalo del Señor a los sentimientos del hombre, pero si no fuese por qué tenemos Fe en el Señor, no ecistiria el regalo del Amor

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  2. Cristo nos libero para vivir en libertad, cierta reflexión.

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  3. Excelente reflexión sobre la libertad y el Amor. El verdadero sentido de la libertad que hoy se manipula tan fácilmente. Que sepamos Señor valorar nuestra inteligencia y voluntad y ser verdaderamente libres en tu amor🙏🙏🙏

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  4. ESTOS DONES SOBRENATURALES EXCELENTEMENTE DESCRITOS POR EL PROFESOR RAMON VILORIA SON RIQUESAS TRANSFERIDAS POR DIOS A LOS HOMBRES POR QUE " NOSOTROS NO NACIMOS DE LA SANGRE,NI DEL DESEO DE LA CARNE,NI DEL DESEO DEL HOMBRE SINO QUE NACEMOS DE DIOS"
    TODOS SOMOS SU IMAGEN AQUÍ EN LA TIERRA,POR ESO CUANDO EXTENDEMOS NUESTRAS MANOS PARA AYUDAR Y SERVIR A NUESTRO PROJIMO ,SON LAS MISMAS MANOS DE JESÚS POR QUE " A IMAGEN DE DIOS NOS CREÓ MACHO Y HEMBRA LOS CREÓ ".ES POR ESO QUE LA INTELIGENCIA Y LA VOLUNTAD QUE SON LAS POTENCIAS DEL ALMA,NOS IMPULSA,NOS MUEVEN Y NOS LLEVAN A TRAVÉS DEL ESPURITU SANTO A DAR AMOR A NUESTROS HERMANOS POR QUE FUIMOS JUSTIFICADOS EN NUESTRO BAUTISMO, ESTÁ LIBERTAD QUE NOS PERMITE AMAR, NOS LA DIO JESÚS EN LA CRUZ A TRAVEZ DE SU RESURECCION ES POR ESO QUE TENEMOS IGLESIA, SACRAMENTOS Y SANTOS.
    NADIEN EN LA TIERRA PODÍA LIBERARNOS.
    " NO HAY QUIEN OBRE EL BIEN NI SIQUIERA UNO" LA GRACIA,EL AMOR Y LA LIBERTAD TENIA QUE VENIR DE LO ALTO," ES POR ESO QUE EL VERBO SE HIZO CARNE Y PUSO SU MORADA ENTRE NOSOTROS " POR QUE TODOS SOMOS PECADORES.
    SALUDOS Y BENDICIONES

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