domingo, 10 de enero de 2021

El Bautismo de Jesús es el inicio de la instauración del Reino de Dios en el mundo

 Bautismo del Señor (B) | Familia Franciscana

La celebración del Bautismo del Señor cierra el ciclo del tiempo de Navidad en la liturgia. Juan Bautista ha estado predicando la necesidad de la conversión, del arrepentimiento por los pecados cometidos, de la apertura del corazón para recibir al Mesías que ya está cerca. Son muchos los que aceptan su invitación y dan el paso adelante para manifestar su deseo de recibir al que viene para salvarlos. Día tras día son muchos, cada vez más, los que se animan. Hasta que llega un día en que, animado también por esa invitación que se hace a la humanidad entera, el mismo Hijo de Dios que se ha hecho hombre, se acerca para unirse al mismo rito. Está claro que no lo hacía en el mismo sentido que lo hacían todos los demás. Lo confirman además las maravillas que rodean todo el acontecimiento. El mismo Juan Bautista reconoce que Jesús no necesita de ese bautismo de penitencia y de conversión, sino que por el contrario, es él el que debe ser bautizado por el Bautismo nuevo que trae Jesús, Dios hecho hombre. La sabiduría del pueblo intuía que se daba un acento distinto. Y la misma teología posterior confirmaba lo que sustentaba la diferenciación entre ambos bautismos: el de Juan y el que venía a implantar Jesús. Él no necesitaba arrepentirse de ningún pecado, pues es el Dios inmaculado. No necesita de la conversión, pues Él mismo es el sujeto al que hay que seguir como discípulo. Esa misma teología afirma que la entrada de Jesús a las aguas del Jordán era la santificación de todas las fuentes de agua para que dieran la Vida a todo hombre que recibiera el bautismo cristiano. No es el agua física, esa que da sustento a la vida material de todo, sino el agua espiritual, por la que se recibe al Espíritu de Dios, tal como descendió sobre Jesús: "En aquel tiempo, proclamaba Juan: 'Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo y no merezco agacharme para desatarle la correa de sus sandalias. Yo los he bautizado con agua, pero él los bautizará con Espíritu Santo'. Y sucedió que por aquellos días llegó Jesús desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán. Apenas salió del agua, vio rasgarse los cielos y al Espíritu que bajaba hacia Él como una paloma. Se oyó una voz desde los cielos: 'Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco'". Jesús inicia así su ministerio público de predicación y de obras. Es el primer paso para la instauración de las obras del Reino que viene a realizar Jesús.

Esas obras del Reino de Dios, en las que se confirmará la llegada definitiva del amor activo de Dios al mundo, son hechas desde la mayor humildad. Pudiendo haber hecho todo un espectáculo de anuncio programático de la llegada del Mesías, Jesús prefirió hacerlo en lo escondido de la llamada que hacía el Bautista. Desde ese momento empezó a conquistar seguidores que fueron tras Él, después de presenciar la maravilla de la manifestación del Padre y del Espíritu, que lo proclamaban como el Hijo que venía a realizar la obra de rescate del hombre perdido. Desde ese momento se desató la manifestación de ese amor activo y empezaron todos a ser testigos de las maravillas que Dios venía a hacer a través de Jesús. Ya no eran los testimonios de terceros los que atraían hacia Jesús, sino que eran sus propias palabras y sus propias acciones los que decían que el Reino de Dios estaba en el mundo ya actuante: "Así dice el Señor: 'Miren a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, a quien prefiero. Sobre Él he puesto mi espíritu, para que traiga el derecho a las naciones. No gritará, no clamará, no voceará por las calles. La caña cascada no la quebrará, el pábilo vacilante no lo apagará. Promoverá fielmente el derecho, no vacilará ni se quebrará, hasta implantar el derecho en la tierra, y sus leyes que esperan las islas. Yo, el Señor, te he llamado con justicia, te he cogido de la mano, te he formado, y te he hecho alianza de un pueblo, luz de las naciones. Para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la prisión, y de la mazmorra a los que habitan las tinieblas'". Esto está alineado perfectamente con el anuncio de Isaías y de los profetas, sobre la presencia de aquel enviado de Dios que viene a declarar el Año de Gracia del Señor, que no es otra cosa que la llegada del Mesías y de su Reino de amor al mundo. El Bautismo de Jesús es la puerta de entrada de todas las maravillas que va a realizar Dios.

La presencia de Dios que quiere el bien del hombre y del mundo se confirma entonces con la presencia de Jesús que emprende su obra de establecimiento del Reino en el mundo. El anuncio de Jesús va en la misma línea de la del Bautista: conversión, arrepentimiento, apertura de corazón. Él sustentará todo en las obras y la palabras que como Mesías viene a realizar. Y querrá llegar a cada hombre de la historia. No es una tarea sencilla, por cuanto requerirá que cada hombre y cada mujer se deje conquistar por ese amor de rescate y deje a un lado la soberbia que lo puede encerrar en sí mismo. Se requerirá de un nuevo nacimiento, que es a lo que apunta la obra de Jesús. Él viene a hacer nuevas todas las cosas mediante su amor renovador, haciendo a cada uno ciudadano del nuevo Reino de Dios en la tierra. Cada corazón de cada hombre debe ser conquistado. Y signo de eso será el Bautismo cristiano que recibirá cada uno, que lo arrancará de su antigua condición de hombre viejo y lo colocará en la nueva condición de hombre nuevo en Jesús. El Bautismo de Juan es distinto al Bautismo de Jesús. Por Jesús somos colocados en la línea de la renovación total, con un espíritu nuevo, que escucha la misma voz que se escuchó en el cielo en el Bautismo de Jesús: "Tú eres mi hijo amado". Es la renovación total del hombre: "En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: – 'Está claro que Dios no hace distinciones; acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea. Envió su palabra a los israelitas, anunciando la paz que traería Jesucristo, el Señor de todos. Ustedes conocen lo que sucedió en el país de los judíos, cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la cosa empezó en Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con Él". Es el mismo itinerario que podemos seguir cada cristiano. Dejarnos curar por Él, dejando que haga su obra maravillosa en nosotros, sacándonos de la oscuridad de la vida antigua y poniéndonos bajo la luz de la vida nueva y de su amor eterno. 

6 comentarios:

  1. Buenos días a tod@s herman@s:

    "Esas obras confirman la llegada definitiva del amor de Dios en el hombre" y con el bautismo comienza la predicación de Jesús en el mundo. Hermoso gesto del Señor que con su presencia hecho hombre nos bendice y demuestra su amor por nosotros en lo que nos quiere que lo sigamos. Amén 🙏.

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  2. Padre Santo, que tu mensaje sea conocido por todos y acogido con Amor, que podamos entender tu lenguaje☺️

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  3. Con el bautismo Jesús inicia su mínisterio público de predicación y obras después de haberse manifestado en él, el mandato del Padre y del Espíritu Santo la obra del rescate del hombre perdido para su salvación.

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  4. Con el bautismo Jesús inicia su mínisterio público de predicación y obras después de haberse manifestado en él, el mandato del Padre y del Espíritu Santo la obra del rescate del hombre perdido para su salvación.

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  5. Con el bautismo Jesús inicia su mínisterio público de predicación y obras después de haberse manifestado en él, el mandato del Padre y del Espíritu Santo la obra del rescate del hombre perdido para su salvación.

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  6. Gracias
    Oh Dios, Trinidad plena ,amor infinito porque el 6 de enero de 1.942 me regalaste el don maravilloso de mi Bautismo.

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