Todo lo que existe fuera de Dios ha surgido de su mano poderosa. El universo entero existe por un decreto expreso de su voluntad que quiso que todo surgiera en aquella decisión eterna de dar el paso grandioso fuera de sí, movido por su solo amor que determinó que todo confluyera para el bien de aquél al que colocaba en medio de lo creado, el hombre. Ese paso inédito en la eternidad, en el cual empezó a existir lo que no era Dios, entre otros, el hombre, habiendo sido creado única y exclusivamente por una razón de amor, comenzó su existencia acunado por su providencia y conducido amorosamente durante toda su vida para ser encaminado hacia la plenitud, que es ya la experiencia inmutable y eterna de la felicidad y del amor. El hombre ha sido creado desde el amor, es sostenido en ese mismo amor y es conducido hacia la meta del amor en la que es esperado con ilusión por el mismo Dios Creador. De esa manera se entiende que Dios no solo se coloca como aval para el bienestar del hombre, sino que Él lo ordena todo para que ese sea siempre el camino firme por el que transite cada hombre: "Para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a su propósito". Absolutamente todo lo que existe tiene un único fin: el bienestar del hombre. Ahora bien, la creación de Dios no tiene que ver solo con lo material o lo visible, sino con todo lo que existe fuera de sí. También el mundo espiritual ha surgido de sus manos poderosas. Dios es el Creador no solo de lo que somos capaces de ver, sino de todo aquello que escapa a nuestros sentidos. Siendo una realidad puramente espiritual, no por ello lo que no sea Él deja de haber sido creado por Él, como lo afirmamos en nuestro Credo: "Creo en un solo Dios… Creador del cielo y de la tierra, de todas las cosas visibles e invisibles", entre las cuales, evidentemente, se encuentra el mundo espiritual. Por ser una realidad que escapa a nuestro pretendido dominio absoluto de todo, al ser puramente espiritual, las tendencias materialistas del pensamiento, de las cuales son deudores también no pocos pensadores cristianos, han caído en la tentación de negar la existencia de este mundo espiritual, aduciendo muchas veces, incluso razonablemente, el que la mentalidad bíblica es heredera, y por lo tanto, ha sido influenciada, por corrientes míticas orientales desde las cuales se alimentó, y que por lo tanto la afirmación de la existencia de los ángeles como parte importante de nuestro bagaje de fe es sencillamente una contaminación desde dichas mitologías. No deja de ser atractiva esta afirmación, pero para ser aceptada totalmente habría que aceptar a su vez que en las expresiones de Jesús, Dios hecho hombre y autor por tanto de aquella creación espiritual, no existiera esa contaminación que sería indeseable de no ser que por el contrario fuera una verdad absoluta.
Entre los mensajes que Jesús lanza a los hombres existen los que hacen referencia expresa de ese mundo invisible y espiritual: "En verdad, en verdad les digo: verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre". En el juicio final que relata Jesús a los discípulos, afirma: "Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas las naciones; entonces apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos". Por supuesto, los ángeles de Dios son nombrados con toda naturalidad por Jesús como seres existentes, que están al servicio de Dios y serán incluso elementos importantes para su presencia en la gesta reveladora y salvadora. Negar, por lo tanto, la existencia de los ángeles necesitaría la cancelación total de estas expresiones de Jesús que afirman su existencia. Sería una mutilación ilegítima de la palabra revelada extraída de los mismos labios del Mesías. Jesús es el Dios hecho hombre, la segunda Persona de la Santísima Trinidad, el Verbo eterno que estuvo presente en la creación de todo lo que existe, por lo tanto, Creador Él mismo, pues toda la obra creadora es producto de la acción íntima de las Tres Divinas Personas, presentes todas en aquella gesta inmensa. Mal podría entonces afirmarse que quien es el autor de todo lo creado haga referencia al mundo espiritual solo por contaminación de ideas externas. No es concorde con nuestra fe, definitivamente, la negación de la existencia de los ángeles, ni tampoco de todo lo que por revelación hemos recibido acerca de ellos: que los ángeles existen; que son seres de naturaleza espiritual; que fueron creados por Dios; que fueron creados al comienzo del tiempo; que los ángeles malos o demonios fueron creados buenos, pero se pervirtieron por su propia acción. Y, por supuesto, en la línea de la centralidad del hombre en el universo creado, debemos aceptar que también los ángeles están colocados para servir al hombre como apoyo en su caminar hacia Dios y hacia el alcance de la felicidad y del amor eternos. Aun cuando los ángeles en cierto modo gozan de una prerrogativa que podría ser considerada superior a la de los hombres, están sirviendo a Dios eternamente en su presencia, y también han sido puestos como aval para el hombre, a quien "hiciste poco inferior a los ángeles", según el salmista en referencia a la altura del hombre como criatura predilecta. Los ángeles son personajes importantes en la historia de la salvación, surgidos de las manos creadoras de Dios.
En la misma vida de Jesús y de la Iglesia tienen una tarea ingente y esencial. Así lo afirma el Catecismo de la Iglesia: "El ángel Gabriel anuncia el nacimiento del Precursor y el de Jesús (cf Lc 1, 11.26)". "De la Encarnación a la Ascensión, la vida del Verbo encarnado está rodeada de la adoración y del servicio de los ángeles. Cuando Dios introduce 'a su Primogénito en el mundo, dice: ‘Adórenle todos los ángeles de Dios’ (Hb 1, 6). Su cántico de alabanza en el nacimiento de Cristo no ha cesado de resonar en la alabanza de la Iglesia: 'Gloria a Dios…' (Lc 2, 14). Protegen la infancia de Jesús (cf Mt 1, 20; 2, 13.19), sirven a Jesús en el desierto (cf Mc 1, 12; Mt 4, 11), lo reconfortan en la agonía (cf Lc 22, 43), cuando Él habría podido ser salvado por ellos de la mano de sus enemigos (cf Mt 26, 53) como en otro tiempo Israel (cf 2 M 10, 29-30; 11,8). Son también los ángeles quienes 'evangelizan' (Lc 2, 10) anunciando la Buena Nueva de la Encarnación (cf Lc 2, 8-14), y de la Resurrección (cf Mc 16, 5-7) de Cristo. Con ocasión de la segunda venida de Cristo, anunciada por los ángeles (cf Hb 1, 10-11), éstos estarán presentes al servicio del juicio del Señor (cf Mt 13, 41; 25, 31; Lc 12, 8-9)". "De aquí que toda la vida de la Iglesia se beneficie de la ayuda misteriosa y poderosa de los ángeles (cf Hc 5, 18-20; 8, 26-29; 10, 3-8; 6-11; 27, 23-25)". Son servidores de los hombres, como sabemos que han actuado los tres Arcángeles de los cuales conocemos sus nombres por revelación: Miguel, Gabriel y Rafael (Los arcángeles son siete, pero solo conocemos los nombres de tres, por tanto hay que huir de los charlatanes que proponen otros nombres). Miguel ha sido puesto como el defensor ante quien quiera enfrentarse a Dios y a su criatura el hombre. Gabriel es el encargado de poner a nuestro alcance la palabra divina, siendo el enviado para comunicar su mensaje de amor y de salvación. Y Rafael es quien está a disposición de todos para alcanzarnos el favor de Dios acompañándonos en nuestro caminar y mediante la sanación física. Todos estos seres espirituales están en la misma línea de la acción favorecedora de Dios para con los hombres, pues son enviados para nosotros. Su tarea está siempre a nuestro favor. De esta manera lo afirma San Agustín: "El nombre de ángel indica su oficio, no su naturaleza. Si preguntas por su naturaleza, te diré que es un espíritu; si preguntas por lo que hace, te diré que es un ángel". Así, por ser ángeles, están siempre a nuestro favor, ocupándose de nosotros, defendiéndonos de los peligros, encaminándonos hacia el bien, hasta hacernos avanzar al punto final de nuestro recorrido, el encuentro eterno con el amor.
Muy buena explicación de los ángeles que no conocía, sabia lo que Jesús dijo,según la biblia,verán como se abren los cielos y los ángeles de Dios, suben y bajan sobre el hijo del hombre. Amén
ResponderBorrarMuy buena explicación de los ángeles que no conocía, sabia lo que Jesús dijo,según la biblia,verán como se abren los cielos y los ángeles de Dios, suben y bajan sobre el hijo del hombre. Amén
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