jueves, 20 de mayo de 2021

La unidad de los cristianos es el signo de que Dios nos ama y nos ha rescatado

 Bocadillos espirituales para vivir la Pascua: Jueves de la 7 a. Semana –  Ciclo B | Mensaje a los Amigos

Uno de los frutos del amor es la unión con los amados. Es imposible decir que se ama, si no se siente el deseo de unidad. De ahí viene la necesidad del hombre y la mujer de unirse cuando se aman y viven con intensidad su amor. De ahí viene también la necesidad de conformar sociedades en torno a un interés común que aglutina preferencias por las que se está dispuesto a entregar incluso la vida, con tal de favorecer aquello que se ama en comunidad. De ahí viene el deseo de estar juntos los amigos con los que se comparten intereses, simplemente por el hecho de sentirse cercanos, aunque el único beneficio sea el de compartir el amor de amistad, sin más allá. El hecho de estar cerca de quien comparte tan profundamente un afecto, es ya la compensación necesaria y suficiente. El amor no busca más interés que el de sentirse cercano a quien se ama. No es un gesto crematístico sino absolutamente desinteresado. Se ama y punto. Lo único que quiere el amor es la unión, el estar juntos, la unidad. Esta es la meta que quiere Jesús a la que lleguemos todos sus discípulos. Él mismo, en su entrega al sacrificio del rescate de la humanidad, se sintió profundamente unido a cada hombre por el que se entregaba. Su único interés era el de dejar claro el amor de Dios por su creación, por lo cual dejó a un lado todas sus apetencias y conveniencias, y en aras del amor con el que era enviado y el que Él mismo sentía por aquellos a los que tenía que rescatar, se sintió íntimamente unido a cada uno, llegando al extremo de posponerse totalmente a sí mismo y hacer lo que favoreciera más a sus amados, sin importar las consecuencias que acarreaban para Él. Se sintió de tal manera unido a los hombres que se hizo uno más de nosotros, sabiendo que era el favor más grande que podía hacernos. Lo que importaba era estar unido a nosotros y dar todo lo suyo para nuestro beneficio. La esencia de su vida terrena fue la unidad con el género humano. Por ello, a sabiendas que esa era la mejor actitud del amor, añora que cada hombre lo entienda y lo viva de la misma manera.

La oración final de Jesús, ese momento de intimidad tan sobrecogedor con el Padre que nos relata San Juan en su Evangelio, es el momento de poner ya todas las cartas sobre la mesa. Jesús está dispuesto a realizar el gesto final de su obra, entregándose en manos de quienes quieren eliminarlo. Pero sabe que todo debe desembocar en la experiencia de la unidad que debe ser consecuencia de la obra redentora. Su obra no es realizada para que tenga un efecto solo individual en el hombre redimido, sino que debe tener una consecuencia comunitaria. Cada uno es salvado individualmente, no hay duda. Pero lo es en la condición comunitaria en la que ha sido creado. "No es bueno que el hombre esté solo", había sentenciado Yahvé cuando lo creó. Por eso, en su esencia está el conformar comunidad con los demás hombres. Esa condición había sido rota por el pecado. Pero había sido restablecida también con la obra redentora de Jesús. Cuando los hombres vivan en verdadera unidad en el amor, se habrá alcanzado el zenit de la redención: "En aquel tiempo, levantando los ojos al cielo, oró Jesús diciendo: 'No solo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como Tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también sean uno en Nosotros, para que el mundo crea que Tú me has enviado. Yo les he dado la gloria que Tú me diste, para que sean uno, como Nosotros somos uno; Yo en ellos, y Tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que Tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí. Padre, este es mi deseo: que los que me has dado estén conmigo donde Yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo. Padre justo, si el mundo no te ha conocido, Yo te he conocido, y estos han conocido que Tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté en ellos, y Yo en ellos'". La unidad de los redimidos es el signo evidente que dará testimonio del amor del Padre y de que Jesús es su verdadero enviado por amor. La unidad de los cristianos revela al mundo la verdad de Dios y de su amor. La desunión destruye la obra de Cristo en el mundo.

Sin embargo, la unidad está muy lejos de la uniformidad. Nuestra fe asume la diversidad como una riqueza, cuando es legítima, no interesada, cuando no busca intereses particulares de dominio sobre otros. La unidad no significa pasividad ante el mal o ante intereses espúreos. La unidad busca conquistar, no subyugar. Esa unidad es en el amor, en la búsqueda del bien, en el caminar hacia una misma meta en la que todos sean favorecidos. Es unidad en el amor, que busca favorecer a todos, evitando y enfrentando el mal, la manipulación, la mentira, el ventajismo, el egoísmo. Por eso quien vive esa unidad busca que quien se acerca como discípulo de Jesús a la comunidad de salvados apunte en todas sus acciones a promoverla para que sea patrimonio de todos los hombres: "En aquellos días, queriendo el tribuno conocer con certeza los motivos por los que los judíos acusaban a Pablo, mandó desatarlo, ordenó que se reunieran los sumos sacerdotes y el Sanedrín en pleno y, bajando a Pablo, lo presentó ante ellos. Pablo sabía que una parte eran fariseos y otra saduceos y gritó en el Sanedrín: 'Hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseo, se me está juzgando por la esperanza en la resurrección de los muertos'. Apenas dijo esto, se produjo un altercado entre fariseos y saduceos, y la asamblea quedó dividida. (Los saduceos sostienen que no hay resurrección ni ángeles ni espíritus, mientras que los fariseos admiten ambas cosas). Se armó un gran griterío, y algunos escribas del partido fariseo se pusieron en pie, porfiando: 'No encontramos nada malo en este hombre; ¿y si le ha hablado un espíritu o un ángel?' El altercado arreciaba, y el tribuno, temiendo que hicieran pedazos a Pablo, mandó bajar a la guarnición para sacarlo de allí y llevárselo al cuartel. La noche siguiente, el Señor se le presentó y le dijo: '¡Ánimo! Lo mismo que has dado testimonio en Jerusalén de lo que a mí se refiere, tienes que darlo en Roma'". Pablo, sustentado en la verdad de Cristo, denuncia la falsedad, la mentira y la manipulación. Éstas herían la unidad deseada en la fe. Con inteligencia deja en evidencia la verdad. Los que atacan la unidad quedan desenmascarados. Hay que escuchar la plegaria de Jesús para hacer lo propio en la búsqueda de la verdad y en su defensa para dar el testimonio de la unidad que se debe dar para hacer creíble la obra de amor de Dios en favor del hombre.

4 comentarios:

  1. Amado Señor, nos has enseñado que tú padre es también nuestro, ayudanos a corresponder como verdaderos hijos de nuestro Padre Dios☺️

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  2. Las lecturas de esta semana han sido muy profundas. La de hoy particularmente me enternece porque Jesús ora por nosotros, le pide al Padre: "No solo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como Tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también sean uno en Nosotros, para que el mundo crea que Tú me has enviado". Gracias Jesús porque intercedes al Padre por nosotros, gracias por tu gran amor y entrega que nos hace estar juntos, en Unidad...

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  3. Tenemos una tarea precisa y hermosa. Buscar que otros crean en Dios!

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  4. Tenemos una tarea precisa y hermosa. Buscar que otros crean en Dios!

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