domingo, 12 de enero de 2014

Todo empieza a ser nuevo

Los Evangelios no son una biografía de Jesús. Los evangelistas no son biógrafos, sino teólogos con todas las de la ley. Su interés no es el de presentar a los hombres una historia detallada de Jesús, sino presentar su persona, su mensaje de salvación y la obra que lleva adelante para alcanzarla para todos. Por ello no podemos exigirle a los Evangelios lo que no nos pueden dar. Un ejemplo de ello es el salto inmenso en la historia que nos presentan al colocarnos a Jesús llegando para ser bautizado por Juan en el Jordán. De la última escena a esta han pasado unos 20 años...
Hemos contemplado los misterios iniciales de la vida de Jesús. Con María y José hemos visto con ternura al Niño Dios totalmente desvalido, recién nacido. Nos hemos quedado asombrados al saber que en ese ser mínimo está presente Dios que viene a salvar a los hombres. Con los pastorcitos, que representan al pueblo humilde y sencillo de Israel al que viene a rescatar ese Niño, hemos recibido la invitación del ángel a descubrir, con mirada de fe, en ese que "está envuelto en pañales y recostado en un pesebre", al Sol que nace de lo alto. Junto a los Reyes Magos, representantes de la humanidad que no pertenece al pueblo de Israel, nos hemos dejado conducir por la estrella luciente hasta el umbral de Belén, donde estaba naciendo el Rey de Israel y nos hemos postrado con ellos para adorarle, regalándole nuestro oro, nuestro incienso y nuestra mirra. Después, en la peregrinación a Jerusalén, nos hemos unido a José y María para buscar preocupados al Niño perdido hasta que lo han encontrado y lo han reconvenido por no cuidarse más de darles esos sustos...
Ahora, unos 20 años después, sin enterarnos de lo que ha sucedido en el interin, lo descurbimos de nuevo, encaminándose al encuentro de su primo, el Bautista, que ha producido toda una revolución espiritual entre los que esperan al Salvador. Juan los invita a la conversión, a la penitencia, como camino para allanar la venida del Redentor a la vida de cada uno... Y resulta que ese Salvador viene a ser bautizado ahora... Una locura. La Voz que clama para preparar ese camino se encuentra ahora con Aquél al que está anunciando. Y éste viene como uno más de los convocados a la conversión... Es lógica su reacción: "Soy yo el que debe ser bautizado por ti"... Se presenta una pugna ente dos humildades, la de Jesús que viene a ser bautizado como uno más -"Conviene que cumplamos toda justicia"-, y la de Juan -"¿Cómo es que vienes tú a ser bautizado por mí?"-... Es la pugna de quienes se saben enviados, de quienes saben que tienen que cumplir la misión encomendada por Dios... La humildad está en la asunción responsable de su tarea, sin chistar ni oponer nada sino tratando de cumplirla perfectamente.
Con esta presencia de Jesús, al que Juan reconoce inmediatamente, y así lo presenta a los suyos: "Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo", se inaugura el tiempo nuevo. El renovador de todas las cosas iniciaba su ministerio público, su obra de anuncio, de presencia, de iluminación y de salvación de todos. "He aquí que hago nuevas todas las cosas". "Ya se está haciendo presente en nuestro mundo la novedad total del amor, de la justicia, de la verdad, que había sido destruida por el pecado de la humanidad. Yo he venido para restituirlo todo y para colocarlo de nuevo en el lugar que le corresponde"... Jesús es el "Hijo predilecto", sobre el cual Dios tiene toda complacencia, y al cual debemos escuchar...
Todo lo que había sido anunciado se estaba cumpliendo perfectamente. No había fallado Dios en ninguna de sus promesas. Ahora empezaba a instaurarse el nuevo orden de todas las cosas y este Hijo predilecto comenzaba a instaurar la novedad del amor en el mundo. "Promoverá con firmeza la justicia, no titubeará ni se doblegará hasta haber establecido el derecho sobre toda la tierra". Jesús es el que viene a traer la paz y la justicia haciendo que las cosa retomen su curso, pues ha sido "constituido alianza de un pueblo, luz de las naciones, para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la prisión, y de las mazmorras a los que habitan en las tinieblas".
El Bautismo de Jesús no es el mismo bautismo cristiano. Jesús con él se coloca en el mismo rumbo del anonadamiento que ha inaugurado con su encarnación. Y desde ese rebajamiento extremo inicia la obra más grande jamás realizada en el mundo. Comienza la nueva etapa de la humanidad. Dios ha amado tanto a los hombres que ya no se detiene en su obra de rescate de lo que estaba perdido. Y si eso implica la entrega del Hijo en el que tiene todas sus complacencias, lo hará sin titubeos. Y el Hijo aceptará la encomienda sin dudarlo: "Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad". Y la voluntad de Dios es que no se pierda ninguno. El Hijo ha venido a buscarlos. Y los encontrará. Y los pondrá a cada uno de nuevo ante el Padre, para que reciban todo el amor que Dios quiere derramar sobre ellos. Sobre cada uno de nosotros...

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