martes, 5 de enero de 2021

No existe poder mayor que el poder del Amor de Dios

 Dios también habla hoy: Sábado de la 25 a. Semana – Ciclo B | Mensaje a los  Amigos

Los inicios de la obra de rescate que viene a realizar Jesús en el mundo, encomendado por el amor del Padre que quiere a todos los hombres junto a Él, son quizás los más cargados de humanidad que podemos encontrar en los relatos de los Evangelios. Es cierto que toda la maravilla de la venida del Redentor al mundo está revestida de humanidad. Es la naturaleza humana la que ha sido asumida para ser rescatada. Desde el mismo inicio de esa historia observamos cómo Jesús ha asumido todo lo humano como propio, demostrando con ello que es el Verdadero Dios que se ha hecho Verdadero Hombre, uno más, pasando incluso desapercibido en la mayoría de los casos. La inmensa mayoría de los que tenían encuentros con Él, ni siquiera se percataban de la talla del personaje que tenían ante sí. Solo cuando Jesús realizaba algún portento, eran capaces de hacer un reconocimiento de esa envergadura. O comenzaban a seguirlo cuando recibían referencias de las maravillas que iba realizando, por lo cual se estaba haciendo "famoso". Así, cuando era reconocido como alguien distinto, que tenía las cualidades que habían sido anunciadas en tiempos pasados sobre el que vendría a salvar a Israel del oprobio, comenzaba a ser tomado más en cuenta. Aún así, en el gusto de Jesús se encontraba preferentemente el ser reconocido como ese hombre que a su vez era Dios, y que estaba en el mundo para cumplir el designio divino de salvación y de rescate de la humanidad, desde las obras y las palabras cotidianas que pudiera ir desarrollando. No quería basar el conocimiento que pudieran tener de Él en los portentos que pudiera hacer, sino en la obras de amor que podía seguir haciendo en favor de los hombres, sus hermanos.

Ese empeño de normalidad tan deseado por Jesús, roto solo en las ocasiones en las que Él mismo lo consideró necesario, nos lo encontramos desde sus primeros intercambios con los personajes que fue eligiendo para que fueran sus compañeros de camino. Los apóstoles, hechos socios de Jesús para acompañarle en el largo periplo que emprendía para realizar su obra de salvación, con obras portentosas o mensajes brillantes, eran convocados para pertenecer a ese grupo de privilegiados. Ninguno con rasgos especialísimos o destacados, ninguno más que el otro, unos muy bien instruidos, otros con la formación mínima. Pero todos, dejándose conquistar por una fuerza que no era simplemente humana, sino que los subyugaba con una energía misteriosa que hacía muy atractivo seguir el camino de su seguimiento. Así sucede en el encuentro que tiene Jesús con Felipe y Natanael, dos privilegiados de ese primer grupo de discípulos de Cristo: "En aquel tiempo, determinó Jesús salir para Galilea; encuentra a Felipe y le dice: 'Sígueme'. Felipe era de Betsaida, ciudad de Andrés y de Pedro. Felipe encuentra a Natanael y le dice: 'Aquel de quien escribieron Moisés en la ley y los profetas, lo hemos encontrado: Jesús, hijo de José, de Nazaret'. Natanael le replicó: '¿De Nazaret puede salir algo bueno?' Felipe le contestó: 'Ven y verás'. Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: 'Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño'. Natanael le contesta: '¿De qué me conoces?' Jesús le responde: 'Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi'. Natanael respondió: 'Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel'. Jesús le contestó: '¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores'. Y le añadió: 'En verdad, en verdad les digo: verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre'". El encuentro frontal con Jesús le abrió a estos dos la perspectiva completa sobre la identidad de Jesús, y la tarea que venía a cumplir en el mundo, enviado por el amor del Padre. No había tarea más sublime que hacerse su compañero de camino.

Esa tarea de rescate de la humanidad que viene a realizar Jesús posee el atractivo más grande que puede tener cualquier obra humana. Tenemos muchas obligaciones en las tareas que el mismo Dios nos ha encomendado al poner al mundo en nuestras manos. Y todos esos compromisos debemos honrarlos con la mayor de las responsabilidades. Pero cuando vemos todas esas tareas desde la perspectiva no solo de la obligación, sino de la compensación absoluta por el amor que Dios derrama en cada una de ellas, y de las cuales nos enriquecemos cada uno, la visión y la finalidad cambian radicalmente. El amor le da un color mucho más atractivo a la realidad de hacerse discípulo, que quiere ser fiel a Dios y unirse a Él en la tarea de transformación de un mundo que quiere Dios que sea solo suyo. El punto del amor le da un condimento añadido especial a toda la obra de rescate del Redentor a la que se une el discípulo que quiere ser fiel a Jesús. Sin ese añadido del amor toda la obra de Jesús se quedaría en beneficios ganados de modo individual, y eso no lo quiere Él así. Su deseo más profundo es que todos entiendan que esa obra de amor debe consolidar la fraternidad y la solidaridad humana, pues el fin de esa creación, la que Él pensó desde el principio, es que todos sean uno, como el mismo Dios es uno. Si la obra de Redención no alcanza esa unidad con todos, en especial con los que más lo necesitan, los desplazados, los oprimidos, los humillados del mundo, todo habrá quedado en la inutilidad. La meta es una humanidad unida alrededor de su Creador: "Queridos hermanos: Este es el mensaje que habéis oído desde el principio: que nos amemos unos a otros. No seamos como Caín, que procedía del Maligno y asesinó a su hermano. ¿Y por qué lo asesinó? Porque sus obras eran malas, mientras que las de su hermano eran justas. No les sorprenda, hermanos, que el mundo los odie; nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a los hermanos. El que no ama permanece en la muerte. El que odia a su hermano es un homicida. Y ustedes saben que ningún homicida lleva permanentemente en sí vida eterna. En esto hemos conocido el amor: en que Él dio su vida por nosotros. También nosotros debemos dar nuestra vida por los hermanos. Pero si uno tiene bienes del mundo y, viendo a su hermano en necesidad, le cierra sus entrañas, ¿cómo va a estar en él el amor de Dios? Hijos míos, no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras. En esto conoceremos que somos de la verdad y tranquilizaremos nuestro corazón ante él, en caso de que nos condene nuestro corazón, pues Dios es mayor que nuestro corazón y lo conoce todo. Queridos, si el corazón no nos condena, tenemos plena confianza ante Dios". Es el amor el motor de toda la historia. Es la fuerza más poderosa que poseemos. Por encima del odio, de la venganza, de la injusticia, de la humillación del hermano, que seguirán pugnando por vencer y perseverarán hasta el fin, el amor vencerá, pues esa es la esencia divina. Y Dios nunca será vencido, aunque dejará que alguna vez venza el mal para hacer más clara su victoria cuando ya el amor lo sea todo en todos.

3 comentarios:

  1. Amado Señor, multiplica nuestros dones para que sepamos descubrir las necesidades espirituales de cada uno y busquemos resolverlas☺️

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  2. Sabemos que Dios ha intervenido en la historia con su palabra viva y eficaz en la persona de Jesús, su caminar con el ser humano significa yo te amo a ti,y este es el mundo que te regalo.

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  3. Sabemos que Dios ha intervenido en la historia con su palabra viva y eficaz en la persona de Jesús, su caminar con el ser humano significa yo te amo a ti,y este es el mundo que te regalo.

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