sábado, 23 de enero de 2021

Jesús es el loco de amor por nosotros y por el mundo

 mundo pagano | De la mano de María

Llevar la contraria al mundo tiene sus consecuencias. El mundo quiere imponer sus criterios y sus conductas, guiándose únicamente por consideraciones humanas. Es más importante el que es más famoso, el que tiene más dinero, el que ejerce más poder, el que más influye con sus ideas, el que tiene más gente a su servicio. Para muchos, la meta es lograr llegar a ese punto en el que él se convierte en el centro. Cuando la motivación es exclusivamente egoísta, para resultar en una exaltación de la persona, dejando atrás a todos los demás, se corre el riesgo de que el bien que se procura a sí mismo, resulte en daño o perjuicio de todos los que están alrededor y del mundo en el que habitan. Para nada importa el bien común, pues lo que mueve es el bien individual. El bienestar se mide no en la cantidad de bien que se logre para la mayor cantidad posible de hermanos, sino en el bien que se logra para sí mismo, sin importar cuánto se logra para los demás. El sentido de solidaridad se pierde completamente y solo queda el velar por los propios intereses, de modo que los beneficios personales sean cada vez mayores. Una sociedad que se mueve en esa tónica camina hacia su propia destrucción, por cuanto la fraternidad, que es la base de la relación social enriquecedora para todos, brilla por su ausencia, haciendo que la vida comunitaria se convierte en una competencia, con frecuencia desleal, de hermanos contra hermanos, en vez de convertirse en una solidaridad mutua para alcanzar las metas que más beneficien a todos.

En la encarnación del Verbo Eterno del Padre podemos percibir cuál debe ser la categorización que nos pone como ejemplo el mismo Dios. Jesús, que es Dios hecho hombre, en su encarnación nos ha señalado a todos cuál es ese camino que debemos recorrer para vivir no solo la condición de discípulos suyos, sino para hacer que ese discipulado tenga pleno sentido, pues se vive en la solidaridad perfecta. Ese Dios que se ha hecho hombre ha elegido el camino del sacrificio y de la entrega, lejos de los criterios mundanos que apuntan solo a la satisfacción personal. Su entrega nos dice cómo debe ser nuestra entrega. El Dios eterno se hizo temporal para enseñarnos a todos cómo debe ser también nuestra entrega. La presencia anticipada del Reino de Dios en el mundo, por la presencia de Jesús que pasó haciendo el bien, sembrando esos valores desde que llegó y que sigue sembrando cada día esos valores entre nosotros, nos pone a la vista el camino por el que transitaremos hasta llegar a la plenitud de la eternidad del gozo en el que todos viviremos: "Se instaló una primera tienda, llamada 'el Santo', donde estaban el candelabro y la mesa de los panes presentados. Detrás de la segunda cortina estaba la tienda llamada 'Santo de los Santos'.'En cambio, Cristo ha venido como sumo sacerdote de los bienes definitivos. Su 'tienda' es más grande y más perfecta: no hecha por manos de hombre, es decir, no de este mundo creado.'No lleva sangre de machos cabríos, ni de becerros, sino la suya propia; y así ha entrado en el santuario una vez para siempre, consiguiendo la liberación eterna.'Si la sangre de machos cabríos y de toros, y la ceniza de una becerra, santifican con su aspersión a los profanos, devolviéndoles la pureza externa, ¡cuánto más la sangre de Cristo, que, en virtud del Espíritu eterno, se ha ofrecido a Dios como sacrificio sin mancha, podrá purificar nuestra conciencia de las obras muertas, para que demos culto al Dios vivo!" La obra de Jesús es infinitamente superior que la que hicieron todos los sacerdotes del Antiguo Testamento juntos.

Por eso mismo, por atreverse a llevar la contraria al mundo, por pensar antes en sus hermanos que en sí mismo, por invitar al amor y a la solidaridad, por contar con los más débiles antes que con los más fuertes, por invitar al perdón antes que a la venganza, por favorecer a los menos favorecidos y más bien atraerlos para que reciban todos los dones amorosos que Dios les quiere regalar, por todo ello, Jesús fue un transgresor. Incomprendido, ignorado, aislado. Solo quienes creyeron en la utopía de ese mundo ideal de fraternidad y solidaridad se atrevieron a seguirlo. Pero una inmensa mayoría lo despreció y lo dejó a un lado, pues no era eso lo que les ofrecía el mundo. Jesús invitaba a una mirada más elevada, que no se quedara en la horizontalidad de lo conveniente individualmente: "En aquel tiempo, Jesús llegó a casa con sus discípulos y de nuevo se juntó tanta gente que no los dejaban ni comer. Al enterarse su familia, vinieron a llevárselo, porque se decía que estaba fuera de sí". El mundo invitaba a algo muy distinto. Jesús invitaba a la elevación. Y es a ello a lo que nos invita. A que no nos quedemos con las miras bajas. Que nos atrevamos a unirnos a Él, a que se nos considere locos. A que seamos como Él, locos de amor por el mundo y por los hermanos. Y que en esa locura arrastremos a todos, como lo quiere hacer Jesús.

6 comentarios:

  1. Me encanta como relata una historia de una manera fácil de entender, gracias Dios nos bendiga. Amén

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  2. Gracias Padre Ramón por sus reflexiones diarias me ayuda mucho en mi vida personal y comunitaria Dios le siga bendiciendolo

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  3. Bendigo a Dios porque con estas reflexiones nos ayudas a estudiar, entender y vivir el Evangelio. A saborear a ese loco de Amor que se entregó por nosotros.
    Que el Espíritu Santo te siga iluminando para que nos transmitas tus letras. AMEN AMEN Y AMEN

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  4. Jesús nos enseña con su entrega, como debe ser la entrega de nosotros, al mundo y a nuestros hermanos...

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  5. Caminar en el amor de Dios, sin populismo , sino de corazon... La gente hoy en día vive de apariencias, egocentrismo y populismo

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  6. Gracias Monseñor. Un alegre y profundo despertar en Cristo

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