miércoles, 12 de febrero de 2014

Si el que gobierna no sirve, no sirve

El caso de Salomón es un caso único. Después de que Dios concedió a Israel el tener un Rey, que era como una traición al único reinado de Yahvé sobre el pueblo, sólo por una especie de envidia de Israel de cómo funcionaba el gobierno en los pueblos vecinos, y después de la figura egregia de David, el gran Rey de Israel que, a pesar de su pecado gravísimo es perdonado por Dios por su arrepentimiento sincero, surge esta figura de Salomón que, podríamos decir, se convierte en el emblema de la institución del reinado en Israel... La oración que éste hace ante el Dios que le ofrece darle lo que pida, es un modelo perfecto de lo que debemos pedir todos los hombres. Salomón se olvida de sí mismo y pone en el primer lugar de su oración el poder servir de la mejor manera al pueblo. Pide un espíritu que sepa gobernar y la capacidad de discernir para avanzar por las mejores rutas para el pueblo al que rige...

Su humildad al no pedir nada para sí mismo, al centrarse en la misión que le corresponde desarrollar, y pedirle a Dios algo que va en función de un mejor servicio, le atrajo de Yahvé cantidad de bendiciones y beneficios. No pidió para sí nada, sino que pidió todo para poder estar al mejor servicio del pueblo. Por ello, Dios le concedió lo que no había pedido: riquezas, poder, fama... El Reinado de Salomón resplandeció en medio de la oscuridad de todo lo que estaba a su alrededor, y su fama se extendió por todos lados. Tanto que hasta la poderosa Reina de Sabá sintió la curiosidad de ir a conocer a aquél de quien tanto hablaban y que descollaba tanto... Ella lo comprobó y quedó prendada de la figura de Salomón, de su sabiduría y de su poder. Se rindió a sus pies...

Es interesante lo que constata la Reina de Sabá al reconocer la altura que había alcanzado Salomón en su sabiduría: "¡Dichosa tu gente, dichosos los cortesanos que están siempre en tu presencia, aprendiendo de tu sabiduría! ¡Bendito sea el Señor, tu Dios, que, por el amor eterno que tiene a Israel, te ha elegido para colocarte en el trono de Israel y te ha nombrado rey para que gobiernes con justicia!" La dicha que reconoce la Reina de Sabá es la de Israel, que ha sido bendecido por Dios con un personaje como Salomón. Y la bendición es para Yahvé que, por amor, ha colocado a personaje tan sabio al frente para regirlos... De ninguna manera reconoce los atributos de Salomón como surgidos de sí mismo o frutos de un esfuerzo personal. Así como Salomón pidió algo para beneficio del pueblo, así mismo el reconocimiento no es para él, sino para el Dios que se lo ha concedido y para el pueblo que lo disfruta... Es exactamente así. La humildad de Salomón así lo exige. Un reconocimiento personal desvirtuaría todo lo que realmente ha sucedido. Ha sido el mismo Dios el origen de esa sabiduría, de esas riquezas, de ese poder. Es el pueblo el beneficiario directo de esos dones de Dios. De no ser así, no tendría sentido ningún reconocimiento....

La meta es la que dice la Reina de Sabá: "¡Te ha nombrado rey para que gobiernes con justicia!" He ahí el meollo del asunto. La bendición de Dios que ha recaído sobre Salomón es no por sí mismo ni por lo que es, sino por la misión que debe llevar adelante. Es la bendición que Dios quiere hacer recaer sobre cualquiera que ejerza el servicio de gobierno sobre los pueblos... Pero esto requiere de la humildad de saberse servidor, de saberse elegido para servir, con el deseo de hacer el mayor bien posible a todos, sin dejar a nadie fuera de esos beneficios. Cuando la autoridad se entiende como este servicio, puesto en las propias manos por el mismísimo Dios, abre las puertas para la entrada de la sabiduría y del espíritu de discernimiento de lo bueno. Por el contrario, cuando el servicio de gobierno no se entiende como tal, sino como el ejercicio de un poder omnímodo para subyugar, para aprovecharse personal o grupalmente de él, para enriquecerse o favorecer el enriquecimiento de los propios sin importar para nada la honestidad o la transparencia para lograrlo, de ninguna manera el que ejerce el poder recibirá la bendición de Dios ni ninguno de sus beneficios. Por el contrario, por burlarse del pueblo al que debe servir, por aprovecharse de ellos habiéndolos engañado para llegar a la cumbre, por revestirse de servidor cuando en realidad es un aprovechador, por dividir al pueblo para fortalecerse apoyándose en fuerza bruta y en armas, sólo le espera de Dios la maldición y el peor de los fines. Así terminaron todos los reyes de Israel que traicionaron el poder que Dios había colocado en sus manos. Dios no deja a quien se burla de Él y de sus dones sin escarmiento. Y el que recibe el escarmiento de Dios, principio de todos los beneficios, la pasa de verdad muy mal... Dios se coloca siempre del lado de los débiles, de los burlados, de los desplazados. Y con Él, todo su poder está a favor de ellos. Y en eso, Dios es terrible. No es imaginable la tragedia que se cierne sobre aquél...

Es cierto que toda autoridad viene de Dios. Pero es igualmente cierto, y es superior en la consideración del servicio, que toda autoridad está para el servicio al bien y para el servicio a todos. Cuando se desvirtúa este fin, aunque la autoridad haya venido de Dios, ya no es de Dios. Ya Dios no bendice a quien se aleja de esta finalidad del servicio de gobierno. Y en vez de recibir la bendición y el apoyo de Dios, se queda solitario en el camino, y por ello se debilita al extremo. El que gobierna debe mantener el tesoro de la humildad, del deseo de servir a los demás, en su corazón. De esa manera, de su interior surgirá sólo riqueza para todos o, por el contrario, sólo pobreza y desgracia. Es lo que dice Jesús: "Lo que sale de dentro, eso sí mancha al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro". Si es así, el pueblo se convertirá en su juez más firme y le reclamará su falta de servicio. Y tomará la justicia para hacer con él lo que corresponda. Y Dios estará con el pueblo. Y el juicio será implacable pues se basará en la burla que el que ejerce el poder ha hecho del amor y de la misericordia de Dios, y la que ha hecho de la confianza y de la inocencia del pueblo al que debió haber servido...

No hay comentarios.:

Publicar un comentario