Hay quien afirma que la historia es una continua sucesión de ciclos que se van repitiendo una y otra vez, incansablemente. Otros, que esa historia no es otra cosa que un eterno fluir de acontecimientos nuevos y que nunca se repiten. Ambas concepciones de la historia son mutuamente excluyentes, por cuanto en la base de las mismas se parte de puntos radicalmente opuestos. En medio de ellos, se ubican quienes quieren hacer una especie de ensamblaje entre ambas concepciones del tiempo que suena bastante razonable, por cuanto tanto la originalidad absoluta en los sucesos como la falta de ella resultan bastante improbables. Los hombres, en nuestra esencia, habiendo desarrollado un pensamiento más ordenado y logrando avances muy significativos en nuestro estilo de vida, gracias a nuestra inteligencia que ha desarrollado tecnologías y métodos novedosos y revolucionarios, seguimos siendo los mismos. Es prácticamente imposible que existan acontecimientos químicamente puros y radicalmente nuevos. Esto se daría solo si, como peligrosamente está sucediendo, el hombre pusiera en riesgo su propia condición humana, atentando contra sí mismo en lo más básico de su existencia personal. Así, vemos que se va avanzando en rutas bastante sombrías en todo lo que se refiere a la genética, a la creación de superhombres, a la utopía del hombre inmortal y siempre saludable, incluso a la creación de una "humanidad cibernética" basada en la recuperación de sus recuerdos, asentados en el cerebro, que se podrían llegar a depositar en elementos técnicamente muy avanzados, teniendo la posibilidad de mantener una especie de clon virtual, que correspondería al cerebro de ese hombre "guardado" en una máquina. La historia, de este modo, o es nueva, o se repite, o es un ensamblaje entre novedad y repetición, o es totalmente diferente tomando rutas autodestructivas.
Este es un problema que se ha puesto siempre la humanidad ante sí para tomar posición. No fue diferente tampoco en el tiempo de Jesús. Por eso hay expresiones que surgen de los labios de Cristo que por misteriosas y novedosas llaman mucho la atención. "Elías vendrá y lo renovará todo. Pero les digo que Elías ya ha venido y no lo reconocieron, sino que han hecho con él lo que han querido. Así también el Hijo del hombre va a padecer a manos de ellos". Elías, el gran profeta del Antiguo Testamento, emblema de la institución del profetismo en Israel, en esta afirmación de Jesús, "ya ha venido". Indicaría, en un primer intento de comprensión, una especie de reencarnación, que habrá que descartar de plano pues en la doctrina y la práctica del Salvador esto está radicalmente negado. Por ello, para comprender lo que quiere decir Jesús hay que apuntar a lo simbólico y a lo que representarían los personajes involucrados en esta argumentación. Elías es "el profeta de fuego", que sirvió radical y fielmente a Dios como voz para anunciar y denunciar. "En aquellos días, surgió el profeta Elías como un fuego, sus palabras quemaban como antorcha. Él hizo venir sobre ellos hambre, y con su celo los diezmó. Por la palabra del Señor cerró los cielos y también hizo caer fuego tres veces. ¡Qué glorioso fuiste, Elías, con tus portentos!" A través de él el Señor hizo maravillas. El personaje, en lo que es, en lo que representa y en la misión que cumplió, fue asumido de nuevo en el momento histórico en el que se da el traspaso de la Antigua a la Nueva Alianza. Y a quien correspondió hacerlo fue a Juan Bautista: "Entonces entendieron los discípulos que se refería a Juan el Bautista". Juan Bautista es el nuevo Elías que, con su palabra de fuego, con su acuciante llamada a la conversión, con sus denuncias de las injusticias y con su invitación a abrir el corazón a Jesús y a su obra de rescate, abre la perspectiva de la novedad absoluta de lo que viene a traer Jesús y de la necesidad de que los hombres dispongamos nuestro corazón para aceptar su invitación y dejarnos hacer de nuevo.
No es poca cosa comprender esta tarea de Juan Bautista, por cuanto se da en la plenitud de los tiempos, cuando la historia se hará radicalmente nueva, tomando elementos ya pasados y traídos de nuevo para poder rehacer una historia que había tomado rutas indeseables en el alejamiento progresivo de Dios que había emprendido la humanidad. Sin duda, son acontecimientos nuevos, como es totalmente nueva la nueva creación que hace surgir Jesús con su redención, pero con visos de reasunción de sucesos ya experimentados en la historia, como son los rasgos de los personajes principales de todo el entramado, con su mensaje de invitación, con sus portentos realizados en el nombre del Señor, con la llamada a abrir el corazón al amor vivificador y renovador del Dios misericordioso y todopoderoso. Es asumir que la historia de la salvación, como parte de la historia de la humanidad, con su carga de novedad radical representada en la nueva creación que logra Jesús, no es otra cosa que la reafirmación de la voluntad salvífica de Dios, que no dejará de hacer lo necesario, como lo ha hecho siempre, para tener al hombre a su lado. Si es necesario que venga de nuevo Elías, simbolizado en la persona y en la obra de Juan Bautista, si es necesario repetir insistentemente la necesidad de que el hombre abra su corazón a la obra radical de renovación de Dios, el Señor no dejará de hacerlo. La humanidad parte del Alfa de Dios, para llegar a la Omega de Dios. En el ínterin, podrán suceder acontecimientos nuevos o repetirse algunos, que surgirán del mismo corazón amoroso del Dios que quiere rescatarnos, pues el amor de Dios jamás cambia, jamás cambiará y es eterno. La historia se hace nueva, pero se basa en el amor providente y gracioso de Dios que será siempre inmutable, por ser divino.
*Qué bueno es el leer...:
ResponderBorrar"El amor de Dios jamás cambia, jamás cambiará y es eterno. La historia se hace nueva, pero se basa en el amor providente y gracioso de Dios que será siempre inmutable, por ser divino."
Esto dicho hoy es muy consolador y aumenta nuestra esperanza.
Que nunca le hallemos. Y si a veces llega la dificultad para seguir su ritmo que con confianza se lo pidamos.
El secreto está en comenzar y recomenzar las veces que sean necesarias. Que Dios nos bendiga y nos guarde. FRANJA.