viernes, 1 de enero de 2021

María, Madre de Dios, es el puente del amor y de la salvación

 Encontraron a María y a José, y al niño. Y a los ocho días, le pusieron por  nombre Jesús | InfoVaticana

Iniciamos este año con el mejor pórtico posible. Es la figura de nuestra Madre, en el misterio más profundo que la puede definir como el personaje más importante de toda la humanidad, luego de su propio Hijo Jesús, Dios que se hace hombre en el vientre sagrado de la Mujer más santa de todas. Es un personaje misterioso que aparece ya anunciado desde las primeras páginas de la Palabra revelada, que poco a poco va adquiriendo relevancia, pues Ella será aquella cuya descendencia pisará la cabeza de la serpiente; será la nueva Eva, madre de la nueva humanidad que creará con su portento su Hijo Jesús; será la nueva Arca de la Alianza, lugar donde se asienta gloriosamente la Palabra de Dios y que acompañará al pueblo iluminándolo y guiándolo en su caminar; será aquella jovencita virgen que habiendo sido elegida se pone en absoluta disponibilidad delante de Dios; será aquella que pondrá a la disposición total de Dios su ser, pues ha entendido perfectamente que Dios cuenta con Ella para la entrada de la salvación al mundo. Ella sabe perfectamente que no es la importante de la historia, aunque sí, con la sencillez de la que es poseedora en grado sumo, reconoce: "Me llamarán bienaventurada todas las generaciones". Pero ese reconocimiento, lo sabe muy bien, se le hace "porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí". No se arroga Ella, no sería consecuente con lo que ha sido hasta ahora, los méritos, sino que está muy consciente de quién son. Concuerda perfectamente con lo que Ella misma ha sido hasta ahora. María entra por la puerta grande en la historia de la salvación, pero sabe que quien es el importante y que entrará gloriosamente por esa puerta es su Hijo, a quien Ella le posibilita la entrada.

Por ello, ya en los primeros años de la predicación del Evangelio era tan importante el anuncio del puente que hace esa Mujer, que asegura la unión con la naturaleza humana. Sin ser un Evangelio mariano, San Pablo en la Carta a los Gálatas quiere dejar muy claro lo importante que es el concurso de María, pues es Ella la que asegura la pertenencia del Redentor a las dos riberas del río: la humanidad y la divinidad. Ella ofrece su ser entero para donarlo a Dios y que tome de él lo que necesita para asegurar la perfecta humanidad del Verbo que se hace carne. Y Dios, habiendo recibido su entrega total, hace de su vientre el templo perfecto mediante el cual hará su entrada triunfante al mundo para realizar la obra de rescate de la humanidad: "Hermanos: Cuando llegó la plenitud del tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que recibiéramos la adopción filial. Como son hijos, Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: '¡Abba, Padre!' Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios. El Sí de María se convierte en el sí de la humanidad que está añorante de la salvación y que sabe que el camino para que llegue pasa por el vientre de esta Mujer que cambia la historia. Su Sí no solo transformará la historia de aquellos involucrados, sino la de todos, por cuanto la venida del Espíritu Santo sobre todos nos transforma de esclavos en hijos de Dios. De esa manera, se entiende también que esta es la época de la bendición de Dios sobre la humanidad. La llegada del Redentor al mundo no puede resultar en otra cosa que en bendición. Aquella bendición que recibe Moisés de Yahvé para que sea transmitida al pueblo por el Sacerdote Aarón, es la bendición que recibirán todos los hombres que acepten la venida del Mesías prometido: "El Señor habló a Moisés: 'Di a Aarón y a sus hijos, esta es la fórmula con la que bendeciréis a los hijos de Israel: 'El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor te muestre tu rostro y te conceda la paz'. Así invocarán mi nombre sobre los hijos de Israel y yo los bendeciré".

Es una bendición que recae sobre cada hombre y cada mujer de la historia, alcanzada gracias a ese misterio grandioso de la Mujer que se ha puesto en la plena disposición de entrega al Padre del amor. Su motivación única es la de ser instrumento eficiente en esa historia de salvación que transformará la historia de la humanidad. María "guardaba todas estas cosas en su corazón", pues en su condición de joven virgen, a pesar de saberse instrumento, se sentía sobrepasada con la cantidad de acontecimientos maravillosos que se estaban desarrollando a su alrededor. Su fe la sustentaba, pues el hecho de que Dios contara con Ella era suficiente para hacerse consciente de que aquello era algo bueno. De un Dios bueno y poderoso nunca podrá surgir nada malo, máxime cuando lo que ha motivado su entrega a ese Dios ha sido el amor y la confianza absoluta en Él. En este caso vemos a los más sencillos, y quizás a los más rechazados de la sociedad, los últimos en el escalafón social, como los encargados de anunciar la llegada del Mesías esperado. ¿Por qué escoger a los últimos para dar la noticia más gloriosa de la historia? Es la enseñanza que nos quiere dar Jesús. Aun cuando Él ha venido para todos, sus preferidos son los desplazados, los rechazados. Es para ellos para los que principalmente ha venido. También María fue rechazada, pero Ella sabía que ese rechazo era signo de lo que sufrirían todos los que se alegran con la llegada del Redentor del mundo. Será su gozo total. Saber que sus hijos, los hermanos de su Hijo que les dejó como misión desde la Cruz de amor, serán recibidos con un corazón lleno de amor, como el del Padre y como el de la Madre María: "En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo hacia Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores. María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Y se volvieron los pastores dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho. Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción". Jesús, Dios que salva. Es el Dios que viene a salvarnos, de la mano de su Madre que nos llena de su amor y junto con su Hijo quiere siempre lo mejor para nosotros.

3 comentarios:

  1. La actitud y ejemplo de Maria nos sirve como modelo a nosotros como seguidores del Señor Jesús.El disfrutar de su presencia,escuchar y anunciar lo vívido, debemos guardarlo en nuestro corazón y meditar con nuestros hermanos los testimonios de la maravillosa realidad de la presencia de Dios,cuando estuvo entre nosotros.

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  2. La actitud y ejemplo de Maria nos sirve como modelo a nosotros como seguidores del Señor Jesús.El disfrutar de su presencia,escuchar y anunciar lo vívido, debemos guardarlo en nuestro corazón y meditar con nuestros hermanos los testimonios de la maravillosa realidad de la presencia de Dios,cuando estuvo entre nosotros.

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  3. María, madre de Dios y madre nuestra. Enséñanos a meditar como tú en nuestros corazones la Palabra ee Dios y ruega por nosotros los pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amen amén y amén

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