lunes, 20 de abril de 2020

Convierte, Señor, mi noche en día, y hazme luz para mis hermanos

Jesús y Nicodemo – Bendiciones Cristianas

El Evangelio de San Juan está plagado de simbolismos. En él, todo lo que escribe tiene un fundamento histórico sólido, pero algunas cosas las quiere narrar haciendo recurso de la simbología, de modo de hacer una construcción teológica y narrativa atractiva y concluyente entre su auditorio. Recursos como el del agua, las parábolas, los sentimientos, las realidades circundantes utilizadas por Jesús para hacer llegar sus mensajes, tienen en San Juan un uso casi litúrgico. Así, nos encontramos con este encuentro de Jesús con Nicodemo, quien se acerca de noche a hablar con Jesús. "Había un hombre del grupo de los fariseos llamado Nicodemo, jefe judío. Este fue a ver a Jesús de noche". Evidentemente, al pertenecer al grupo de los fariseos, acérrimos adversarios de Jesús y foco de sus ataques más frontales por su hipocresía y aprovechamiento de las cosas sagradas en contra del pueblo sencillo, además de que entraba en la categoría de "jefe", lo hacía recurrir a Jesús amparado por las sombras de la noche. Seguramente se sentía muy atraído por todo lo de Jesús. Sus palabras y sus obras probablemente lo habían hecho cuestionarse profundamente, y por eso sentía la necesidad urgente de acercarse a Jesús para plantearle sus inquietudes. Pero no podía hacerlo abiertamente, pues su categoría como fariseo y jefe lo colocaban en la acera opuesta a Jesús. Debía hacerlo a escondidas. Por eso escoge la noche como aliada para acercarse a Cristo. Este encuentro es emblemático de lo que vive quien se acerca a Jesús, haciéndolo con espíritu acucioso, sin prejuicios, limpio de toda pretensión de convencer de sus propias ideas, sino abierto a dejarse convencer y arrebatar. Nicodemo se acerca de noche a Jesús. Esta noche no solo se refiere a la realidad meteorológica, aunque ciertamente el encuentro se da en horas nocturnas. La noche, para el San Juan simbólico, está también reinando en el alma de Nicodemo. Él se encuentra en la oscuridad por percatarse de la equivocación de la conducta que ha vivido hasta ahora. Las palabras de Jesús han hecho mella en él, lo han hecho cuestionarse. Está inquieto. Es una noche que no es perjudicial, sino que preludia y anuncia un amanecer. Veremos como ese encuentro termina siendo ya de día. Después de pasar toda la noche hablando ambos, se hizo de día. Ciertamente en la realidad exterior los dos personajes estuvieron hablando toda la noche. Podemos imaginarnos a Jesús y Nicodemo intercambiando criterios. Nicodemo preguntando y Jesús respondiendo. Ambos eran conocedores de la Escritura, por lo cual podemos suponer el ir y venir de argumentaciones. Al final, Nicodemo se deja conquistar. Vemos como en el Evangelio luego aparece junto a José de Arimatea como discípulo secreto de Jesús. Para Nicodemo se había hecho también el día en su alma. La luz de Jesucristo lo había iluminado. Él vino con la noche en su alma, se acercó a la Luz que es Jesús y se alejó de Él lleno de esa iluminación divina.

La claridad que Nicodemo obtiene de la Luz que es Jesús no se da sin dificultades. El argumento de Jesús en un primer momento le parece fatuo, imposible. Empieza reconociendo en Jesús una condición extraordinaria: "Rabí, sabemos que has venido de parte de Dios, como maestro; porque nadie puede hacer los signos que tú haces si Dios no está con él". Sabiamente, quizá lo hace para suavizar de entrada a Jesús, alabándolo. Lo reconoce como maestro y como enviado de Dios. Pero Jesús, prácticamente sordo a estas adulaciones, va en barrena: "En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios". Le plantea ya la necesidad de dejarse hacer hombre nuevo para realmente aceptarlo. No hay otro camino. Es necesario dejar todo lo anterior y llenarse de todo lo nuevo. Algo que es incomprensible para Nicodemo. "¿Cómo puede nacer un hombre siendo viejo? ¿Acaso puede por segunda vez entrar en el vientre de su madre y nacer?" Esta realidad propuesta por Jesús es algo radicalmente nuevo, y por eso no lo comprende. La radicalidad de la nueva vida ofrecida por Jesús es total. No hay términos medios. Es necesario hacerse de una vida nueva. Jesús, al resucitar hará esto posible, por cuanto esa novedad de vida la obtiene Él en primer lugar y la hace luego derramarse sobre todos. La resurrección de Cristo es la posibilidad del nuevo nacimiento para toda la humanidad. Ese nuevo nacimiento que ofrece Jesús es un renacimiento espiritual. Es el hombre en su interior el que debe ser transformado en el amor. Este amor vivido en la radicalidad como lo vivió el mismo Jesús en su entrega es el que dará un tinte nuevo a todo. La novedad no es en los años de vida, sino en la calidad de vida del espíritu. Dejándose llenar de ese Espíritu de Dios se obtendrá un nuevo ser en la experiencia vital delante de Dios y de los hermanos. Será una transformación que tendrá repercusión no solo en quien nace de nuevo, sino en todos los que sean testigos de esa novedad que vive el renacido. "En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es espíritu". No debe ser solo la carne, en adelante, la que dictará las pautas de la vida, sino que será también el Espíritu. Viviendo en la misma vida cotidiana que se poseía, al renacer, esa vida nueva en el Espíritu obtendrá tintes luminosos que harán que el nuevo ser sea como una antorcha que va llenando de luz toda su realidad circundante. Habiéndose hecho de día en el alma oscura del renacido, la claridad de ese día nuevo la llevará a toda su vida.

Ese Espíritu que plenifica al nuevo hombre, que lo llena de Luz y lo hace día para todos a su alrededor hace su obra no sólo de renovación, sino también de acompañamiento al renacido. El nuevo día que se hace realidad en el ser del que ha nacido de nuevo es de tal magnitud, que marca toda su existencia. No se trata solo de alegrarse por sentir que esa nueva vida llena de fe y de esperanza en un futuro de eternidad seguro para quien lo recibe y lo aprecia, sino para todo el que fijándose en esa novedad que vive el renacido abre también su corazón para dejarse hacer de día en su alma. Es la alegría del que se hace instrumento de la luz y sabe que la riqueza del mundo trasciende con mucho a la simple realidad material y se refiere desde su experiencia personal a todo, incluyendo como parte primordial a la realidad espiritual, invisible, a la que prácticamente se había dejado a un lado, haciendo sentir un vacío existencial que solo se llena con esa presencia del Espíritu en el alma del renovado. El cambio radical de vida se refiere a la conversión, a ese proceso que se inicia cuando hay noche en el alma y se produce el acercamiento a la Luz que es Jesús, y se siente como poco a poco su palabra y su acción van venciendo a las sombras espirituales y van iluminando todos los rincones del propio ser. Así, lo que adquiere sentido es la vida en el Espíritu de Dios. Todo se llena de su color y de su presencia. La vida pasa a girar en torno a esa realidad que prevalecerá en la eternidad, por la cual vale la pena esforzarse por defenderla en sí mismo y por hacerla patrimonio de todos, pasando por encima de cualquier obstáculo o estorbo. Por eso, los apóstoles asumieron su parte en esa tarea titánica. Lo hicieron con alegría e ilusión, haciendo acopio total de sus fuerzas y de su energía, y dejándose llenar de la valentía necesaria para no desfallecer ante las adversidades y persecuciones: "'Ahora, Señor, fíjate en sus amenazas y concede a tus siervos predicar tu palabra con toda valentía; extiende tu mano para que realicen curaciones, signos y prodigios por el nombre de tu santo siervo Jesús'. Al terminar la oración, tembló el lugar donde estaban reunidos; los llenó a todos el Espíritu Santo, y predicaban con valentía la palabra de Dios". La novedad que traía Jesús los llenaba del deseo de ser servidores de ella. No podía el mundo seguir siendo antiguo, cuando Jesús, el Renovador resucitado, había entregado su vida para que esa novedad llegara a todos y a todo. Por eso valía la pena asumir cualquier riesgo, con tal de hacer que todo fuera hecho de nuevo. Esa es la tarea de todo cristiano, que debe ser asumida con alegría e ilusión, y siendo valientes ante cualquier adversidad. Hacer que el mundo salga de la oscuridad de la noche en la que se encuentra y pase a vivir el día, lleno de la Luz que es Cristo.

1 comentario:

  1. Que excelente manera y mejor episodio del Nvo testamento para explicar la simbología del evangelista San Juan. Te suplico Señor que las oscuridad es de mi vida, sepa tener la.ilusión para esperar que tu eres la Luz para que renazca de nuevo y ser testimonio vivo para mis hermanos. Amen amén y amen

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