lunes, 4 de enero de 2021

Solo en la justicia y en la fraternidad podremos basar la búsqueda del Bien eterno

 Venid y lo veréis. Vieron dónde vivía y se quedaron con él - ReL

La presencia de Jesús en el mundo, siendo como es, Dios que se ha hecho hombre para asumir nuestra naturaleza necesitada de curación y de rescate, caída por obra del demonio que lo conquistó para sí aprovechándose de la riqueza de la libertad con la que lo había favorecido el Padre Creador, además de la connotación de amor que conlleva naturalmente, pues es la única motivación lo suficientemente válida como para mover a Dios desde su intimidad absolutamente suficiente en sí misma, no necesitada de más nada sino solo de Sí mismo para estar satisfecho, se puede explicar desde una perspectiva de enfrentamiento entre el bien y el mal. Desde la venida del Mesías en carne humana, el bien se ha asentado físicamente en el mundo. No es que no existiera antes, sino que estando, entró en continua pugna contra el mal que también se asentó en el ser del hombre creado, que había sido conquistado por ese mal que le hizo dar la espalda al Dios del Amor y lo llevó por rutas que lo alejaban cada vez más de Él. Jesús acepta la misión de corregir entuertos que le encomiendo el Padre, aceptándola incluso con agrado, pues sabe que esa es la motivación del amor, aun cuando está también plenamente consciente de que Él es el menos culpable en el desarrollo de toda esta historia: "Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad". Él está consciente de que solo desde dentro mismo de la naturaleza humana podrá combatirse el mal que el demonio sigue sembrando: "Lo que no es asumido no es redimido". Ya Él está físicamente presente en el mundo y podrá plantar frente con fortaleza y valentía a la pretendida fuerza del demonio y de sus socios.

Este planteamiento de la lucha entre el bien y el mal, presente en la historia de la humanidad desde sus primeros días, hecha concreta en el relato del encuentro de nuestros padres Adán y Eva con la serpiente tentadora, en el que se dejan ingenuamente embaucar por el demonio que con cantos de sirena los lleva a creer que podrán desplazar a Dios totalmente de sus vidas, haciéndose ellos mismos sus propios dioses e ídolos, siendo totalmente autónomos y haciéndose completamente emancipados, por lo cual, en el uso de esa "absoluta" libertad, más bien lograron caer en el abismo de la más profunda esclavitud. Fue el punto de arranque de la desgracia mayor de la humanidad, que tuvo que empezar a caminar sin la presencia de Dios, de su guía, de la justicia que promovía y de la fraternidad que ponía como marca de fábrica de una humanidad que le pertenece. Jesús viene a establecer ese bien por encima del mal. Quiere colocar a Dios como el Justo y el que implanta la justicia en el mundo. Quiere que los hombres regresen a su bondad original, tal como surgieron de sus manos amorosas, pues de las manos de Dios jamás puede surgir nada malo. Y como signo de esa bondad y de esa justicia, quiere que los hombres vivan el signo de lo que son, mostrando que la bondad es su estilo de vida natural pues así fueron creados: "Hijos míos, que nadie los engañe. Quien obra la justicia es justo, como Él es justo. Quien comete el pecado es del Diablo, pues el Diablo peca desde el principio. El Hijo de Dios se manifestó para deshacer las obras del Diablo. Todo el que ha nacido de Dios no comete pecado, porque su germen permanece en él, y no puede pecar, porque ha nacido de Dios. En esto se reconocen los hijos de Dios y los hijos del Diablo: todo el que no obra la justicia no es de Dios, ni tampoco el que no ama a su hermano". Obrar la justicia, es decir, alinearse con la voluntad de Dios, el único justo, y vivir en el amor fraterno, siendo solidarios con cada hermano, eso será lo que definirá a los que quieran ser verdaderos discípulos de Jesús.

Esa lucha del bien contra el mal que se establece ya frontalmente con la presencia corporal del Dios hecho hombre, y que empieza a desarrollarse desde el anuncio feliz y esperanzado del Bautista que grita a los cuatro vientos la presencia ya real del "Cordero de Dios que quita los pecados del mundo", lo que hace que ya Jesús empiece a tener seguidores que se quieren alinear con Él en esa lucha, hace que esa historia de rescate de la humanidad se inicie dejando claro que Jesús quiere socios que se unan a Él para poder avanzar con fuerza en esta implantación del bien en el mundo. Y así empiezan a juntarse aquellos que están llenos de la ilusión de conocerlo, de ser sus seguidores, de asociarse a Él para poner sus fuerzas también en la lucha contra el mal que los está destruyendo. Se suman los primeros y se seguirán sumando más y más. Y así llegaremos hasta nuestros días en los que, sabiendo que son muchos que se han alineado con el mal, somo muchos más los que queremos alinearnos con el bien y unirnos al grupo de Jesús para implantar el bien en el mundo. Será una tarea llena de ilusión y esperanza, pues sabemos que esa es la estrategia que vencerá, aun cuando sufra derrotas, algunas terribles como la muerte de Redentor en la Cruz, pero que serán necesarias para demostrar que si el mal tiene algún poder, el poder de Dios está muy por encima del suyo. Dios ha vencido y vencerá siempre: "En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice: 'Este es el Cordero de Dios'. Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta: '¿Qué buscan?' Ellos le contestaron: 'Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?' Él les dijo: 'Vengan y verán'. Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; era como la hora décima. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice: 'Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo)'. Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo: 'Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce: Pedro)'". Comienza así esta nueva historia que está siendo escrita hoy por Jesús. Él ya está haciendo nuevas todas las cosas en su amor. Él ya está imponiendo suavemente ese Reino de Dios, que es Reino de Justicia y de fraternidad. Y Él nos sigue convocando a cada uno para que nos unamos a ese grupo que quiere ser fiel a su amor y al amor mutuo entre los hermanos, para que el bien, a pesar de las derrotas que aún le quedan por sufrir, termine demostrando que será el vencedor y que solo vale la pena ponerse al servicio de Dios para ponerse al servicio del bien que es lo que Dios quiere para todos, pues solo el bien es lo que quedará al final.

4 comentarios:

  1. Señor, ayúdanos a amarte más porque tú eres el único digno de sobré todas las cosas, concédenos ser apóstoles fieles a tu Reino☺️

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  2. La experiencia personal se vive como la vive Pedro al encuentro con Jesús al sentir la mirada intensa y seductora del Señor. Aquí estoy Señor, mirame!!!

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  3. La experiencia personal se vive como la vive Pedro al encuentro con Jesús al sentir la mirada intensa y seductora del Señor. Aquí estoy Señor, mirame!!!

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  4. La experiencia personal se vive como la vive Pedro al encuentro con Jesús al sentir la mirada intensa y seductora del Señor. Aquí estoy Señor, mirame!!!

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