miércoles, 13 de enero de 2021

Jesús, Dios y hombre verdadero, es el Sacerdote perfecto del Padre

 Diácono Luis Brea Torrens: Marcos, 1,29-39: Su labor mesiánica le lleva a  predicar en las sinagogas y a expulsar demonios

La Carta a los Hebreos es la perfecta proclamación del Sacerdocio de Cristo. Jesús es la concreción real de aquella figura emblemática que aparece ya muy temprano en la revelación del Antiguo Testamento y que sugiere la necesidad de alguien que haga de puente entre la realidad divina y la realidad humana. Son dos mundos que no se tocan, a menos que sea Dios mismo quien lo haga posible, acercándose Él para tener contacto con el hombre. Éste puede buscar a Dios por diversos medios, pero si Dios no quiere dejarse encontrar, ese encuentro no será nunca posible. Es la experiencia que tiene el pueblo en toda su historia anterior. En este caso, el sacerdote pasa a ser el instrumento mediante el cual Dios entra en relación con el pueblo, y puede adquirir la forma de sacerdote ritual, en el sentido litúrgico de la palabra, mediante el cual todo el pueblo se hace presente para poner delante de Dios sus ruegos y lamentaciones, sus dádivas representativas de su propia entrega, sus avatares vitales con lo cual pone toda su vida en sus manos. El sacerdote será, así, el portador de la vida del pueblo, quien la pone en la presencia de Dios para que haga con ella lo que sea de su agrado. Ese sacerdocio, al ser mediación entre la humanidad y la divinidad, es ejercido también por otros grandes personajes que ponen delante de Dios al pueblo y su realidad. Así nos encontramos también con los jueces, los reyes, los profetas, que en un momento dado se hacen presentes delante de Dios llevando la realidad del pueblo para colocarla delante de Él. Esto se puede entender como una concesión amorosa de Dios quien, consciente de que la relación directa del hombre con Dios no es posible, a menos que Él lo permita, lo ha hecho posible. De no darse esa posibilidad, entonces el hombre puede tomar rutas erradas, como en efecto se ha demostrado que sucede. Cuando el hombre quiere entrar en contacto con Dios solo con su concurso, sin recurrir a la realidad divina que lo posibilite, se desvía hacia las prácticas seudoespirituales, como la brujería, el espiritismo, la nigromancia..., llegando incluso a la pretensión de dominar a Dios con sus prácticas esotéricas. Ejemplo de ello tenemos hoy las seudoespiritualidades de la Nueva Era, de la renaciente Masonería, de los Neo-Illuminati.

Lo cierto es que Dios, en demostración del amor que lo ha movido para crear todo lo que no es Él, ha dejado ese camino abierto desde el principio. Durante toda la historia de Israel, el encuentro con Dios ha sido posible porque Él mismo se ha puesto a tiro. La confianza del pueblo ha estado siempre en que ese Dios Creador ha dejado esa vía de comunicación abierta como la posibilidad de recurrir a Él y a su amor cuando lo consideraba necesario. Israel tenía plena conciencia de que ese Dios no era solo el Creador, sino que era también el sustentador de todo, el providente, el que tenía en sus manos todos los beneficios con los cuales los quería enriquecer. Y por ello recurría continuamente a Él. Hasta que llegó el momento en el que el mismo Dios consideró necesario hacer que esa presencia se hiciera tangible mediante su presencia física en medio de su pueblo, de modo que sintieran que era un Dios presente, activo, efectivo, que no actuaba solo cuando era necesario, sino continuamente. Era el momento del restablecimiento de aquella normalidad que vivían los hombres antes del pecado, antes de que el demonio pusiera en práctica su pretensión de arrebatar de las manos del Creador todo lo existente: "Lo mismo que los hijos participan de la carne y de la sangre, así también participó Jesús de nuestra carne y sangre, para aniquilar mediante la muerte al señor de la muerte, es decir, al diablo, y liberar a cuantos, por miedo a la muerte, pasaban la vida entera como esclavos. Noten ustedes que tiende una mano a los hijos de Abrahán, no a los ángeles. Por eso tenía que parecerse en todo a sus hermanos, para ser sumo sacerdote misericordioso y fiel en lo que a Dios se refiere, y expiar los pecados del pueblo. Pues, por el hecho de haber padecido sufriendo la tentación, puede auxiliar a los que son tentados". La presencia de Jesús entre nosotros, Dios que se hace hombre para hacer físico el amor divino, nos habla de un sacerdocio perfecto, pues tiene la cualidad de ser puente ideal entre la humanidad, asumiendo sobre sí todo lo que la condición de hombre le procuraba, y la divinidad, pues es el Hijo de Dios que viene a hacernos a todos hermanos suyos, hijos también del mismo Padre. Es el "pontífice" perfecto, es decir, quien hace el puente ideal entre Dios y el hombre, pues posee las dos naturalezas.

Por eso, cuando nos encontramos con Jesús, que inicia su labor pública realizando grandes maravillas en medio de todos, nos percatamos de que esa era de novedad absoluta que se hace presente con la presencia del Dios que se hace hombre, es ya una realidad. Todo lo que había sido anunciado se empieza a cumplir. Dios no ha dejado al pueblo en la espera, sino que comienza a cumplir fielmente su palabra empeñada. El amor no podía hacer menos, pues no hay engaño en el amor. La novedad radical que viene a traer Jesús es el cumplimiento total de aquella compañía prometida. El hombre no caminará por el mundo en soledad, no tendrá que enfrentar las dificultades en solitario, no luchará solo contra el mal ni contra el pecado, no deberá afrontar solo la lucha contra lo que quiera dañar a la humanidad y romper la fraternidad, sino que ahora, desde la venida del Mesías, que sigue actuante en el mundo, lo hará con su compañía, con su fuerza, con la fortaleza que le da su Gracia.Y es una realidad que vivimos con toda certeza hoy. En la lucha contra el mal y contra el pecado nunca estamos solos, pues el Mesías, que ha venido en nuestro rescate, está aquí con nosotros, apoyándonos y animándonos, dándonos su fuerza y llenándonos de esperanza en la victoria que obtendremos sin duda alguna: "En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, e inmediatamente le hablaron de ella. Él se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles. Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar. Se levantó de madrugada, cuando todavía era muy oscuro, se marchó a un lugar solitario y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron en su busca y, al encontrarlo, le dijeron: 'Todo el mundo te busca'. Él les responde: 'Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido'. Así recorrió toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando los demonios". Todo el mundo buscaba a Jesús por las maravillas que hacía. Algo nuevo y grande estaba empezando a suceder. Se intuía que esa presencia de Dios en Jesús iba a realizar obras grandes. Por eso la alegría y la esperanza se hacían realidad sólida. Es la misma alegría que debemos vivir todos al hacernos conscientes de que ese Sumo Sacerdote que es Jesús, nuestro hermano mayor, el que nos ha hecho hijos de Dios, sigue actuando, sigue a nuestro lado, estableciendo el Reino y sus valores en un mundo que cada vez lo echa más en falta.

3 comentarios:

  1. Amado Padre, permite que nosotros podamos vivir tu estilo de vida, pensar como tu, sentir como tú, amar cómo tú☺️

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  2. Además de predicar en las Iglesias y llevar la palabra los Cristianos para continuar la misión de Jesús hace falta también buenas obras.

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  3. Además de predicar en las Iglesias y llevar la palabra los Cristianos para continuar la misión de Jesús hace falta también buenas obras.

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